el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 30 de abril de 2014

30/ 04: SUPERMARKET

Sigo encontrando obras de Brian Wood, verdadero fetiche de este blog. Este es un trabajo de 2006, es decir, anterior a DMZ, que es la obra que marca un antes y un después en la trayectoria de este autor.
Supermarket es una saguita breve, de menos de 90 páginas, y la verdad que la idea daba para mucho más. No sé si para una serie regular de 60 episodios, pero seguro 12 episodios se bancaba, sin estirar ni frutear demasiado. Al contar la historia en 90 páginas, Wood se encuentra con que no puede explorar a fondo ni el mundo que inventa para la serie (una ciudad hiper-capitalista, donde todo se basa en la guita y el comercio, bajo la atenta mirada de dos poderosas mafias enfrentadas entre sí) ni las consecuencias de los sacudones que le pega a Pella, la protagonista. En estas páginas, Pella crece muchísimo, se embarca en un verdadero viaje iniciático muy bien pensado, pero claro, descubre secretos y abre puertas que en menos de 90 páginas no se llegan a explorar del todo.
Donde no falla Wood es en contarnos una aventura a la que no le faltan vértigo ni machaca, y a la vez meternos mucho y muy bien en la psiquis de esta chica a la que el mundo se le da vuelta en pocas horas. Salvo el primer tramo, en el que no hay acción, los otros tres tienen muy buenas dosis de adrenalina, con persecuciones, peleas y tiros, sin descuidar nunca lo que le pasa por dentro a Pella. Lástima que lo que le pasa es tan grosso, y todo cobra una magnitud tan zarpada, que cualquier cosa que haga esta chica en el tramo final de la saga va a parecer poco. Por eso hubiese estado bueno seguirla. Perdón por no ser más explícito, pero todo tiene que ver con secretos muy heavies que se revelan y si los menciono le cago la lectura a los que todavía no hayan descubierto Supermarket.
Los diálogos están muy bien, te creés que vienen de una nena cheta de 16 años, y además encierran -con astucia y sutileza- una mirada aguda y muy crítica hacia esta sociedad de hiper-consumo en la que sólo importa poseer bienes materiales, en lo posible de primera marca.
El dibujante de esta saga es Kristian Donaldson, suplente en DMZ y titular en The Massive, la serie actual de Brian Wood en Dark Horse, cuyo primer tomo reseñamos acá a fines de Marzo. Si no te dicen que es el mismo dibujante de The Massive, no tenés forma de darte cuenta. Acá vemos a un Donaldson mucho más personal, menos pendiente del realismo fotográfico que pela en The Massive, más cerca de una Becky Cloonan, con cositas heredadas de ese referente ineludible que es Paul Pope. Donaldson crea personajes más expresivos, más sueltos, y los mete en unos decorados que muchas veces están basados en fotos a las que se esfuerza por retocar y deformar para integrarlas a su grafismo con mucha más naturalidad que en The Massive. Como además lo dejan ser su propio colorista, el dibujante se reserva efectos y climas para definirlos no con la tinta, sino con el color digital, y la verdad es que le quedan muy bien. Un muy buen trabajo de Donaldson, cuyo vínculo con Wood viene de mucho antes de lo que yo suponía.
Por su acotada extensión, Supermarket no aspira a cambiarte la vida, ni a posicionarse entre las obras fundamentales de esta verdadera usina creativa llamada Brian Wood. Lo cual no es óbice para que la lectura se disfrute plenamente y nos logre entretener un buen rato con ideas atractivas y con un personaje al que el autor le otorga una profundidad y una sustancia que no le vendrían nada mal a personajes pensados para estar al frente de historietas mucho más largas. Habrá más Brian Wood en los próximos meses, acá en el blog.

martes, 29 de abril de 2014

29/ 04: YO, DRAGON Vol.2

Segunda parte de esta serie cuyo primer tomo comentamos allá por el 27/03/12 y cuyo tercer y último tomo muy probablemente no salga nunca, porque Juan Giménez tuvo un conflicto con la editorial y abandonó este proyecto para dedicarse a otros. Ese dato no es menor, porque hoy en día, para gastarse la guita que valen estos álbumes, lo menos que uno puede pedir es que terminen las historias que empiezan. Comprar Yo, Dragón sabiendo que quedará inconclusa es un acto de militancia extrema, sólo para talibanes de Juan Giménez movidos por el afán cuasi-fetichista de tener TODAS las obras del maestro mendocino. Pero bueno, quién te dice que un día de estos se apaciguan las aguas y Giménez termina el tercer tomo, si no en la editorial donde empezó la serie, en otra.
El guión me gustó un poco menos que el de la primera parte, que me había resultado muy ganchero. Las primeras 24 páginas están plagadas de flashbacks, sobran los flashbacks, como si a Giménez se le hubiese ocurrido que –de pronto- saber todo sobre el pasado de los personajes era fundamental para poder entender la trama. Es cierto: ya desde el título, el autor sugiere que tendrá mucho peso el “libro de hierro” y, si bien no recuerdo que en el primer tomo lo nombraran, este libro tuvo un rol importante en secuencias del pasado que conviene graficar. Pero, ¿todas juntas, una atrás de otra? ¿Hacía falta? ¿No se podía dosificar esa misma información de otra manera? Por supuesto, tampoco facilita las cosas el hecho de que haya tantos personajes. Me parece que en el primer tomo estaba más claro quiénes eran los protagonistas, quiénes los secundarios, y a quiénes Giménez planeaba hacer crecer en protagonismo a lo largo de la serie. Ahora está todo más mezclado y pareciera haber siete u ocho protagonistas, mientras que ninguno de los “tapados” del Vol.1 parece crecer o aspirar a roles más destacados. ¿No se podía simplificar un poco el elenco, suprimir algunos personajes que no aportan prácticamente nada? Me parece que sí, y que eso le hubiese sumado claridad y dinamismo a este segundo tomo.
Pero claro, pasada la página 24, Giménez hace exactamente eso: la historia cobra un cauce más claro, los conflictos centrales concentran toda nuestra atención, se termina de explicitar quiénes son los malos, quiénes son los buenos, de qué juegan los dragones, y en el último tercio se viene la eliminación (inteligente, con sorpresas, sin obviedades) de varios personajes. O sea que, superado ese bajón inicial, nos esperan 32 páginas en las que la epopeya, la intriga palaciega y la acción bélica se despliegan con la fuerza que uno espera de este tipo de relatos. Para el final, uno ya se olvidó de lo mucho que le costó arrancar a este tomo y ya está de nuevo enganchadísimo, viendo a quién carajo rezarle para que alguna vez salga el Vol.3.
El dibujo de Giménez brilla con el fulgor de siempre, ahora potenciado por el hecho de que los dragones entran en acción y protagonizan secuencias espectaculares, de enorme impacto visual. La narrativa es muy sólida y resiste sin inconvenientes los embates de las doble splash-pages por un lado y de las páginas con muchísimo texto por el otro. Giménez sabe que hay mucho para explicar y que la rosca y el chamuyo tienen mucho peso en la trama, por eso opta siempre por grillas de ocho viñetas o menos, que le permiten meter en cada una de estas un montón de diálogos y bloques de texto, sin comprometer las composiciones y sin eclipsar al dibujo, que es (en esencia) lo que uno viene a buscar cuando se compra un libro del ídolo.
Mi consejo es que estés alerta: si alguna vez sale el Vol.3 de Yo, Dragón, hay que comprarlo, de una. Y completar la trilogía. Si no, si queda inconclusa, entrale a esta serie sólo si delirás MAL con Juan Giménez y necesitás una dosis periódica de los majestuosos dibujos del mendocino devenido catalán.

lunes, 28 de abril de 2014

28/ 04: STORMWATCH: FORCE OF NATURE

A partir de estas historietas de 1996 y durante varios años, el británico Warren Ellis cavó una trinchera muy interesante dentro de la línea WildStorm, desde la que lanzó un montón de buenas ideas, tanto en series como en miniseries y tanto con creaciones propias como con personajes hasta entonces identificados con la época más desgarradora de Image. Estos seis episodios de StormWatch, además de mostrarnos las primeras semillas de lo que luego germinaría hasta convertirse en The Authority, nos muestran a Ellis decidido a encontrar en una serie pedorrísima, bien de la parte de abajo del montón, pequeñas cosas, puntitas de las que agarrarse para ensayar un vuelco total, para convertir a esta bandera del comic intrascendente en algo que los fans más exigentes quisieran leer todos los meses.
Me lo imagino al pobre Ellis sumergido en el pilón de los back issues de StormWatch, con un broche en la nariz para que la baranda a estiércol no lo hiciera lanzar. Lo cierto es que el inglés logró su misión: se sacó de encima a unos cuantos personajes que no le interesaban en lo más mínimo, se propuso revitalizar a los que le gustaban, y contó con la libertad suficiente para crear a algunos nuevos, a los que se les nota desde el vamos la impronta personal del guionista. El resultado es que, en apenas seis episodios, la serie dejó de parecerse a un montón de otros títulos hediondos que publicaba Image para convertirse en un comic de autor adentro del mainstream, en el que empezaban a suceder un montón de cosas que no podrían suceder en ninguna otra revista.
Lo más notable es, por un lado, el trabajo sobre los personajes, para dotar de onda y de identidad a héroes y heroínas chatos y genéricos. Por otro lado, el tejido de dilemas morales, como para enroscar a estos paladines en tramas espesas, en las que entran a jugar elementos políticos y cobra peso la eterna pregunta: ¿quién vigila a los que nos vigilan?. Y lo más atractivo, al menos para mí, es cómo Ellis se resiste a la mega-saga de varios capítulos hilvanados por el continuariola infinito y desarrolla estos seis primeros episodios como unitarios muy sólidos, cada uno con su propia estructura, sus propios conflictos y sus propias resoluciones. Por supuesto, hay un sub-argumento que cobrará más peso en el siguiente tomo (supongo), que es el de esa segunda persona capaz de activar los superpoderes de la gente afectada por el paso de un cometa misterioso, responsable de que en el Universo WildStorm haya tanta gente metahumana.
El dibujante de cuatro de estos seis episodios es Tom Raney, a quien ya nos cruzamos en algún tomo de Thor de la etapa de Dan Jurgens. A mí no me gustaba el Raney de Thor, así que imaginate qué me parecía este, que es seis o siete años anterior. En estos números de StormWatch se ve a un Raney torpe, muy efectista pero con poca onda, con muchas limitaciones. Como si tratara de copiar la espectacularidad de un Jim Lee, pero sin el conocimiento del dibujo, sin esa solvencia que no se le puede discutir al Chino, por más que a uno no lo seduzca el estilo. Y en los episodios donde no está Raney, tenemos a un incipiente Pete Woods y a un tal Michael Ryan. El TPB no especifica qué páginas (o números) dibuja cada uno, pero está claro que son los dos tan precarios que logran que extrañemos a Raney. Hoy, Woods le rompe el culo mal a Raney, pero en 1996 tanto él como Ryan eran unos muertos de frío, que además de no dibujar fondos (algo que en WildStorm parecía estar bien visto) pifiaban bastante en la anatomía y en las expresiones faciales.
Y bueno, no te quiero mentir. No te puedo decir que el volantazo que le pegó Warren Ellis a StormWatch es comparable con el que le pegó Grant Morrison a la Doom Patrol. Másbien diría que la llegada del inglés a esta serie tuvo un efecto similar al de Caruso Lombardi en Racing: vino a salvarla del descenso y la dejó en los puestos de arriba de la tabla. La tuvo que relanzar varias veces y hasta cambiarle el nombre, pero logró que muchos nos cebáramos con Henry Bendix, Jackson King, Swift, Jenny Sparks, Jack Hawkmoore y demás. No es poco.

