el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 31 de marzo de 2012

31/ 03: AIR Vol.1

Este libro lo había leído en 2009, antes de empezar con el blog. Para mí, era como si lo hubiera leído en 1970, porque cuando agarré el Vol.2, enseguida caí en la cuenta de que no me acordaba absolutamente nada de lo sucedido anteriormente. “Volver a empezar, que aún no se acaba el juego”, cantaba Alejandro Lerner, y yo hice eso: volví a empezar. Ya tengo los cuatro tomos de Air, pero tuve que volver a arrancar desde el Vol.1. Y la verdad, no me arrepiento.
A ver: guionista mujer, dibujante turco, protagonista azafata. Un combo raro pero atractivo, no? Eso era lo que me acordaba antes de releer este tomo. Y que pasaban cosas raras, medio inexplicables. Efectivamente, la guionista G. Willow Wilson plantea una historia de intriga internacional, que tiene que ver con las aerolíneas, los aviones y las tecnologías que hacen que estos vuelen. Hasta ahí, buenísimo. Por supuesto, le metió en el medio una historia de amor, que también funciona, porque es la excusa para que pasen un montón de cosas que de otra forma no pasarían, y porque Wilson la aprovecha para mostrarnos más a fondo quién es y cómo piensa Blythe Cameron, la protagonista.
Pero aparece un tercer elemento y rápidamente (apenas pasadita la mitad del Vol.1) se come a los otros dos: Wilson le pone muchísimas fichas al realismo mágico, y de pronto tenemos vuelos a países que no existen, una especie de ciudad flotante en la que viven los más famosos aviadores de todos los tiempos y conversaciones entre Blythe y un dios con forma de serpiente alada que le “enseña” a cambiar con la mente el rumbo de los aviones. Para el final de este tomo, la historia de amor se fue al banco de suplentes (supongo que volverá), la intriga y las runflas entre corporaciones corruptas sigue ahí pero con menos peso, y lo más importante pasa a ser la exploración, con los ojos abiertos de par en par, de estos aspectos fantásticos e inverosímiles.
Hay que decir que hasta ahora, ninguno de estos elementos limados de la trama desentonan demasiado. Y que Wilson se las ingenia para mantener un tono sumamente realista y cotidiano en los diálogos, sobre todo cuando los que hablan son Blythe y su amigo azafato Fletch, un personaje tan bien trabajado que no necesitamos verlo derretirse por un chongo para darnos cuenta de que es gay. El único secundario que no me cerró es Ben Lancaster, quien hasta ahora la juega de capo de los villanos. Me parece que esta serie no necesitaba UN villano grosso, que volviera una y otra vez a hostigar a “los buenos” (al estilo Herr Starr, de Preacher), sino que daba para sacrificar un poquito de caracterización y que la empresa “mala” mandara a distintos sicarios a obstaculizar la labor de “los buenos” en cada instancia. Ver a Blythe enfrentar a un mismo tipo en Holanda, India y México en menos de 120 páginas es un poco mucho.
El dibujo de M.K. Perker es raro, pero bueno. Por momentos le salen feos los brazos, y tiene varias viñetas en las que se nota demasiado la falta de fondos. En general, zafa decorosamente. Me gusta su entintado, sobre todo, como maneja esas rayitas microscópicas tipo Travis Charest, pero pensadas en otro contexto gráfico. Le pone pilas a las caras, se zarpa cuando tiene que dibujar a la serpiente alada y las ilustraciones que hace para las portadas de cada episodio son magistrales. O sea que si bien tiene sus fallas, no lo puedo tildar de croto ni mucho menos. Veremos cómo evoluciona en los tomos posteriores.
No me acuerdo cuántos números duró Air en su pre-publicación como comic-book mensual, pero fueron pocos. Los críticos la trataron muy bien (el propio Neil Gaiman se deshizo en elogios), pero evidentemente sedujo a una cantidad de lectores más bien escasa. Por ahí los tomos siguientes nos dan la pista de por qué fracasó un concepto que, de entrada, pintaba sumamente interesante y –sobre todo- original.