domingo, 27 de abril de 2014

27/ 04: EL HEROE Vol.2

Y sí, una vez leída la segunda mitad, corresponde colgarle a El Héroe la chapa de Historieta Perfecta. Estas páginas me dejaron atónito, anonadado, balbuceando boludeces como un subnormal invertebrado. Sin dudas, David Rubín sube la apuesta entre un tomo y otro y en esta segunda mitad todo es mejor: los conflictos son más espesos, la acción es más trepidante, los riesgos en materia de puesta en página son más, la indagación en la psiquis del protagonista (Heracles, también conocido como Hércules, hijo bastardo de Zeus y héroe fundamental de la mitología griega) va más a fondo... Creo que no hay una sola viñeta en 300 páginas en la que no se luzca el virtuosismo de Rubín, el criterio inmejorable del gallego para armar las secuencias, para componer, para colorear, para meter efectos locos. El Héroe es un tren blindado que viene a 300 kilómetros por hora y te lleva puesto, desde que arranca hasta que termina.
Recién releía mi reseña del Vol.1 (del 24/11/13) y me llamaba la atención la cantidad de artistas a los que hacía referencia. Lo mismo me sucedió cuando leí el prólogo que Craig Thompson escribió para el Vol.2. El autor de Blankets no para un minuto de relacionar el trabajo de Rubín con el de otros autores. Y la verdad es que es algo inevitable. David es un animal gráfico, uno de esos tipos que no dibujan, sino que viven el dibujo, que tienen las venas llenas de tinta y las retinas inundadas de imágenes bidimensionales. En este libro, Rubín refrenda su compromiso con el dibujo y se anima a graficar sin pelos en la lengua las escenas más bestiales de su carrera: la machaca más sangrienta, la violación más tremenda, los destripamientos más escabrosos, esas escenas jodidas en las que vemos a Heracles descender a los infiernos de la merca, el escabio y la lujuria, esa doble página (que seguro le debe algo a una de Frank Miller de Elektra Lives Again) en la que Heracles descubre que los monstruos a los que masacró en realidad eran su familia, la secuencia en la que lucha contra Meleagro al estilo Titanes en el Ring, el efecto que inventa para mostrarnos que los personajes están poseídos por la villana... posta, esto hay que verlo para creerlo.
Una vez más, me encantó ese jueguito ucrónico en el que Rubín le agrega a la Hélade clásica toda esa parafernalia moderna, con máquinas zarpadas, celulares, publicidades, comics, motos y un montón de cosas más que no existían en los tiempos de Heracles. Y lo que más me gustó es la profundidad del personaje principal. Heracles no es sólo “el bueno”, es un tipo muy complejo, que se debate entre la incomodidad de su origen bastardo, su lealtad a una rata miserable como Euristeo, su amor por su familia y por Yolae, su sed de aventuras y la felicidad que le produce hacer el Bien, ayudar al prójimo, derrotar a las fuerzas oscuras. En ese sentido, Rubín le pone a su protagonista mucha más sustancia de la que yo esperaba encontrar.
Y hablar del dibujo en sí ya es medio redundante. De nuevo, acá está todo lo grosso que habíamos visto en el Vol.1, llevado un paso más allá por una bestia prendida fuego. Me mató el color, los efectos limados en los fondos, y sobre todo me mató ver cómo toda las decisiones que toma Rubín y que parecen ser estéticas, a la larga son decisiones narrativas. Todo ese despliegue desaforado de figuras recontra-expresivas, ese festival de viñetas y onomatopeyas de todas las formas y tamaños imaginables no están ahí para cancherear, para que uno diga “coño, qué bien dibuja este hijoputa”, sino para acentuar una intención narrativa, para darle al relato la impronta poderosa, vibrante, adictiva, que Rubín le quería dar.
No me alcanzan las palabras para recomendar El Héroe a los fans de cualquier tipo de historieta. Esto es maravilloso de verdad.

sábado, 26 de abril de 2014

26/ 04: WONDERCON 2014

A todo esto, nunca comenté nada de la convención que motivó mi viaje al sur de California. Los artistas que me recomendaron la WonderCon me la vendieron como un evento grande, poco contaminado por la gilada que confunde a las convenciones comiqueras con eventos grandilocuentes en los que estalla la calentura por las películas, las series de TV y los videogames. Y en ese sentido, debo decir que no me mintieron para nada.
El evento se realiza en un predio majestuoso, mucho más amplio, cómodo y con el espacio mejor distribuído que la New York Comic Con. El primer día, la cola para entrar era de unas ocho cuadras, algo que yo sólo había visto el día que Soda Stereo tocó en River después de 10 años separados. Adentro, toda esa horda estaba cómoda, no había colas molestas para entrar a las salas, ni a los baños, ni para comprar algo de morfar.
El sector de stands está muy bien, pero no transmite ese vértigo, esa sensación sobrecogedora de que –con paciencia y billetera- vas a poder encontrar TODO lo que se te cante, cosa que sí sentí en la NYCC. Acá estaban los stands que faltaban en New York: Boom!, IDW, Last Gasp, Valiant, Avatar, hasta Zenescope... pero no estaba Marvel! ¿Cómo carajo Marvel no pone stand en la WonderCon? Ni idea. También faltaban Viz, Vertical... todos los que le dan bastante bola al manga. Y al igual que en la NYCC, había poco comic alternativo, poca merca que escapara de la trilogía superhéroes- zombies- jedis. De todos modos, recorriendo un poquito, había stands muy bien presentados, tanto de editoriales como de comiquerías y dealers de remeras, muñecos, merchandising raro y originales.
El sector de los artistas (el Artists´Alley) era mucho más chico que el de la NYCC, y a la vez más cómodo para recorrerlo. Por supuesto, no había tantas luminarias como en NYCC ocupando sus mesitas, pero me encontré con ídolos como Sergio Aragonés, Mark Waid, Paul Gulacy, Dan Brereton, Humberto Ramos, Tommy Lee Edwards, Rick Burchett, Felipe Smith, Yannick Paquette, Steve Lieber, Cully Hamner, Marc Silvestri, y el inefable Rob Liefeld, entre otros. En el stand de DC (el único que realmente sorprendió con la cantidad y calidad de autores que se acercaron a firmar) estaban Jim Lee, Gail Simone, Francis Manapul, Tony Daniel, Cliff Chiang, el maestro Marv Wolfman... un desfile bastante intenso de autores con mucha convocatoria.
Las salas donde se hacen las charlas son espectacu-
lares, sin nada que envidiarle a las de San Diego. Elegí para ilustrar la nota una foto en la que aparecen Manapul, James Robinson y Tony Daniel, en una charla muy interesante en la que también estaban Mark Waid, Kelly Sue DeConnick y Robert Venditti. También había salas dedicadas a juegos y proyecciones, imagino que habría un amplio sector para que desfilaran los cosplayers (había muchos y con muy buenos disfraces) y para que firmaran autógrafos algunos actores y celebridades de la B Metropolitana. Lo que lamentablemente no vi (pero a esta altura nadie se lo exige a los eventos yankis) es un sector con muestras de originales.
En general, fueron tres días muy comiqueros, en un lugar muy lindo y muy cómodo, en el que a los periodistas nos trataron muy bien, con buenas actividades, mucha onda, mucha gente que la pasó bárbaro, sumado a la posibilidad de interactuar con una veintena de autores grossos y de comprar muchísimo material a precios que –comparados con lo que se paga hoy en Argentina por el comic yanki, traducido o no- parecen una cargada. No te digo que ya estoy al palo, sacando pasaje para la WonderCon 2015, pero sí que es un evento que se disfruta a pleno y que además es una excelente excusa para irse a tomar un poco de sol a las hermosas playas de California.
Mañana sí, vuelven las reseñas de libros, caiga quien caiga.

viernes, 25 de abril de 2014

25/ 04: MAS COMIQUERIAS... Y MAS EVENTOS!

Completo la guía de las comiquerías de la zona de Los Angeles con dos más, que visité el miércoles.
Una es la clásica comiquería de Hollywood, Golden Apple, que está hace mil años y que siempre se destacó con comodidad, siempre estuvo (como Hi-de-Ho) entre las imprescindibles. En mi regreso después de tanto tiempo, me encontré con que el local se mudó y ya no está en una de las cuadras más chetas de la avenida Melrose, sino en un lugar (sobre la misma avenida) un toque más céntrico y un toque menos finoli. El local también, es un poco más croto. No está tan bien iluminado, casi no tiene merchandising (antes tenía mucho) y las bateas de back issues son más pedorras y menos cómodas para recorrer. Es un local MUY basado en las novedades, con mucha revista y mucho TPB, y sobre todo con mucha onda comiquera. Difícil que encuentres la merca más rara, pero por ahí, con paciencia, de las bateas de back issues te llevás algo lindo a buen precio. Ahí no sólo había bastante oferta de comic-books, sino que incluso había una caja de TPBs a dos por u$ 5 (un delirio). Si andás por la zona de Hollywood, jugale unas fichas.
Y la revelación fue una comiquería de la que nunca había oído hablar, pero que existe hace más de 30 años. Se llama Geoffrey´s Comics y la descubrí de pedo, sobre la avenida Crenshaw, enfrente de la Universidad de El Camino, en la localidad (medio Loma del Orto) de Gardena. De afuera parece un local medio pelo, pero cuando entrás, te caés de orto. Es un lugar amplio, repleto de comiqueros con la mejor onda (y un olor a huevo que ma-mita) y donde al toque te das cuenta de que te va a atender gente que sabe bocha. Hay un espacio con silloncitos para sentarse a leer, un inmenso sector de TPBs muy bien elegidos (con bateas de hardcovers a u$ 10 y softcos a u$ 5), un buen sector de novedades y unas bateas de back issues donde podés encontrar papa fina y rara, a precios muy razonables. Incluso hay bateas dedicadas a los magazines de los ´70 y las novelas gráficas de los ´80, donde pintan unos Santos Griales importantes. Sin duda entró a la lista de las comiquerías a las que quiero volver sí o sí, aunque quede medio trasmano.
Por otro lado, Abril se convirtió en un mes de sobredosis de eventos. Arrancamos con Dibujados el finde del 5 y el 6, el 11, 12 y 13 estuve en el FIC de Santiago de Chile (muy copado), el 18, 19 y 20 en la WonderCon (mañana una reseña sobre eso) y este finde, que tendría que parar un poco la mano, no puedo porque empezó la Feria del Libro. No me acuerdo la cantidad de actividades interesantes que hay este año en la Feria, pero sí tengo agendada una imprescindible: este sábado 26, a las 18:30, en la Sala Alfonsina Storni, me toca conducir nada menos que un homenaje a Oswal, uno de los genios indiscutidos de la historieta argentina. Ahí estaremos, junto al sensei Oscar Capristo, charlando con el prócer quilmeño de su vida y su obra. Y antes o después, una recorrida por los stands a ver qué papongas aparecen, como si no me hubiese traído una torre asesina de libros del viaje a Chile y EEUU. Ojalá mañana seamos muchos para ovacionar como se merece al glorioso creador de Sónoman.

jueves, 24 de abril de 2014

24/ 04: ARCHIE AMERICANA SERIES: BEST OF THE SIXTIES

Cuando yo tenía diez años , no me enganchaban los comics con estética realista. Me parecían aburridos. No leia superhéroes, ni Fantomas, ni Tarzan, ni nada de lo que editaba Columba. Mis ídolos eran Lucky Luke, Isidoro y Archie, casualmente tres personajes "al límite", en el sentido de que estaban dibujados con intención caricaturesca, pero partiendo de un agudo sentido de observación de la realidad. Es decir, nunca, en ningún momentos, dudabas de que Isidoro o Archie fueran personas reales y la forma en que se relacionaban con sus respectivos mundos se parecía demasiado a como la gente real se relaciona con el nuestro. Archie fue un comic imprescindible en mi formación como lector, pero sobre todo como persona: gracias a Archie aprendi que NUNCA hay que elegir entre la rubia y la morocha, sino que hay que seguirle el juego a las dos, hasta las últimas consecuencias. Archie me enseñó que la poligamia es mucho más divertida que la pareja seria y estable y por eso le estoy eternamente agradecido.
Este libro, de mediados de los '90, se propone recopilar las mejores historias del pecoso pelirrojo aparecidas originalmente en los '60, pero lo hace desde el Pecado Original, desde esa concepción estúpida y retrógrada en la que los autores son engranajes de una maquinaria, perfectamente reemplazables y descartables. Esta edición no se hace cargo de que las distintas historietas tienen distintos autores, y si bien uno -que es zorro viejo- puede identificar sin mayor inconveniente al maestro Dan DeCarlo y capaz que a alguno más, es profundamente injusto que los nombres de los creadores de las "mejores" historias de Archie (apenas 16, elegidas entre cientas) no aparezcan en el libro.
Lo más interesante de esta antología es cómo los guionistas de Archie se tratan de adaptar a ese cambio brutal en la cultura yanki que se dio en los '60: de pronto, los jóvenes tenían el poder. De pronto, los jóvenes eran la vanguardia, los que imponían la moda y los temas de los que iba a hablar toda la sociedad. Obviamente, todo magnificado por el hecho de que estos comics estaban apuntados precisamente a esos lectores: los chicos y chicas de 12 a 16, a los que -también de pronto- sus padres y maestros se veian obligados a entender y contener, en vez de ubicarlos de un sopapo, como en las décadas anteriores. Me imagino a los atildados (y anónimos) guionistas de Archie, cuarentones de camisa de manga corta, moñito y pipa, rompiéndose los sesos para armar historias en base al surf, el rock, la beatlemanía, los hippies, los drásticos cambios en la moda... todas cosas que seguramente estos probos señores no entendían ni sentían como propias. Por suerte, como tenían cinco o seis páginas para desarrollar cada historia, no hacía falta un conocimiento profundo de cada uno de estos temas: simplemente plantearlos (generalmente como una marcianada, un delirio más de estos borregos acelerados), encontrarles el lado gracioso (generalmente en el contraste con los adultos) y rematar con un gag más o menos efectivo.
Con esas limitaciones, algunas de estas historias están bien y se bancan ser leídas 50 años tarde. Las mejores son las que se escapan de la fórmula tradicional, la eternamente explotada consigna de "Betty y Veronica le quieren bajar la caña a Archie y él juega a dos puntas, aprovechando los beneficios que le ofrecen ambas, y a veces cosechando estrepitosas derrotas por pasarse de vivo". Y, como decía antes, lo más notable llega cuando los guionistas logran plasmar en términos de comedia la brecha generacional, la distancia abismal entre lo que les gusta y divierte a los pibes y lo difícil que es para los adultos adaptarse a este tsunami y comprenderlo.
Los distintos dibujantes se esfuerzan por mantener un estilo limpito, fresco, con mucha atención por las expresiones faciales y el lenguaje corporal, y por supuesto -como se trata de un comic para lectores que se están iniciando en la lectura- la narrativa es cristalina, diáfana, a prueba de idiotas. Y como no podía ser de otra manera, el que se destaca, el que dibuja más lindo, al que más le creés que estudió las revistas de moda para copiar la ropa de las chicas, es a Dan DeCarlo, quien se convertiría con sobrados méritos en el principal dibujante de Archie de los '70 .
Hay mucho más para hablar sobre las aventuras de Archie y sus amigos, sobre todo porque es la primera vez en 52 meses que me toca escribir sobre el tema. Pero hasta acá llegamos. Ojalá en algún momento las mejores historias de los '60 se reediten como corresponde, con la info completa acerca de los autores que le dieron vida (y onda) a esta barra kilombera que aún hoy sigue vigente y que está perfectamente integrada a la cultura popular y masiva de los EEUU.

miércoles, 23 de abril de 2014

23/ 04: LOS CRICHOS

Tal como propone el querido Quique Alcatena en el prólogo, Los Crichos es una historieta rara, un experimento en el que Andrés Lozano ensaya una combinación entre una temática fantástica pero a su vez con cierto anclaje en la realidad, con un tono que mezcla aventura y humor y un perfil de historieta apta para todo público, sin el menor énfasis en la violencia, ni mucho menos en temas sexuales o políticos.
Los Crichos son una especie de raza primigenia, creada por la Madre Instinto, para ayudar a que la Naturaleza evolucione para el lado correcto. Estas poderosas criaturas serán responsables, entre otras cosas, de que las ballenas naden, las jirafas tengan el cuello largo o los rinocerontes tengan cuernos en vez de melenas. Lozano nos muestra el accionar de los Crichos en breves secuencias que suelen avanzar hacia un remate humorístico, casi siempre muy efectivo. La cosa levanta bastante cuando la historieta plantea un conflicto, siempre con una onda muy light, que tiene como centro a Locuaz, un Cricho sublevado que quiere hacer las cosas a su manera. Los demás Crichos intentarán impedir que Locuaz logre darle la facultad del raciocinio a los monos, porque suponen que cuando la Humanidad se ponga en marcha, este mundo joven y paradisíaco se va a ir bien a la mierda.
El dibujo de Lozano (que pese a sus muchos años en el medio no tenía otros libros publicados), hace gala de una gran solidez. Los personajes son expresivos, los climas están planteados con belleza y sutileza y cuando decide dibujar a los animales con una estética más realista, se ven otras virtudes en este artista, hasta hoy más conocido por su vasta labor como colorista en un montón de publicaciones extranjeras.
Los Crichos nos invitan a descubrir a un Andrés Lozano que además de detonarte los ojos con el color, te divierte sanamente con su particular versión de los orígenes de las especies, encarada con buenas dosis de humor, de aventura y hasta por momentos de poesía.
Estaba debiendo algunas lineas acerca de mi expedición comiquera del lunes, que me llevó nada menos que a Hi-de-Ho, la comiqueria emblemática de Santa Monica, a la que hacía 14 años que no visitaba. Este templo sacrosanto del cebamiento se mudó hace unos años a unas cuatro cuadras de donde estaba antes. El local nuevo es bastante menos finoli que el anterior, tiene más apariencia de galpón medio cueva. Es un lugar enorme, bastante enkilombado, donde se mezclan las bateas, los mostradores, las mesas para jugar al Magic y hasta el depósito. Acá no hay sector de ofertas, se garpa todo a cara de perro. Pero, claro, acá vas a ver la merca que no vas a ver en ningún otro lado. Novedades en comic-books y TPBs, todo el material alternativo y under, con énfasis en el comic europeo que se edita en EEUU, infinitos back issues, libros raros y descatalogados, revistas de información... lo que se te ocurra. La atención es bastante chota, pero las chances de encontrar ESE Santo Grial que buscabas hace décadas son tantas que no podés dejar de dedicarle aunque sea una horita a recorrer ese cautivante kilombo llamado Hi-de-Ho.
Mañana, antes de salir para el aeropuerto, trato de meter otra reseña. Veremos si se puede. Si no, será hasta el viernes.