viernes, 30 de marzo de 2012

30/ 03: EDGAR ALLAN POE: CUENTOS

Tercer año de blog, tercer libro de adaptaciones al comic de cuentos de Edgar Allan Poe. Ya tuvimos uno de Richard Corben, uno del Viejo Breccia, y ahora uno de Horacio Lalia, el maestro del terror gótico. Los tres adaptan, por ejemplo, El Corazón Delator. Y hay más adaptaciones de ese cuento, tal vez cuatro o cinco más. Por ahí se podría hacer un libro con todas las versiones. Lo mismo para El Extraño Caso del Sr. Valdemar, que lo vimos adaptado por Breccia, por Carlos Giménez y ahora por Lalia, y estoy seguro de que lo reversionó también Berni Wrightson. Estaría bueno para comparar desde dónde encara cada autor el texto, por dónde le entra, qué deja, qué saca, qué pasa por encima, en qué ahonda, qué imágenes lo conmueven como para convertirlas en viñetas...
Hay muchas formas distintas de plantearse la adaptación al comic de una obra literaria (lo comentábamos hace casi dos años cuando hablábamos de aquel libro de Corben) y Horacio Lalia, especialista en estas lides si los hay, representa cabalmente a una de las aproximaciones más frecuentes, aunque no a la que a mí más me gusta. Lalia se casa con el autor literario. Lo venera, jura amarlo y respetarlo hasta que la muerte los separe. Entonces sus adaptaciones parecen resúmenes de los cuentos con muchas ilustraciones. Se nota que a Lalia le duele en el alma cada palabra que Poe puso en su relato y él omitió en el suyo. Si fuera por él, dejaría el cuento entero. Y compensa esta especie de traición dejando la vida en cada viñeta, en cada trazo.
El resultado es visualmente impactante. El talento de Lalia para dibujar historias de terror es –a esta altura- más indiscutible que la inoperancia de Macri, y si te gusta el dibujo realista, oscuro, con mucho énfasis en los climas, fondos laburadísimos y primeros planos tremendamente expresivos, seguro tenés allá arriba al co-creador de Nekrodamus. Los problemas pasan más bien por la narrativa. Cuando te sentás a leerlas, las historietas de Lalia parecen un cúmulo de cinco o seis excelentes ilustraciones metidas en una misma página y bombardeadas por bloques de texto que les disputan –y a veces les ganan- el protagonismo. Casi no hay escenas en las que la imagen se hace cargo de llevar adelante la narración. En cambio sobran las escenas en las que el texto cuenta TODO y el dibujo ilustra (y al hacerlo reitera) un pedacito de lo que dice el texto. Si no te gustan demasiado los textos de Poe, las historietas de Lalia corren el serio riesgo de aburrirte.
Por supuesto, hay adaptaciones más logradas que otras. Hop-Frog, por ejemplo, no tiene desperdicio. A lo sumo tiene un par de esos palos que se suele pegar Lalia cuando adapta cuentos, esas páginas en las que el orden natural de lectura (de arriba a abajo y izquierda a derecha) no fluye naturalmente, porque hay un cuadro, un globo o un bloque de texto que se interpone, que te hace dudar qué corno leer primero y qué después. Pero le sobra lo que a otras adaptaciones le falta, que es ritmo. Y un aprovechamiento al mango de la espectacularidad y el dramatismo de lo que narra Poe en su cuento. A nivel gráfico, me voló el bocho la muy breve versión de El Retrato Oval, con menos masas negras y un trabajo exquisito de aguadas y tramas mecánicas. El cuento no me interesó en lo más mínimo, pero los dibujos de Lalia tienen un vuelo y una belleza alucinantes.
En realidad, si lo que más te gusta es el dibujo, este libro es altamente recomendable. El mundo crepuscular de Lalia, con sus castillos, sus cadáveres y sus criptas se complementa a la perfección con la atmósfera tortuosa y grotesca de los cuentos de Poe y de ese mestizaje salen imágenes realmente hermosas. Ahora, como historietas propiamente dichas, algunas de estas adaptaciones tienen más problemas que hallazgos, por eso me cuesta recomendárselo plenamente a los viñetófilos más exigentes.

jueves, 29 de marzo de 2012

29/ 03: CUESTION DE GENERO 2, EL REGRESO

Quedé debiendo de la vez pasada algunas ideas acerca de qué hacer para que más cromosomas XX pueblen el universo comiquero, sobre todo en lo que tiene que ver con el comic occidental, ya que –coincidíamos- entre los lectores de manga hay mucho más equilibrio entre varones y mujeres.
Primera idea: que haya más mujeres involucradas en la realización, la edición y la comercialización de los comics. Hoy hay muchas más que hace 20 años, es cierto, pero la proporción sigue sin reflejar la del “mundo real”. Guarda: esta fórmula puede fallar. De hecho, la intentó DC en los ´80 y ´90, cuando puso mujeres en sus cargos directivos, contrató coordinadoras, guionistas y dibujantes mujeres, etc., y siguieron sin venderle un puto comic a nadie que no usara calzoncillos. En las editoriales grossas de Francia pasó algo parecido. Al final, resultó que repartir un... 15% de los cargos de una editorial entre personal de sexo femenino no genera –por lo menos en el corto plazo- una masa de lectoras que arrime al 15% del total de los consumidores.
Igual, como primer paso, no está mal. Yo creo que en Argentina, por ejemplo, habría más lectoras de historietas si hubiera más minas escribiendo y dibujando historietas. Pero hay poquitas: Patricia Breccia (de vez en cuando) en la Fierro, Caro Chinaski en Tiempo Argentino, Alejandra Lunik en Oh La Lá... y después no sé si hay alguna otra, por lo menos en los medios más conocidos. Me extraña que no haya chicas haciendo comics, por ejemplo, en Genios y Billiken, que son revistas tan leídas por varones como por mujeres. El resto de las autoras o están ocultas en el under, o sólo publican en la web, o aparecen cada tanto con un libro interesante, pero de baja tirada y cero presencia en los medios masivos. Volvé, Maitena, que te extrañamos.
Segunda idea: cuidar la forma en que se muestra a la mujer en las historietas. Sean varones o mujeres quienes las escriben y dibujan, las historietas tienen que ser más piolas a la hora de reflejar el mundo femenino, a la hora de generar complicidad con lectoras de ese sexo. No podés seguir escribiendo –como en los ´40- minas que no sirven para nada, que suelen ser una molestia, una pelotuda a la que el villano captura para condicionar al héroe, o (en el mejor de los casos) una villana encubierta. Ya está, ya cansó. Una mina es más compleja que eso. “Elena! Martita!”. Déjense de pelotudear en esa casa y hagan algo más productivo que esperar que el macho las venga a rescatar.
Terminemos también con el power-yiro, la mina hiper-agresiva, violenta, armada hasta la argolla, que se comporta como un muchachón del puerto, pero con tetas. Una de vez en cuando se banca, pero ya sobran. El sólo hecho de que las mujeres (sobre todo en el género superheroico y demás comics para adolescentes) anden siempre ligeras de ropa, con casi toda la merca al aire, es piantavotos. La mina no quiere leer acerca de las fantasías pajeras del varón. Si la protagonista es mina, tratemos de que piense, sienta y SE VISTA como una mina, no como una bailarina del caño pasada de tequilas.
¿Y por qué en los comics el 95% de las minas están buenísimas? ¿No vale meter chicas fuleras, o petisas, o muy altas, o culonas, o dientudas, o con sobrepeso, o con tetas que en vez de melones parezcan picaduras de mosquito simétricas? Por supuesto hay excepciones, pero ¿cuántas son? ¿Respetan la proporción de minas no-modelos que se ven todos los días por la calle? Ni a palos, y eso también acota el potencial de llegada a las hipotéticas lectoras.
Tercera idea: urgente, comics para nenas de 10 a 14 años! Cuando los chicos se cansan de Los Pitufos, ponele, pueden pasar a Batman, Tintin o Patoruzú. ¿Y las chicas? Largan las historietas de la Genios ¿y qué agarran? Mafalda, ponele... pero se te acaba enseguida. ¿Qué se edita para ese segmento? Archie en EEUU, esos comics de chicas y caballos en Alemania, en algún momento W.I.T.C.H. en Italia y los comics de Purita Campos en España... ¿Alcanza para mantener a millones de borregas adictas al comic hasta que descubran el shojo, las tiras de Liniers o –mejor aún- el sexo? Vamos, loco! Media pila! Quiero comics de Barbie, de Floricienta, de los Teen Angels, de Justin Bieber, si fuera necesario! Tiene que haber historietas que reflejen las boludeces con las que se ceban las pendejas de 10 a 14, que hablen de los granitos, del primer beso, la primera menstruación... aunque sea en términos medio pavotes, no importa.
Y se me acabó el espacio. Seguramente las respuestas de los lectores me activarán nuevas ideas como para seguir debatiendo este tema en un futuro post. O no, qué sé yo...