martes, 22 de abril de 2014

22/ 04: FIRE

Si no leés la contratapa, capaz que esta novela gráfica te ceba. Si leés primero la contratapa, como hice yo, lo dudo mucho. En el texto de la contratapa, alguien te vende que Fire es una obra maestra, que vas a leer el mejor comic de espías del universo, que Brian Michael Bendis se investigó la vida para escrachar con pelos y señales todas las matufias de la CIA y todas las irregularidades, roscas y aprietes que se ponen en marcha cada vez que esta agencia sale a reclutar nuevos pichis para convertirlos en temibles operarios del recontra-espionaje. La verdad que el que escribió eso es un genio, porque te hace entrar como un caballo, decidido a comprar Fire con la pasión y la convicción de un millón de talibanes duros de merca.
Cuando abrís el libro, te encontrás con el Bendis de la primera época, cuando publicaba en la editorial Caliber y lo dejaban dibujar. Esta historieta es de 1994, no me acuerdo si es anterior o posterior a Jinx (que ya tuvo reseña acá en el blog, creo que a principios de 2013) y va más o menos para el mismo lado, aunque dura muchas menos páginas: un claroscuro muy marcado, mucha experimentación (y unos cuantos logros) en la planificación de páginas y secuencias y -lamentablemente- fondos que escasean o que son fotos brutalmente choreadas, con ínfimos retoques. Los personajes también están MUY basados en fotos, quizás porque Bendis se convenció de que eso podría acentuar el realismo de la historia. Por lo menos el autor tiene la decencia de contarnos en qué personas reales (famosas o amigas suyas) se basó para dotar de sus rasgos faciales a cada uno de los personajes.
La trama cuenta, básicamente, cómo un pibe medio loser, recién recibido de Licenciado en Ciencias Políticas (conozco a uno, pero se recibió hace más de 20 años), es reclutado por la CIA para convertirse en un agente secreto. La historia nos muestra su entrenamiento, sus primeras misiones y cómo rápidamente Benjamin Furst se empieza a dar cuenta de que para vivir la vida de emociones, peligros y minitas que le mostraron las películas de James Bond, hay que tragar muuuucho sapo. Decidido a tragar poco sapo, ni bien Benjamin cae en la cuenta de que cumplir las misiones significa enchastrarse las manos con sangre de gente que muy probablemente sea inocente, se le planta a su jefa y dice "hasta acá llegamos". Ahí nuestro neófito espía se come un último apriete y la historia se termina, con un final abierto, en el quizás lo convencen para que siga adelante en la agencia, y quizás no. Dependerá de los costos que quiera pagar este personaje, al que Bendis desarrolla muy bien, y al que se nota claramente que no quiere juzgar, a pesar de las situaciones moralmente ambiguas (o directamente turbias) en las que lo envuelve.
Fire tiene varias escenas muy gancheras, sobre todo en la primera parte, cuando los agentes "acosan" a Benjamin para reclutarlo y el pibe no entiende muy bien qué pasa. Después, se hace todo bastante predecible y las revelaciones asombrosas sobre los servicios de inteligencia terminan por ser nimiedades y obviedades que ya vimos mil veces, en comics, novelas y películas anteriores y posteriores a 1994. Como siempre, Bendis hace una diferencia importante a la hora de los diálogos, siempre filosos, ingeniosos, muy reales y muy abundantes.
La edición de Image de 2001 tiene muchos retoques y correcciones respecto de la edición de los '90, que por lo que muestra el propio Bendis en el epílogo, parecía bastante precaria, bastante amateur. Por supuesto, no hay retoques digitales que permitan que el dibujo de Bendis brille con luz propia (sus mejores viñetas son copiadas de fotos, o de dibujantes que dominaban el claroscuro mejor que él, tipo Brian Stelfreeze o Paul Gulacy), pero en general esto se ve bastante aceptable. Y el guión, repito, tiene unos cuantos puntos a favor, si bien no se acerca ni por asomo a la gloria que te quiere vender el gurú del marketing que redactó los textos de la contratapa. Así que si te hiciste hardcore fan del pelado de Cleveland y querés recorrer sus trabajos de su etapa pre-mainstream, con Fire no te vas a prender fuego (cuac) pero tampoco te vas a aburrir ni a sentirte defraudado. Pero ojo! Leé la contratapa DESPUES de leer el comic, no antes...

lunes, 21 de abril de 2014

21/ 04: CELESTE BUENAVENTURA

Hoy me encontré con que la biblioteca pública de acá cerca, donde el otro día pude subir textos e imágenes no abre los lunes. Nada, mañana cuando vaya, subo la imagen de hoy, que es importante.
¿Por qué ? Porque es un libro que compré al ver la portada y quiero que la veas vos también . Boludeando en la FIC de Santiago de Chile, de pronto veo esa imagen y digo "No puede ser! Editaron en Chile un libro de Andre Juillard!". No, no era Juillard, era el prolífico Gonzalo Martínez , uno de los dibujantes con más presencia en estos últimos años en el mercado trasandino. Pero... no me digas que no tiene una onda Juillard! La pose, el gesto, la composición, hasta el color me remitió al maestro francés .
Una vez adentro, me encontré con el Martínez de siempre. Muy correcto, con mucha atención a la narrativa, pero siempre dentro de una tradición mas cercana a la yanki que a la francesa, con muchos primeros planos (logradísimos, por cierto) y pocas de esas tomas en las que los fondos les disputan el protagonismo a los personajes. La puesta en página es muy dinámica , la acción (que abunda) está muy bien plasmada y el color de Juan Moraga se complementa muy bien con el dibujo de Martínez , para conjurar climas y criaturas muy originales.
El guión de Rauch está claramente apuntado a un público amplio, se le nota que pretende seducir por un lado a las chicas jóvenes y por el otro a gente que nunca antes leyó historietas. Para lograr el primer objetivo, crea a una chica protagonista muy interesante, con una historia atractiva, una personalidad fuerte, y a la que durante estas 61 páginas le sucederán cosas y le revelarán secretos que la dejarán muy bien posicionada para convertirse en el centro de futuras epopeyas... que nunca llegaron. Este libro es de 2009 y desde entonces, Celeste Buenaventura no volvió a aparecer. Para captar a los lectores nuevo, el truco que despliega Rauch es el de meter en la trama en roles importantes a un montón de criaturas fantásticas que pertenecen al universo de las leyendas y los mitos de la tradición oral de Chile: el trauko, el Caleuche, el Millalobo, la pincoya, la fiura... Todos juntos y sin guardarse nada para la secuela, Rauch presenta a todas estas criaturas fantásticas y algunas más, pero no de modo enciclopédico ni didáctico (de hecho, si este es tu primer contacto con ellas, vas a quedar garpando varias veces) sino siempre en función de la aventura, como si fuera una película onda Labyrinth o The Neverending Story.
Y la aventura funciona bien. No está estirada, no se precipita hacia un final, resuelve todo de modo satisfactorio, tiene cosas predecibles y unas cuantas sorpresas y está bien salpimentada con escenas más tranquilas, en las que Rauch encuentra el espacio para que Celeste reflexione un toque acerca de todo lo que le está pasando, y además para desarrollar muy bien al principal villano, que es algo que suele descuidarse en este tipo de relatos.
Parece que, así como acá demostro una ponderable solvencia como guionista, Marco Rauch tiene más problemas que Medio Oriente a la hora de relacionarse con sus colegas y con el palo comiquero en general y hoy es un nombre prácticamente estigmatizado del otro lado de la cordillera. "Algo habrán hecho", diría un facho en los '70, pero la verdad que es una lástima que problemas personales hayan impedido la continuidad de esta serie que tenía un potencial enorme.
Iba a contar alguna boludez sobre una comiquería en la que estuve hoy, pero me quedó larga la reseña. Por ahi mechamos ese comentario con la reseña de mañana ..

jueves, 17 de abril de 2014

17/ 04: BOLITA

Hoy el clima tampoco estuvo muy playero y aproveché para recorrer la localidad de Torrance, al sur de Los Angeles, una zona industrial, con refinerías, plantas de energía eléctrica y enormes galpones y depósitos. Es una localidad casi sin edificios, donde solo se ven casas bajas y un par de parques espectaculares. En ese contexto (y en un barrio en el que se habla más castellano que en Palermo) encontré una comiquería medio escondida, llamada The Comic Cult. El local era bastante amplio, pero con el espacio mal aprovechado. Mala iluminación, vidriera horrenda, pocas bateas y un amplio sector con mesas para jugar Magic, en las que no había nadie. Acá no sólo escaseaban los coñemus y el merchandising en general. Tambien escaseaban los TPBs, que ocupaban un espacio muy menor en esas bateas ordenadas así nomás, por alguien sin criterio, sin ganas, a quien seguro le da lo mismo si no vende una chota. Las bateas de back issues, sin ser nada del otro mundo, estaban bastante bien, y en el sector de ofertas (que no era muy vasto) se pueden rescatar varios comics dignos y alguna que otra joyita semi-oculta. Obviamente no recomiendo irse hasta Torrance (a la vuelta de la Concha de la Lora) para visitar esta comiquería, a la que -si no pasa nada raro- me parece que le quedan pocos meses de vida.
Lo que sí recomiendo es comprar, leer y atesorar el tomo recopilatorio de Bolita, la última obra de la insumergible dupla integrada por Carlos Trillo y Eduardo Risso, cuya serialización en las páginas de Fierro terminó justo cuando falleció el guionista. Bolita es una especie de remake de Chicanos (también conocida como Ay, Jalisco!), con la misma idea básica, pero transplantada a la Buenos Aires del presente y con una primera aventura que no se parece a ninguna de las que Trillo imaginó para la extensa serie protagonizada en los´90 por Alejandrina Yolanda Jalisco.
Tal vez lo más destacado esté en esa adaptación al argento de la idea original. Trillo se mete a fondo con la vida cotidiana de esta chica boliviana, muy humilde, que vive en una villa y se gana la vida limpiándole la mansión a unos millonarios de Acassusso. En ese marco de marginalidad, Trillo mete ilusiones, afectos, recuerdos, vínculos solidarios y sobre todo inquietudes, porque Rosmery Ajata es un personaje inquieto, repleto de curiosidad y de ganas de hacer más, de saber más, de amar más, de vivir mejor. Los villanos son un poquito estereotipados y Trillo los plantea con pocas pinceladas y brocha bien gruesa. Se centra más en el conflicto, muy atractivo, y en la personalidad de la protagonista.
Lo ínico que no me cerró es que en el libro se nota mucho el formato serial. Cada x páginas, Rosmery repite lo que ya sabemos, a veces de modo muy obvio y a veces de modos más ingeniosos. Claro, la idea de Trillo era no dejar afuera al lector de Fierro que no había leído los episodios anteriores de Bolita. Y es un esfuerzo valioso, aunque cuando te bajás toda la serie al hilo sentís que te estan reiterando información como si fueras un subnormal que no entiende lo que lee.
El dibujo de Risso, excelente. No te digo que son las mejores 64 páginas que dibujo en su vida, pero posta, no tienen desperdicio. Y lo más lindo: el regreso al blanco y negro de un maestro del claroscuro, después de muchos años de laburar con coloristas, o a color directo. Si sos fan del león de Leones, ya sabés con qué clase de bestia te vas a encontrar.
Mañana arranca la WonderCon, así que lo más probable es que no haya post. Veremos qué onda.