miércoles, 28 de marzo de 2012

28/ 03: SHOWCASE PRESENTS ALL-STAR COMICS


Hacía mucho que no leía nada de superhéroes, no? Bueno, este masacote de casi 450 páginas trae todo lo que se hizo con la Justice Society en los ´70. Una historia que arranca en 1976 en la revista All-Star Comics y después pasa a Adventure Comics, no sin antes protagonizar un DC Special dedicado a revelar –por primera vez- el origen del primer super grupo de la historia.
En los primeros cinco episodios lo tenemos a Gerry Conway, guionista icónico de la Verdul Age, al que los personajes parecen importarle poco. Le da mucha bola a los nuevos miembros (Power Girl y Star-Spangled Kid) y poca a la interacción, al desarrollo de personajes (que se limita a generar discusiones pelotudas entre PG y Wildcat) y a los villanos, que son cualquiera. Pero –fijate vos- Conway baja línea acerca de la recesión económica que afecta a EEUU a mediados de los ´70, cuestiona sutilmente el programa espacial de la NASA y habla –y esto sí es impactante- del apartheid en Sudáfrica! En un comic de superhéroes de 1976! Ya sólo por eso, hay que reivindicarlo.
Después, y hasta el final, lo tenemos a Paul Levitz, que tampoco se calienta demasiado en darle onda a los villanos, tampoco se mata para generar plots interesantes y también ofrece una caracterización que se limita a hacer que los héroes discutan por giladas. Pero se juega a contar tres historias MUY importantes, realmente definitivas: el origen de la JSA (en los ´40 a nadie se le ocurría que hubiera que explicar cómo y por qué los héroes se juntaban para formar un grupo), la disolución de la JSA en los ´50, cuando los apura el Comité de Actividades Anti-Americanas fogoneado por el infausto senador McCarthy, y la muerte (verdadera, irreversible) nada menos que de Batman. Del Batman de Tierra-2, claro. También la primera aparición de Huntress, pero sucede en una aventura tan chota que casi ni merece ser mencionada. O sea que lo de Levitz, sin ser bueno, es importante. Evidentemente el tipo se sentía comprometido con la serie y quería dejar una huella duradera en la historia de los héroes de Tierra-2. Después vendría Roy Thomas y haría todo tanto mejor y más divertido que Levitz, que sólo los muy freaks reivindicarían esta etapa, pero esa es otra historia.
A nivel visual, el Showcase arranca como si fuera un comic de los ´50: dibuja el nada inspirado Ric Estrada y lo entinta el legendario Wally Wood, con los tapones de punta, dispuesto a imponer su estilo por sobre el del dibujante. El resultado es un comic que atrasa mucho, no sólo frente a lo que pubilicaba Marvel en esa misma época, sino incluso frente a lo que había hecho Wood a fines de los ´60 en THUNDER Agents o en la revista Witzend. Los tres últimos números de Conway los dibuja un muy joven Keith Giffen, a quien –por supuesto- la tinta de Wood oculta por completo. Pero el talento de Giffen se ve en la puesta en página, arriesgada, moderna, compleja, a años luz de la nada que proponía Estrada. Ya con Levitz al frente, hay tres episodios donde Wood se hace cargo de lápices y tintas. Ahí hay unos pocos momentos de gran belleza plástica (las tomas panorámicas de los castillos medievales y los hologramas en la secuencia del futuro) pero en general, todo es bastante aburrido.
Y después llega el co-equiper favorito de Paul Levitz, Joe Staton. Acá todavía estamos lejos del Staton que a mí me gusta, que es el de los ´80. Los primeros números son bastante flojos y la calidad mejora, pero lentamente. El primer entintador, el correcto Bob Layton, pone mucho de su estilo y tapa bastante a Staton. Después, pobre pibe, se tendrá que fumar a dos de los peores entintadores de la historia: Dave Hunt y el impresentable Joe Giella. Y finalmente, en apenas cuatro o cinco episodios de Adventure Comics, Staton se entinta a sí mismo y ahí sí, cumple con creces. No te digo “la descose”, porque sería mucho, pero la verdad que pone mucho huevo y logra momentos fuertes, con buenos climas, buenas peleas, buenas expresiones faciales y un balance muy atractivo entre blancos y negros (cosa que el Showcase nos permite apreciar y las revistitas coloreadas para el ojete no).
Esto sólo se le puede recomendar a los muy fans de la JSA, o a los nostálgicos de la clásica Tierra-2. Si no entrás en ninguna de esas categorías, el consejo es que sigas de largo porque las historias en sí no justifican la compra (ni mucho menos la lectura) de este mega-broli.

martes, 27 de marzo de 2012

27/ 03: YO, DRAGON Vol.1

Más de 800 días escribiendo un blog sobre comics y nunca había reseñado nada de Juan Giménez. Cuando alguno me vea por ahí, cágueme a latigazos, por favor...
La verdad es que el maestro mendocino no tenía un gran promedio en materia de obras en las que además de dibujar, escribió los guiones. Me acuerdo de Leo Roa, El Cuarto Poder, Elige tu Juego... todas historietas hermosas para mirar pero flojitas para leer. Acá, felizmente, pegó el salto. Este primer tomo de Yo, Dragón tiene todo lo necesario para seducir al lector exigente y dejarlo dispuesto a dar la vida por los dos tomos que faltan.
Lo que más me gustó es la ambientación medieval. Por ahí podrido de ser encasillado como “un maestro de la ciencia-ficción”, Giménez se tiró sin paracaídas a la epopeya medieval, con castillos, caballeros y –hasta ahora- un único elemento fantástico, que son (obvio) los dragones. El resto es todo muy real: señores feudales poderosos, caballeros valientes, cortesanos intrigantes, curas medio pasados de rosca, conspiraciones, destierros, enfermedades espantosas de esas que hoy reemplazamos con atrocidades similares tipo Radio 10, duelos, banquetes, sitios... No falta nada.
El primer tomo se toma el trabajo (bastante exhaustivo, por cierto) de presentar todo este entorno, y a un elenco protagónico compuesto por unos 9 ó 10 personajes, de los cuales tres no llegan enteros (lo cual no quiere decir que mueran) al final del tomo. Acá están casi todos los hallazgos de Giménez: en la construcción de los personajes (fuertes, bien definidos) y en la creación de situaciones que permitan la interacción entre ellos de modo razonable y creíble. Todavía no está 100% claro si algunos de los protagonistas son “buenos” o “malos” y tampoco qué rol jugarán los dragones, que hasta ahora aparecen poco y tienen poco peso en la trama. Se supone que en una saga llamada “Yo, Dragón”, su participación va a ser por lo menos relevante.
Además de presentar tooodos estos elementos, el ídolo mendocino hace avanzar un par de tramas: una tiene que ver con una pariente descastada del rey Fernando de Belmonth que quiere tomar el control del imponente castillo de Rosentall, y la otra va para el lado de un romance entre Silvia, la princesa del castillo, y el caballero Rob Bonn Magister, del cual hasta ahora sabemos bastante poco. No me extrañaría que este muchacho ocultara algún secreto heavy metal. Por supuesto hay más puntas a desarrollar, más cositas menores que pasan, o que uno intuye que están por pasar y todo está muy prolijo, muy claro, muy bien orquestado para crear un efecto dramático que capture la atención del lector.
Como sucede de vez en cuando, si Yo, Dragón en vez de un guión atractivo tuviera un mamarracho irredimible, escrito por un subnormal invertebrado que dejó su última neurona en una partida de Dungeons & Dragons allá por 1993, también habría que comprarlo. Hace más de 30 años que el dibujo de Juan Giménez justifica cualquier cosa y hace llevadero cualquier garrón que te tengas que comer a nivel guión. Acá “el Pelado” no baja ni medio cambio respecto de su trabajo más aucinante, la infinitamente grossa Casta de los Metabarones. La ambientación es otra, pero siguen ahí el laburo inhumano en espadas, armaduras, ejércitos, fondos, cuerpos y hasta vemos unas figuras humanas en acción con un dinamismo poco frecuente en las páginas de Giménez. Como siempre, el golpe letal, la fatality, nos la hace con su alucinante manejo del color, con esos engamados en los que predominan los colores fríos u opacos (marrón, gris, celeste, blanco) y cada tanto irrumpe un rojo furibundo o un amarillo descontrolado y explota la viñeta al carajo y más allá.
Hablando de viñetas, si bien este es el típico álbum francés (le pongo la etiqueta de “Argentina” de puro caradura) , no abundan las páginas de 183.000 viñetas microscópicas. Hay una de 10 viñetas y, fuera de eso, muy rara vez Giménez mete más de 7 cuadros por página. ¿Cómo hace para que en 54 páginas de no tantas viñetas pasen tantas cosas? Lo vas a tener que comprobar por vos mismo.
Yo me limito a ponerle una vela a San Jorge para que el Vol.3 salga pronto en Francia (parece que un conflicto entre la editorial y el autor lo está demorando) y para conseguir el Vol.2 (ya sea en castellano o en francés) a un precio razonable. Y a recomendar a pleno el Vol.1, obviamente.