miércoles, 16 de abril de 2014

16/ 04: TRES CORTITAS

Ya se me ocurrió la forma de postear con textos e imágenes , pero todavía no la puedo poner en práctica. Me parece que mañana esto vuelve a su cauce normal, por lo menos por un dia, ya que es poco probable que pueda postear viernes, sábado y domingo.
Hoy tuve un dia de playa alucinante, o sea que ni se me ocurrió visitar comiquerías. Aprovecho para rematar tres reseñas cortitas, de tres libros de poquitas páginas que lei en estos dias.
Gog es una novelita gráfica de 2000, escrita por J.M. Aguilera y dibujada por Paco Roca, mucho antes de ser un consagrado autor integral. Esta historia es la secuela de Road Cartoons, una serie aparecida en El Víbora. No es exactamente chota, pero tampoco imprescindible. Lo mas atractivo es como el guión logra integrar a una epopeya clásica de accion, aventuras, machaca y superpoderes al mismísimo Jesucristo. El resto, no se aleja mucho de elementos que ya vimos mil veces: minita onda Alicia en el País de las Maravillas, chabon pesutti tipo Rambo que demuestra ser copado, persecuciones, alusiones medio veladas a The Matrix (que en 2000 estaba muy de moda), un villano malísimo, un peligro zarpado del que los protagonistas zafan con mucha facilidad... Más de lo mismo, básicamente. El dibujo de Roca se la banca con mucho decoro. No tiene una impronta tan personal como la de trabajos posteriores, pero tiene mucho dinamismo, un gran equilibrio entre negros, blancos y grises y -sobre todo- una narrativa impecable.
Jenufa es otra novelita muy breve (solo 36 páginas ) en la que Alejandro Farias y Leo Sandler adaptan al comic la ópera homónima, obra del checo Leos Janacek. Se trata de una tragedia muy extrema, a todo o nada, con personajes muy humanos y muy reales, enfrentados en un drama familiar muy áspero. El guión se hace muy llevadero, incluso si la temática no te resulta atractiva. Lo único discutible es la decisión de Farías (un verdadero erudito en materia de ópera) de hacer que los personajes (checos del Siglo XIX) se traten de vos y no de tú, algo que a mí me sonó medio bizarro. El dibujo de Sandler capta muy bien la tensión dramática exacerbada y se zarpa con expresiones faciales que parecen de Jack Kirby. Es un Sandler que se resiste a ser realista y lo logra con creces, y que también sorprende con un gran equilibrio entre blancos, negros y grises.
Y finalmente, existe en IDW una serie (o varias miniseries) llamada Zombies Vs. Robots, una creación de Chris Ryall (jefe de coordinadores de la editorial) y el maestro australiano Ashley Wood. En 2012 se editó un anual en formato prestige, con cuatro historias cortas ambientadas en ese universo que yo desconocía. La primera está escrita por Daniel H. Wilson y no me aportó mucho. El dibujo, a cargo del genial Sam Kieth, tampoco. La verdad es que Kieth no se puso las pilas ni un poquito y se nota demasiado. La segunda historia, a cargo de los ignotos Kevin Grevioux y Drew Moss, no es una genialidad, pero por lo menos no se nota que te están tomando por boludo. No está mal. La tercera está escrita por Rio Youers (a quien tampoco conocía ) y tiene muy buenos dibujos de Andy Kuhn, en un estilo raro, muy potente y muy innovador. El guión también se deja leer sin mayores inconvenientes. Y la última , a cargo de Ryall y Wood, tiene los mejores diálogos y un par de imágenes muy impactantes, pero no termina de cuajar. Por ahi si uno leyó las sagas anteriores, tiene más sentido.
Bueno, nada más. Será hasta mañana.

martes, 15 de abril de 2014

15/ 04: ESTA COMPLICADA, LA COSA

Tengo un problema y no lo puedo resolver. La computadora que hay acá en el hostel es una garcha atómica que solo sirve para navegar por Internet. No se puede descargar y mucho menos manosear archivos de imagen, que son los que habitualmente uno busca para ilustrar los posts.
Tengo también una tablet que me prestó una amiga. Esta buenisima (la tablet) pero no logro que Blogger me deje subir las imágenes que descargo.
Me fui a la biblioteca pública, un truco que me funcionó muy bien en Harlem en 2012, pero esta vez no me dejaba acceder a mi cuenta de Google que es la que uso para postear en el blog.
Al final, estoy escribiendo en la tablet, directo en Blogger, sin el paso previo de escribir en un archivo de Word, leer todo, corregir y recién después subirlo al blog.
Voy a seguir buscando opciones para postear como corresponde, con textos e imágenes, pero hoy las imágenes te las vas a tener que imaginar, valga la redundancia...
A todo esto, como no logro postear, tampoco me pongo las pilas para leer. Lo que hice hoy, aprovechando que el viento y las nubes me dejaron sin playa, fue visitar una comiquería no muy lejana, que venía bastante bien recomendada. Y garpó. La susodicha se llama The Comic Bug y esta en Manhattan Beach. Es un local enorme, muy limpio, muy bien puesto, con muy buena iluminación y una vidriera linda, atractiva. La merca hegemónica son las novedades de todas las editoriales, tanto en revistita como en broli. Está todo perfectamente organizado para que cualquiera encuentre al toque lo que quiera comprar. Casi no hay coñemus y el merchandising ocupa una fracción ínfima de la amplia superficie del local. Hay unas bateas de back issues muy abundantes, con buen material de la Silver Age en adelante, a precios... no muy disparatados. Y lo más grosso son las interminables bateas de ofertitas, donde por un misero dólar te podes llevar papa muy fina, que incluye TPBs (no esperes las mega-glorias), muchisimos prestiges de los ´80 y ´90 y hasta alguna que otra novela gráfica. Un muy lindo hallazgo para ir a avechuchear un poquito y despuntar el vicio antes que arranque la convención...

lunes, 14 de abril de 2014

14/04: MAÑANA RETOMAMOS

No sé ni qué día es... Acá en Los Angeles son como las diez de la noche, pero en Argentina supongo que ya empezó el martes 15...
Nada, me voy a dormir, a ver si se me pasa el jetlag y la palma de haberme levantado a las seis de la matina...
Tengo leidos dos libros y medio, asi que mañana seguro reseño uno...
Gracias por la paciencia...

viernes, 11 de abril de 2014

11/ 04: GO WEST!

Hasta acá veníamos joya, con 100 posts en 100 días de 2014, pero hoy... arranca mi temporada de viajes! Hoy viernes, en un par de horitas, salgo rumbo a Santiago de Chile, donde voy a participar una vez más de la FIC (Feria Internacional del Comic), que se realiza en la Universidad Santo Tomás (Sede San Joaquín), que queda en Vicuña Mackenna 4835, Metro San Joaquín. Ahí estaré con un stand lleno de libros argentinos y seguramente me tocará participar de alguna charla junto a los invitados de Argentina, Brasil, Colombia y Chile que se darán cita en el evento.
¿Podré postear sábado y domingo? Misterio. Primero, no sé si tendré tiempo. Segundo, voy a estar en el mismo hotel del año pasado, ese cuyas computadoras no me dejaban descargar imágenes para ilustrar los posts. Me acuerdo que el año pasado eso me frustró tanto que dije “ma ´si, no posteo un carajo”.
¿Qué onda el lunes? El lunes salgo muy temprano de Santiago de Chile y me voy más al oeste todavía, a la gigantesca ciudad de Los Angeles, después de 14 años de no pisar las costas californianas. Calculo que llegaré tarde, tipo 10 de la noche, pero por la diferencia horaria acá van a ser como las tres de la matina. Si no estoy MUY reventado, y si las computadoras del hotel no son MUY chotas, quizás haya post. Pero no prometo nada.
Martes, miércoles y jueves, estoy de vacaciones y voy a tener tiempo de sobra para leer y reseñar. Así que de alguna manera, habrá posts. El viernes 18, sábado 19 y domingo 20 (Semana Santa, para los que creen en profetas con el superpoder de resucitar) voy a estar a full en la WonderCon de Anaheim, ahí cerca de Los Angeles, y –de nuevo- si los horarios y el cansancio lo permiten, no descarto postear algo.
Del 21 al 24 completo mis vacaciones y esos días habrá post, siempre desde Los Angeles. Y el 25 llego de vuelta a casa, pero a la mañana, o sea que seguro habrá post.
¿Tendré material para reseñar? Ni en pedo me llevo 14 libros en la valija... Llevaré, como mucho, tres o cuatro finitos. Veremos. Por ahí me llevo para L.A. algún libro de autores argentinos que no se venda en el stand de la FIC, o libros de autores chilenos, que seguro voy a capturar unos cuantos. Y una vez en Los Angeles, seguro que algún comic me voy a comprar, no? No sé si 52 kilos de broli como cuando fui a Nueva York, pero seguro voy a hacer una pequeña hecatombe, especialmente los días de la convención. La onda es improvisar, planificar menos y dejar que las cosas me sorprendan más.
Y bueno, me pierdo casi todas las actividades del Encuentro de la Palabra, una feria Rocketbooks, el pre-estreno para la prensa de la nueva peli de Spider-Man (la iré a ver al cine como cualquier mortal, porque me entusiasma bastante), algunos cumpleaños de amigos, varios partidos de Racing, varias fiestas ochentosas y el show de Rick Astley en el Gran Rex. ¿Qué va´cer? No se puede estar en misa y en la procesión, como decía mi abuela...
Atenti, entonces, a este finde atípico en el que puede o no haber material nuevo en el blog, y si no hay nada, será cuestión de bancar los trapos hasta el martes. ¡Nos seguimos leyendo!

jueves, 10 de abril de 2014

10/ 04: KITARO

Alla por Agosto del año pasado terminé una reseña de una obra de Shigeru Mizuki con la promesa de volver a visitar al maestro acá en el blog y -tarde pero seguro- hoy cumplo con esa promesa.
Este libro maravillosamente editado por Drawn & Quarterly ofrece 13 episodios de distinta extensión de la serie GeGeGe no Kitaro, todos de la época de 1967-69, considerada la mejor dentro de la larga historia de este personaje, que a su vez es la creación más famosa de Mizuki, por lo menos en Japón. Kitaro es un chico de unos 11 años con inmensos poderes místicos (por momentos me hizo acordar al Spectre de DC) que se dedica a resolver de modo 100% altruista los más diversos problemas causados por seres sobrenaturales, conocidos como “yokai”. Los yokai son seres del folklore y la tradición oral japonesa, mezcla de fantasmas, duendes traviesos y dioses oscuros. Mizuki dedicó muchas décadas de su vida a investigar acerca de estos personajes míticos y hoy es considerado la máxima autoridad en la materia en su país. Apasionado por el mundo de los yokai, Mizuki los hizo participar en muchos de sus mangas y quizás sea en GeGeGe no Kitaro donde mejor los aprovecha.
En cada una de las historias, Kitaro aceptará una misión, un encargo o un pedido de ayuda de una persona o un pueblo agobiado por la presencia maligna de un yokai. Sin pedir nada a cambio, el pibe tuerto y su padre (que tiene forma de ojo y vive en el agujero que le quedó a su hijo cuando perdió su ojo izquierdo) irán –al mejor estilo Hellboy- a investigar y a confrontar con las mitológicas criaturas. Kitaro, a pesar de sus alucinantes poderes, es un poquito torpe e impulsivo, así que el rol de su padre muchas veces es decisivo. Mizuki hace que Kitaro le gane a enemigos tan poderosos de modos tan rebuscados que por momentos parecen guiones de Gardner Fox o John Broome. Para el final, ya estás demasiado convencido de que, sea cual sea la amenaza, Kitaro la va a poder vencer, aunque lo más loco suele ser cómo.
Una de las mejores historias es la extensa (53 páginas) The Great Yokai War, en la que Kitaro recluta a varios yokai japoneses para luchar contra Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo y otras criaturas míticas del terror occidental. Y la que más me gustó es la más larga, The Creature From The Deep, cuyas 103 páginas están estructuradas como una excelente novela gráfica. Además tiene el atractivo de que acá Kitaro no combate con un yokai, sino que el antagonista es un pibe humano de unos 16 ó 17 años, al que Mizuki desarrolla muchísimo a lo largo de la historia y logra dotar de una tridimensionalidad asombrosa. De las que narran los típicos casos en los que Kitaro se enfrenta a un yokai y lo vence, las que más me cerraron fueron la violenta The Cat Master y la perturbadora Man in the Mirror.
De todos modos urge aclarar que -a pesar de cierto grado de truculencia y de girar todo el tiempo en torno a monstruos, fantasmas y cementerios- GeGeGe no Kitaro es una serie apuntada mayoritariamente a los chicos. La pongo en el escalón intermedio entre Escuela de Monstruos y los mangas de Hideshi Hino, Junji Ito o Kazuo Umezu. Por eso no da para escandalizarse si Mizuki mete algún chiste medio ganso en el medio de una situación dramática, o si las tramas se resuelven con un cierto simplismo, o con deux ex machinas medio fumancheros. Hecha esa salvedad, estamos ante una obra indudablemente atractiva del longevo sensei.
El dibujo es muy parecido a lo que vimos el 05/08/13 en la reseña de 3, Calle de los Misterios: una belleza freak pasada de rosca, personajes muy expresivos dibujados en un estilo caricaturesco muy suelto, muchísimo laburo en los fondos, efectos locos con texturas, esfumados, cepillados, cross-hatchings, puntitos puestos a mano y demás yeites que luego retomará Hideshi Hino... todo eso y, en The Creature From The Deep, un par de escenas increíblemente zarpadas, que parecen dibujadas por Beto Hernández en crack. Realmente impactante.
Desde este blog seguimos levantando las banderas del maestro Shigeru Mizuki, genio indiscutido en su país, virtualmente desconocido en el nuestro. Por suerte cada vez hay más editoriales occidentales que se animan a mostrarnos las gemas de este veterano mangaka, al que siempre garpa leer. Algún día, quién te dice, quizás se avive un editor local...