lunes, 26 de marzo de 2012

26/ 03: MADAME XANADU Vol.4

Hora de despedir a otra serie de Vertigo bastante breve (29 episodios), que sin dudas daba para mucho más. Para este último tomo, Matt Wagner nos espera con seis episodios autoconclusivos, ambientados en distintos momentos de la década del ´60, con distintos protagonistas y con distintas dibujantes (“dibujantas”, diría Cristina). Veamos cómo viene la mano:
La primera historia es un toque predecible, pero logró ponerme nervioso y levantó mucho con el final. La dibuja Marley Zarcone, a la que no le sobra nada. Sus mejores viñetas parecen las de un clon correcto (aunque poco inspirado) de Brian Wood o Paul Pope y las peores parecen de Becky Cloonan un día “de esos” en los que no le sale una.
En la segunda hay un problema y es que sobra Madame Xanadu. Como el protagonista claramente “es malo”, se caga en el consejo de la que la tiene clarusa, y sigue adelante como si nada hacia su propia destrucción. O sea que si le sacás la escena entre Spencer y Nimue, te queda una muy jodida historieta de Flinch, o un capítulo con mucha mala leche de The Twilight Zone. Dibuja Laurenn McCubbin, una Ana María Flicker de la B Metropolitana, con un trazo que quiere parecerse el de Tony Harris pero no tiene onda y está mal coloreado. Decí que el guión es grosso...
El guión de la tercera historia no sólo es predecible: también se parece demasiado a decenas de guiones que ya leíste antes, sobre todo si consumís Vertigo (y especialmente Hellblazer) hace muchos años. Y encima está muy estirado: eso mismo se podía contar en –como mucho- 12 páginas. Dibuja Chrissie Zullo, quien parece estar muy canchera en el tema de ilustración de cuentos infantiles. Como historietista, más o menos, no es ni un adefesio ni una maravilla.
La cuarta historia es la más truculenta, la que más coquetea con el terror. Está ambientada en el siempre fértil mundo de las top models y los diseñadores de ropa cara y tiene un único problema (menor, por cierto) que es que Madame Xanadu resuelve todo muy fácil y en las dos últimas páginas. Frente a una amenaza tan heavy, daba para verla transpirar un poquito más. El dibujo corre por cuenta de Celia Calle, excelente ilustradora que había hecho varias portadas para American Virgin. Con su trazo extraño, sensual, hiper-estilizado e hiper-moderno (podría publicar tranquilamente en la Fierro o en La Murciélaga), Calle se adapta muy bien a las exigencias narrativas del guión de Wagner y termina por firmar las mejores páginas del tomo.
El quinto episodio juega con los hippies y las drogas y es –a nivel guión- la historia más importante, más canónica para Madame Xanadu. No quiero spoilear mucho. Sí subrayar que hay escenas realmente estremecedoras que yo nunca antes habia visto en un comic. Para dibujarla, Wagner convocó a Marian Churchland, una artista muy limitada a nivel dibujo, pero que se salva del descenso directo gracias a un magnífico trabajo con el color, que por momentos nos remite a una onda cuasi-pictórica, tipo Charles Vess.
Para el cierre, el regreso de la cada vez más sólida Amy Reeder (lo más parecido a una dibujante titular que tuvo Madame Xanadu) y un episodio rarísimo en el que no hay ningún conflicto, ni peleas, ni nada. La primera mitad nos muestra a Nimue interactuando con... un personaje secundario que debutó en el episodio anterior, y en la segunda mitad tenemos por un lado una especie de epílogo a la saga del Vol.3 (la de Morgaine Le Fay), y por el otro la vuelta de dos elementos recurrentes en los tomos anteriores: la visita del Phantom Stranger (que amagaba con co-protagonizar la serie allá por el Vol.1) y las menciones cada vez más explícitas al Universo DC. Y se acabó.
Como las adivinas truchas de Plaza Francia, yo le vaticinaba a esta serie una vida larga y próspera, pero no pudo ser. Me queda la tranquilidad de poder recomendar los cuatro tomos que salieron sin ganarme nuevos enemigos, porque realmente no hay un sólo arco que defraude. Te banco a muerte, Matt Wagner. Sabelo.

domingo, 25 de marzo de 2012

25/ 03: OHIKKOSHI

Entre el ´99 y el 2000, el maestro Hiroaki Samura se mandó un experimento muy limado: inventó una identidad ficticia, de un mangaka que no existe, llamado Teashi Takei. Con ese nombre hizo tres historietas que se parecen poco a su hitazo (La Espada del Inmortal, obvio) porque: a) son comedias románticas (o algo así) ambientadas en el presente y con chicos jóvenes como protagonistas y b) hay fondos realizados por un equipo de asistentes, cosa que Samura no permite jamás en las obras que llevan su firma. Este librito reúne las tres historietas de “Teashi Takei”, aunque sólo un ciego no reconocería -con ver apenas una viñeta- que se trata del inimitable Hiroaki Samura oculto bajo un nombre falso.
La primera historia tiene apenas ocho paginitas. Es un relato autobiográfico, que narra un viaje “de placer” a Kyoto en el que nada sale según lo esperado. Una boludez muy menor y rápidamente olvidable. La consigna para la segunda historia era “manga estúpido dibujado con toda el alma” y el resultado son 58 páginas magistrales: un rollercoaster en el que a la protagonista (una joven y virginal autora de shojo) le pasa absolutamente de todo, en el que el verosímil se rompe cada 10 páginas, en el que Samura se caga de risa cambiando de género de una secuencia a otra, y en el que el dibujo, efectivamente, no deja ninguna duda de que el autor puso el alma en cada viñeta. Esta es una bizarreada perfecta, que sólo puede salir de la mente de alguien que leyó demasiado manga y además tiene demasiado talento.
Y nos queda la historieta principal, la más extensa, que está –esta sí- claramente enmarcada en el género de comedia romántica, con sutiles toques del subgénero “jóvenes a la deriva”. Acá también Samura rompe la cuarta pared, ironiza acerca de las convenciones del manga romántico y hasta baja línea acerca de aspectos jodidos de la sociedad japonesa. De hecho, los protagonistas están todo el tiempo puteando porque no tienen un mango y pensando cuánta guita van a gastar antes de pedirse un trago en un bar, tomarse un taxi, invitar a una chica al telo, etc. Como en los típicos shojo, hay un personaje insoportable, estridente, que se la pasa exclamando pelotudeces, todo el tiempo con los nervios alterados, como un hamster violado por un rottweiler. Acá, lo loco es que es un varón, el violero de una banda que se las da de heavy y darkie, pero es un llorón y un pecho frío.