miércoles, 9 de abril de 2014

09/ 04: DC COMICS PRESENTS THE ATOM

Eso no es exactamente una basura irreivindicable, una historieta nociva, de las que dañan no sólo al boludo que las lee sino también al medio en sí. Pero es un material flojo, con más limitaciones que inspiración, y no fueron pocas las veces que paré un toque la mano y me desconecté de las historias para pensar “¿Qué carajo hago yo leyendo esto?”.
Este TPB para pobres (vuelvan, muchachos, los extraño) incluye dos saguitas de dos episodios originalmente publicadas en la revista Legends of the DC Universe. En la primera, Steven Grant nos narra el primer encuentro entre Atom y Green Lantern, obviamente anterior a que el minúsculo titán se uniera a las filas de la Justice League. El guión es decididamente flojo, sobre todo cuando Grant mete en la ecuación a Jean Loring y Carol Ferris. Si eran personajes chotos cuando sabían las identidades de sus respectivos chongos, imaginate acá, cuando todavía no las sabían. Como en casi todos los comics de la Silver Age, las minitas sólo sirven para embarrar la cancha y para obligar al guionista a forzar groseramente el verosímil y hasta el sentido común para no poner en evidencia esa boludez tan típica de la Silver Age de DC, que es el secreto de la doble identidad de los héroes. Por si faltara algo, el villano viene heredado de un arco argumental anterior, también escrito por Grant para esta misma revista, pero protagonizado por Abin Sur. Se trata de Traitor, el enésimo antagonista duro, malo, al que sólo le interesa matar y destruir, y por supuesto los otros guionistas jamás se hicieron cargo de su prescindible existencia.
Toda la saga es bastante torpe, bastante rudimentaria, y sin embargo lo que más me entristeció fue ver al maestro Gil Kane, ya en el último tramo de su vida y su carrera, dibujando como podía, es decir, a media máquina. Parte de la torpeza general se evidencia en el dibujo de Kane, que parece estar luchando contra la mano para que esta lleve al papel aunque sea algo de lo que el maestro veía en su mente. El entintado de Klaus Janson, fuerte y muy personal, tapa un poco el estilo elegante de Kane y colabora con el deslucimiento de la faz gráfica. Una lástima, porque en los ´70, cuando Janson entintaba a Kane en Daredevil, la dupla funcionaba bárbaro y pelaba unas páginas magníficas.
El otro arquito de dos episodios tiene dos guionistas, Todd Dezago y Rich Faber. Pobres, entre los dos no hacen uno. La idea es que Atom luche contra Chronos y se meta en kilombos que involucran viajes por el tiempo, además de darle chapa al casi siempre insulso Ray Palmer. El resultado es un comic chato, aburrido, con escenas supuestamente impactantes presentadas de un modo antinatural, sin espesor dramático... una berretada. Lo único rescatable es el intento por reinsertar en la mitología heroica del (viejo) DCU a Snapper Carr, etermo segundón barrido más de una vez abajo de la alfombra, que es el que acá se lleva los diálogos más ingeniosos.
El dibujo está a cargo de Drew Johnson, un dibujante bastante correcto, que cuando se inspira pela muy buenas expresiones faciales, dignas de un Terry Dodson, ponele. Johnson parece provenir de una escuela similar a la de Tony Harris (autor de la majestuosa portada) y de hecho lo imita bastante, incluso a la hora de asumir riesgos interesantes en la puesta en página. Pero claro, no logra plasmar ni esos efectos copados de claroscuro que metía Harris en Starman ni esa estética hiper-pulcra e hiper-realista que el ídolo desarrollaría más tarde en Ex Machina. Así es como el dibujo se queda muy a mitad de camino, con algunas pifias menores en los cuerpos y varios aciertos lindos en las caras, sobre todo en las de Chronos. El hecho de tener dos entintadores distintos tampoco ayuda al pobre Johnson al que, dentro de sus limitaciones, lo vemos poner bastante huevo.
En fin, puede fallar. Compré esto porque lo vi barato y porque le tengo un cierto cariño a Atom (no así a Hal Jordan). Y porque me intrigaba ver cómo Gil Kane dibujaba por última vez a sus dos grandes creaciones de los ´60. Ya veré a quién se lo regalo o canjeo, porque no me gustó ni ahí como para quedármelo.

martes, 8 de abril de 2014

08/ 04: EL AMOR ES UN PERRO VERDE

Este es una especie de libro maldito, contradictorio en su esencia. Por un lado, rescata casi 100 páginas de humor realizadas por Tute, algunas publicadas en la revista La Nación, otras en Orsai y otras inéditas. Hasta ahí, todo 10 puntos. Pero después resulta que el libro tiene tapas duras, papel de recontra-lujo, una encuadernación al nivel de los libros más chetos que llegan de Europa, y obviamente valía un huevo. Es decir, se pensó con un criterio de elite, no de acercarle este material a un público amplio como es el público que sigue a Tute en su laburo en el diario. Para completarla, el libro no está en librerías. Había que pre-comprárselo a la editorial, esperar que te lo mandaran, o conseguirlo medio de casualidad en algún evento o en alguna librería que hubiese pre-comprado unos cuantos ejemplares. Con lo cual, si vos lo descubrís hoy y lo querés conseguir, vas a tener que salir en busca de una especie de Santo Grial que ya era caro cuando salió y hoy debe costar un huevo y la mitad del otro en algún sitio web donde algún avechucho lo tenga en venta.
¿Qué se logra con esta exclusividad tan forzada? Que el que hoy tiene el libro en sus manos saque chapa de canchero. -¿Viste qué lindo? Y bueno, yo me avivé antes que la gilada de que iba a estar bueno, por eso lo pre-compré. Cualquiera. Los libros no son para cancherear. Son para leer y, si sos copado, para prestar. Ahora este libro es imprestable. Porque te lo llegan a perder o a no devolver y ¿cómo lo reponés?. Todo nace de una idea muy chota, muy miope, muy de elite. Y los que conocemos a Tute sabemos que él no impulsa ni comparte esa visión de la vida. El quiere hacer su trabajo y que sea popular, accesible para todos.
Ahora bien, centrémonos en el trabajo de Tute. Estamos ante uno de esos humoristas gráficos que casi nunca buscan hacernos reir. Para Tute el humor es reflexión, es poesía, casi es una terapia psicoanalítica. Si te causa gracia, mejor. Pero si no te reís, también hay un mensaje que Tute transmite y que llega con mucha fuerza. La fuerza de una buena idea. La apuesta del autor es esa: la idea. La historia es la forma que se le ocurre para hacerte llegar la idea. Y el dibujo no importa, es apenas el mecanismo con el cual la historia se despliega en la página.
En las historietas Tute opta por un trazo minimalista, absolutamente despojado, casi más sintético que Copi, y sobre todo dibujado así nomás, a mano alzada. Seguro que no hay boceto debajo de esos personajitos, como no hay una grilla de viñetas, sino una línea (más curva que recta) que define a cada uno de los cuadritos del modo más sui generis que se te pueda ocurrir. Hasta el rotulado manual, apresurado y con tachaduras a la vista, denota un desinterés de Tute por la prolijidad y el virtuosismo de los que hace gala en los chistes de una sola viñeta, que además suelen tener un exquisito tratamiento del color.
Estos relatos secuenciales (generalmente protagonizados por un tipo genérico, sin rasgos, bastante loser y casi siempre llamado Hugo) se basan en diálogos y silencios. A veces la gracia está en los diálogos, a veces en los silencios, como en las historietas de Lizán que salían en la Fierro en los ´80 (Santo Varón, Los Profesionales). La acción es mínima. Los personajes casi nunca hablan de lo que sucede, de lo exterior, sino más bien de lo que sienten en su interior. Claramente el libro reúne páginas centradas en el tema del amor y por suerte Tute encuentra muchas formas distintas de abordar esa temática. Algunas sorprendentemente cómicas y otras teñidas de una melancolía muy fácil de asociar con la otra pasión de Tute, que es el tango.
Si sos fan de Tute, tenés varios de sus libros y recién te enterás que existe El Amor es un Perro Verde, seguro te la querés cortar en fetas y mandarle una por correo a los que editaron esta joyita. Si estabas pensando en empezar a comprar libros de este autor, fijate si lo encontrás, por ahí aparece. Y si no sos fan de Tute, pero te interesa un humor gráfico distinto, arriesgado en la temática y en la estética, no dejes de darle una oportunidad a cualquiera de los libros en los que este referente fundamental del “humor sin carcajadas” se dedica a abrir puertas, cabezas y corazones.

lunes, 7 de abril de 2014

07/ 04: URANI

Vamos con otro clásico de este blog: las series de Joann Sfar de las que sólo existe el Vol.1. Esta vez la jugada era demasiado ambiciosa: se trata de una historieta concebida a cuatro manos por Sfar y el maestro David B., pero a diferencia de La Mazmorra (en la que Sfar repartía tareas con Lewis Trondheim) acá los dos escriben y los dos dibujan! Ya desde la portada queda claro que hay dos grafismos bien diferenciados y dentro del álbum vamos a ver todo el tiempo secuencias que dibuja uno mechadas con secuencias que dibuja el otro.
Urani no sólo es el título del álbum, también es el nombre de la ciudad en la que se desarrolla esta trama bien aventurera, con todos los tópicos de los géneros clásicos: espías traicioneros, científicos geniales, freaks, villanos que quieren conquistar el mundo y hasta una superheroína que en realidad no es un ser 100% humano sino una criatura artificial. Todo está pensado para que te enganches desde la primera secuencia y una vez que la historia empieza a rodar, se hace más adictiva que los bizcochitos Don Satur hexagonales con azúcar negra, de los que me puedo bajar varias bolsas al hilo.
El protagonismo está bien repartido entre varios personajes e incluso Urani, la ciudad, está descripta y trabajada con la dedicación que habitualmente le ponen los buenos guionistas a los buenos personajes. Dentro de ese elenco bastante coral, sobresale Odin que (como el papá de Thor) pagó un ojo de la cara por convertirse en el hombre más sabio del planeta. Capaz de lograr auténticos prodigios tecnológicos, y hasta de darle vida a seres artificiales, Odin es buscado por los servicios secretos de varias potencias que lo quieren trabajando para ellos, o muerto. En los planes de estos temibles operarios del recontraespionaje se entrometen el Ermitaño (hasta ahora el principal villano de la historia), Europe (la superheroína creada por Odin, al servicio de la Unión Europea) y el Tigre, un violento mercenario, bizarro, carismático, con un pasado alucinante y con mucho peso en las escenas de acción.
La historia llega a la página 46 con los conflictos bien planteados pero se termina sin siquiera acercarse a la posibilidad de resolverlos. Claramente este álbum (lanzado en 2000) se pensó como el primero de una serie, y la serie jamás continuó. Y ahí quedaron las tramas, los personajes y la ciudad de Urani en un limbo muy choto y muy injusto, tanto para el lector que se enganchó mal con este tomo, como para la propia historia, que pintaba alucinante, con muchísimo potencial.
En cuanto al dibujo, David B. hace más o menos lo mismo de siempre, y se luce con su increíble manejo del claroscuro. Sfar mete muchas más viñetas por página que su compañero y dibuja en su estilo más prolijo, con las líneas más cerradas, las figuras bien definidas, con la freakeada acentuada desde las iluminaciones, las texturas y los cross-hatchings, no desde el vuelo descontrolado de su plumín. Entre los dos le facilitan bastante la tarea a la colorista Brigitte Findakly, que hace gala de una gran versatilidad y un inmejorable criterio para elegir los colores en base a los climas (muy cambiantes) por los que transita la historia.
¿Se puede recomendar Urani? En realidad sí, porque son 46 páginas de historieta MUY zarpadas, en las que dejan la vida dos capos del Noveno Arte difíciles de superar. Pero como me da bronca que la hayan dejado inconclusa hace 14 años, me doy vuelta al mejor estilo UCR y digo todo lo contrario. Que no, que no te recomiendo gastar tu dinero en un álbum que resulta ser sólo un pedacito de una historia que nunca terminó. En todo caso, decidilo vos mismo de acorde a qué tan cebado estés con Joann Sfar y David B.. Yo tuve la suerte de que el libro me cayera de regalo, con lo cual no me da la cara para venderlo ni regalarlo. Lo sumo a mi colección de obras de estos dos maravillosos animalitos que nos dio el comic francés, con la mueca agridulce del “es lo que hay...”

domingo, 6 de abril de 2014

06/ 04: LAS ANDANZAS DE VLAD TEPES

Ultima etapa en esta recorrida por la historieta latinoamericana actual (la próxima será en unas semanitas) y vuelvo a Uruguay, a encontrarme con una historieta bastante atípica. No atípica en un sentido formal, porque no se trata de una historieta que se juegue a innovar o plantear el relato desde lugares (o con mecanismos) nunca antes explorados. De hecho, cuenta con los dibujos de uno de los nombres más activos de la historieta uruguaya, el prolífico Matías Bergara.
Lo raro de Las Andanzas... pasa por el guionista y por los guiones. Vlad Tepes es –como todos sabemos- el verdadero nombre del Conde Drácula, eterno capo del vampiraje. Acá, Tepes es vampiro, vive en Montevideo y tiene los rasgos de Silvio Galizzi, el guionista del comic, quien además es un conocido abogado, periodista, coleccionista y actor. De hecho, la primera parte del libro, las 52 páginas que componen el relato titulado “Erase una Vez en La Mondiola”, es una adaptación al comic de un film titulado Banfield Killer: Sangre en La Mondiola, en el cual Galizzi actuó en el rol del vampiro uruguayo. Es decir que la identificación entre Galizzi y Tepes no es un invento de Bergara, sino que ya viene impuesto por aquel largometraje y un segundo, La Balada de Vlad Tepes, en el que el actor principal también se hizo cargo del guión cinematográfico.
Lo otro muy loco de los guiones de Vlad Tepes es la profunda incorrección política. En estos tiempos en que los autores (incluso los de vanguardia) se esfuerzan tanto por no generar ni una pizca de polémica, por no crear nada que pueda resultar mínimamente ofensivo para nadie, Galizzi pone cuarta y se manda a 150 km/h por la banquina del lado contrario. En estas historietas hay chistes muy crueles, profundamente discriminadores, hacia los negros, los discapacitados, los putos, los chinos, los murgueros, las feministas, Papá Noel y los pibes que piden monedas en la calle, entre otros. Por si faltara algo, tenemos como protagonista a un hijo de puta que, además de chupar sangre, viola y mata sin ningún prurito, y sin ninguna consecuencia visible. De hecho, los guiones nos invitan a FESTEJAR cada una de las atrocidades que comete Tepes, lo cual es bastante heavy. Felizmente, estas masacres, vejámenes y traiciones vienen sazonadas con diálogos irónicos y muy efectivos, en la línea de los que escribía hace 30 años el maestro Enrique Sánchez Abulí en las historietas de Torpedo.
Nada de lo antedicho nos aclara si los guiones son buenos o no. Por lo menos para mi gusto, funciona mucho mejor el relato largo que las historias cortas (siete “andanzas” de cuatro páginas cada una), que muchas veces se quedan en el “chiste largo” y no tienen mucho más sustento que verlo a Tepes hacer maldades y “oirlo” tirar frases tremendamente ofensivas sin que se le mueva un pelo. La historia larga, la que adapta la película, está mucho mejor, con climas y situaciones más elaboradas y mejor resueltas.
Por el lado del dibujo, lo raro es verlo a Bergara alterar un poco su estilo habitual para ganar en velocidad y agilidad. Estas páginas no existen en papel y nunca vieron la tinta. Están dibujadas íntegramente en una tableta digital y retocadas en el photoshop por un Bergara que por momentos se vuelve irreconocible. De nuevo, en la historieta más extensa brilla mucho más el dibujo, se lo ve más comprometido, con la puesta en página más trabajada. No está toda dibujada al nivel de Dengue o El Viejo, pero queda bastante claro que hay un tipo muy talentoso detrás del lápiz (óptico). En las historias más cortas, el “sale con fritas” muchas veces le gana la partida al oficio y la calidad que uno asocia normalmente con la firma de Matías Bergara. El cuidado está puesto en que los personajes sean muy expresivos (a nivel corporal y de los rasgos faciales), y el resto está todo resuelto muy a los pedos, muy con lo justo.
Si querés descubrir a un Bergara que juega en el límite entre el no-virtuosismo y el “me chupa un huevo todo”, este libro es realmente revelador. Y si te querés reir con un humor negro, sórdido, del que hace que te avergüences por haberte reído de semejantes animaladas, este macabro alter ego de Silvio Galizzi te va a entretener un buen rato.

sábado, 5 de abril de 2014

05/ 04: FATALE Vol.2

Hoy de nuevo tengo poquísimo tiempo, porque en un rato arranca Dibujados. Una pena, porque me tocó un libro exquisito, con mucho y muy bueno para diseccionar.
Para ganar tiempo, no voy a hablar del dibujo. Lo que hace Sean Phillips en este arco no se diferencia en nada de lo que ya vimos en el Vol.1 (reseñado el 08/12/13). El guión de Ed Brubaker pega un salto temporal importante: la parte que transcurre en el pasado (que, al igual que en el Vol.1, es la que más páginas ocupa) no está ambientada en los ´50, sino a fines de los ´70, en el mundillo superficial, promiscuo y merquero de Hollywood y sus estrellitas. En ese contexto veremos nuevas atrocidades que giran en torno (aún a pesar suyo) de la enigmática Josephine, la hermosa mujer que no envejece y que está vinculada de modos misteriosos a una secta que parece satánica, pero en realidad adora a los “dioses oscuros”, unas criaturas de clara raigambre lovecraftiana.
Esta vez, el personaje que caerá en las redes de Josephine es Miles, un actor mediocre que no se resigna a que su carrera se fue al descenso y que se refugia en la heroína y la venalidad. Es un personaje muy, muy bien trabajado por Brubaker, al que el autor dotará de enorme tridimensionalidad, al que veremos evolucionar muchísimo y replantearse miles de cosas a lo largo de la trama. Una vez más, esta está contaminada de corrupción, extorsiones, mentiras, violencia, secretos ancestrales y mucha sangre.
¿Y Nicolas Lash? Quedate tranquilo, que el guionista no se olvida del pobre loser que protagoniza las secuencias del presente. Para él también hay sacudones violentos y serias complicaciones, producto de su obsesión con Josephine. Lo mejor es cómo los flashbacks que tira Brubaker en la línea argumental de Nicolas enganchan perfecto con lo que viven Josephine y Miles en los ´70.
Acá me bajé cinco episodios al hilo, de los que llevo traducidos al castellano sólo dos. O sea que una parte del TPB la leí “mes a mes” y la otra, de un tirón. Por supuesto, los episodios que no había leído para traducir se me pasaron volando, en parte porque coinciden con el momento en que Brubaker decide cambiar el ritmo (al principio muy tranqui) del relato y precipitar los macabros acontecimientos.
Con arcos como este, es muy difícil bajar a Fatale de la lista de los comics imprescindibles, de los que hay que seguir a muerte.

viernes, 4 de abril de 2014

04/ 04: HO2

Hoy cortito, porque tengo poco tiempo.
Luego de aquel primer tomo que vimos el 20/03/14, Luciano Saracino y Javier De Isusi recuperan a algunos de los personajes de ese libro para una segunda historia, mucho mejor estructurada, con los conflictos mucho mejor definidos y con un final mucho más redondo.
Esto ya no parece una especie de antología hilvanada por un par de conceptos o personajes troncales, sino una verdadera novela gráfica, que se beneficia del hecho de haber presentado a un par de personajes y a la originalísima “mitología” del olvido en el tomo anterior. Con ese protocolo ya cumplido, Saracino y De Isusi se lanzan a una saga en 100 páginas que nunca cobra un ritmo arrollador, de blockbuster, pero en la que pasan un montón de cosas.
Hay muchas escenas realmente memorables, se nota muchísimo el cariño de los autores para con los personajes y –sobre todo- está muy bien logrado el equilibrio entre una historia con altas pretensiones literarias y ciertas escenas en las que necesariamente la cosa va para el lado de la comedia, o de un par de garches bastante hot. Por momentos pareciera que Saracino y De Isusi se toman demasiado en serio lo que están contando y quizás ese sea el único punto débil de este segundo libro.
Eso y la propensión de TODOS los personajes por contarse historias entre ellos, incluso cuando el argumento no lo requiere. Varias veces vemos a dos personajes conversando y uno arranca con “Te voy a contar una historia” y son historias lindas, pero generalmente medio descolgadas. Incluso en estas historias hay personajes que cuentan OTRAS historias, o flashbacks a secuencias del pasado, que se podrían haber omitido en pos de un ritmo más acelerado. Pero nada de eso complica ni empantana la lectura, así que no da para criticarlo.
Esta vez hay un sólo dibujante a cargo de casi todo el libro y se trata de Sergio Kechu, a quien yo no conocía. Es un dibujante muy plástico, con obvias raíces en la animación, y mucha cancha para darle onda y expresividad a los personajes. Ojo, no es un virtuoso. No es Cyril Pedrosa ni Nicolas Kéramidas. Pero se la re-banca. Y las páginas que no dibuja Kechu se las reparten entre el gran J.M. Ken Niimura (el de I Kill Giants) y Sebastián Barreiro, un ilustrador argentino con poca historieta a sus espaldas, pero que pela unas imágenes maravillosas, en las que se mezclan David Rubín, Richard Sala, Craig Thompson y Rafael Grampá. Ojalá hubiera más Niimura y más Barreiro en el tomo.
No quiero agregar más para no spoilear. Ojalá a la edición argenta del Vol.1 le vaya bien y salga pronto este segundo tomo, que con menos dibujantes y un elenco más acotado, me convenció bastante más.

jueves, 3 de abril de 2014

03/ 04: THARG´S CREEPY CHRONICLES

¡Qué buen libro! 144 páginas rescatadas de los back issues del mítico semanario británico 2000 A.D., que no sólo son difíciles de conseguir, sino que además durante años se imprimieron en un papel horripilante. Acá el papel es excelente y tanto las historietas a color como las que son en blanco y negro se ven muy, muy bien. Ni siquiera se sufre el rotulado, que era uno de los puntos más flojos de los primeros años de esta clásica antología. El criterio para elegir el material fue reunir historietas enroladas en el género del terror (por eso la palabra “creepy” en el título), algo que -a grandes rasgos- se logró. Veamos con qué nos encontramos.
Abre una historia de 36 páginas escrita por Mark Millar y ambientada en una base militar repleta de ojivas nucleares. Es un thriller psicológico en el que recién al final aparece un elemento sobrenatural, y todo está pensado para ponerte MUY nervioso. El dibujante es Dave D´Antiquis, un Juan Carlos Flicker que cumple con lo justo, porque si bien mete foto a lo pavote, labura muy bien el claroscuro y sabe ponerle expresividad a la figura y los rostros humanos.
La historia de siete páginas dibujada por el maestro Kevin O´Neill data de 1980 (la más vieja del tomo) y es muy probable que sea su primer trabajo, porque el estilo tiene apenas pequeños indicios de lo que pelará más adelante este ídolo. El guión de Steve McManus zafa, en parte porque anticipa en varios años algunas de las escenas más jodidas de la primera peli de Terminator. “Reapermen” es un chiste largo, resuelto en cinco páginas que podrían haber sido dos, por Gordon Rennie y un Jock prendido fuego, que hace magia con el color directo, con cositas de Simon Bisley, Sean Phillips y John K. Snyder. Linda historietita, aunque sin dudas menor.
Después tenemos 8 páginas a cargo de Steve Moore (recientemente fallecido) y el alucinante Greg Staples, un tipo cuyo estilo pictórico se presta mucho a la no-narrativa (o a los tropiezos en la narrativa) y sin embargo se la re-banca. La historia es un toque predecible y por momentos parece el prólogo a otra cosa. Y me quedo con Moore, que ahora forma equipo con el cada vez más grosso Frazer Irving, para una historieta de 5 páginas que también podría entrar en la categoría de “chiste largo”. El guión es entretenido pero predecible y el atractivo está en el dibujo de Irving, que hace gala de un blanco y negro vibrante, con infinitos choreos a Andreas y a Berni Wrighston, aunque con mucha expresividad.
Otras historias muy cortitas: la intensa pero poco sorprendente “Scene of the Crime”, con guión de Al Ewing (hoy bien ubicado en Marvel) y dibujos del ignoto Don Reardon, clon defectuoso de Sean Phillips y Mike Mignola sin mayores problemas en la narrativa. Un guionista a quien no conocía, Chris Blythe, trata de sorprender con el final de “Revelations”, pero lo vi venir a ocho cuadras. El clima está bien logrado, en parte por el muy buen laburo del clásico Cam Kennedy. Las cinco paginitas del maestro Chris Weston (el único al que lo dejan dibujar su propio guión) también van para el lado del remate sorpresivo a algo que más que miedo causa risa, pero se hace muy llevadero y está obscenamente bien dibujado. Y me queda una de dos autores a los que no conocía, Arthur Wyatt y Edmund Bagwell, también de cinco páginas, también bastante predecible y también con un dibujante correcto, que se conforma con seguir la línea de Sean Phillips.
Me guardé para el final la papa más fina: 46 páginas (una novela gráfica corta) escritas por Gordon Rennie, en las que nos presenta una realidad alternativa en la que los superhéroes reciben sus poderes del LSD. Una especie de Astro City lisérgica, en la que los super-hippies se enfrentarán a un villano (no sé si nazi pero con esvásticas) llamado el Rey Lagarto, en un conflicto que me recordó bastante al de The Invisibles, aunque planteado de forma menos retorcida. Esto es realmente magistral y está lleno de excelentes ideas. Y por si faltara algo, dibuja y colorea Frazer Irving, completamente pasado de rosca, con varios estilos mezclados, efectos de photoshop, climas increíbles, anatomía y rostros perfectos y trucos narrativos que te hielan la sangre. Esto vale lo que pagues por todo el libro, sin ninguna duda.
Muy buena antología para descubrir trabajos de los ´90 o de principios de este siglo de varios autores británicos que hoy son furor en EEUU, y otros (como Gordon Rennie) a los que les chupa un huevo publicar en Marvel, DC e incluso Vertigo. Sod off!

miércoles, 2 de abril de 2014

02/ 04: MINHA VIDA RIDICULA

Sigo con mi recorrida por la historieta latinoamericana reciente y me encuentro con este magnífico recopilatorio de tiras cómicas y breves historietas de Adao Iturrusgarai, un autor más brazuca que comer feijoada en Copacabana, pero que hace varios años está radicado en Argentina.
Adao tiene una producción enorme desde fines de los ´80 y algo de eso pudimos ver traducido al castellano en las páginas de Fierro. A la hora de armar esta recopilación, el criterio fue reunir todas las historietas y tiras en las que el autor hace humor con su propia vida, ya sean anécdotas de su infancia y su juventud, o pequeñas crónicas de su vida cotidiana. En esta segunda vertiente, Adao incursiona en la clásica historieta autobiográfica protagonizada por un dibujante que vive con su esposa y sus hijos, en la misma línea de los trabajos de Lewis Trondheim o Alfredo Rodríguez que ya vimos en el blog, aunque sin escaparle al tema del sexo, bastante presente incluso en las tiras en las que Laura, su esposa, participa de argumentos y dibujos. Las tiras más graciosas son esas en las que Laura (argentina) habla como nosotros y Adao pesca la mitad de las animaladas que le dice su mujer.
Si conocés las obras de Iturrusgarai para los diarios y revistas de Brasil, seguro lo tenés encasillado como un humorista salvaje, un militante del movimiento del Humor Sin Barreras. Por suerte de eso hay mucho en las tiras e historietas en las que el autor cuenta anécdotas de su infancia, su adolescencia, sus meses en París y sus primeros años como dibujante profesional, ya afincado en San Pablo, cuando se convierte en una especie de sidekick de aquella tríada insumergible formada por Angeli, Laerte y Glauco (los vimos team-upear en una reseña publicada el 03/11/11). Ahí tenemos sexo, droga, rockanroll y hasta un enano que se disfraza de gaucho y se empoma a una vieja ciega, a la que solía tocarle el culo el abuelo del autor.
Me llamó mucho la atención una serie de tiras, agrupadas en apenas 5 páginas, bajo en nombre de Private Eye, porque ahí Adao cambia el estilo y dibuja con una línea más sólida, más redondita, más careta en un punto, más cerca de la de Angeli también, y sobre todo muy linda, muy plástica. En el resto del libro, vemos al autor dibujar en su estilo mucho más suelto, más a mano alzada, más al filo del mamarracho, con muchas menos pilas a la hora de pelar algún tipo de virtuosismo. Ahí se ve al Adao al que el dibujo le chupa un huevo, porque sólo le interesa contar el chiste. El grafismo poco importa, como le importaba poco a Georges Wolinski, por ejemplo, o a Johnny Ryan. Aún así, Iturrusgarai sorprende gratamente en el armado de las secuencias, cuando incorpora el color con acuarelas, y cuando hace que sus personajes salten por el aire en posiciones que me hicieron acordar a los dibujos de Keith Haring.
Como casi todos los autores que hacen humor autobiográfico, Adao se retrata a sí mismo como un personaje venal, patético, vago, pajero, borracho, irresponsable, al que le cuesta adaptarse a la vida tranqui de tipo cuarentón, casado y con hijos. Por suerte el libro incluye una sección de 12 páginas, en las que otros historietistas y humoristas hablan de Adao, y todos coinciden en mostrarlo como un guarro, siempre al límite de irse al carajo, pero muy inteligente, muy buen amigo y con una facilidad asombrosa para improvisar genialidades de la nada. En esas páginas vemos dibujos, chistes o historietas de una página de bestias como Allan Sieber y Arnaldo Branco (los tuvimos el año pasado en Comicópolis), Rafael Coutinho (a quien conocimos hace un par de años en Crack Bang Boom), Fido Nesti (a quien no conocía y me encantó), Eloar Guazzelli, el maestro Laerte y el ídolo marplatense Gustavo Sala. Un lindo complemento, para que se escuchen otras voces además de la del autor/ protagonista.
Si nunca leíste nada de Adao Iturrusgarai, no te recomiendo empezar por acá. Quizás te resulte más atractivo empezar por el libro de Rocky y Hudson, los cowboys gay, que son el greatest hit de este autor y hasta tuvieron su propia película animada. De eso también, algo se vio en Fierro y hace no mucho salió un muy buen recopilatorio en la editorial española Diábolo, que en algún momento me compraré. Y si ya sos fan de este monstruo, pedile este libro (editado por Zarabatana) a cualquier amigo, familiar, novia/o o dealer que viaje a Brasil, porque re-garpa (en reales).