Lo lindo de Ohikkoshi es que se caga bastante en el shojo, y no sólo porque está bien dibujado. Hay conflictos sentimentales (el típico salame que está enamorado de una minita pero no se anima a decírselo, la minita que espera el regreso de su novio que se fue a otro país y cuando vuelve, vuelve con otra, etc.) pero también hay –metida medio a presión- una historia más jodida, de venganza y rencor, que incluye un par de corchazos. Y muchas escenas más graciosas, de amigos chupando cerveza y hablando gansadas, e incluso poesía, porque Samura nos muestra las letras que compone una de las chicas para la banda en la que canta y que muchas veces reflejan lo que le pasa a ella, a su amiga o al pibe que le gusta.
Esto vale la pena por donde lo mires, sobre todo porque el dibujo de Samura es –en todos los géneros donde moja- demasiado bueno para ser real. Todos los personajes tiene rasgos que los diferencian, te vuelve loco con los detalles en la ropa, el pelo, hasta en los instrumentos musicales, maneja como los dioses los climas, el balance entre blanco, negro y grises, las expresiones faciales... todo está demasiado cuidado. Y por si faltara algo, mete bizarreadas, cosas extrañas que no tienen mayor explicación como la cara del editor de manga de la segunda historia, o esa viñeta rarísima que ocupa media página cerca del final de la historia principal.
Hiroaki Samura vuelve a sorprender y yo vuelvo a recomendarlo enfáticamente tanto a los fans del manga como a los que simplemente quieren disfrutar del trabajo de un tipo tan loco y tan raro que se va un poquito a la mierda, pero no deja ni un segundo de demostrar su genialidad.

sábado, 24 de marzo de 2012

24/ 03: HOY NO HAY NADA

Estamos en el medio del finde de Dibujados, el maravilloso encuentro que se está realizando en Maipú 306, esquina Sarmiento, pleno microcentro de la ciudad de Buenos Aires, y la verdad es que no tuve tiempo de leer un carajo. Mañana sí, seguro vamos a tener una nueva reseña.
Pero hoy, si no tenés nada mejor para hacer, venite a Dibujados. La entrada es gratis (se pide sólo un alimento no perecedero para donar a los más necesitados de la provincia de Chaco) y van a estar dando charlas y talleres un montón de artistas grossos. También hay una muestra de dibujos alucinante, que gira en torno a los Monstruos y en la que participan idems como Diego Parés, Lucas Varela, Gustavo Sala, Salvador Sanz, Fernando Calvi, Eduardo Maicas, Pablo Zweig, Max Aguirre, el Bruno, Nico Di Mattia, Clemente Montag, Scuzzo, Gastón Souto, Brian Janchez, Nicolás Brondo, Pedro Mancini y varios de los dibujantes que juegan de locales en la Comiqueando, como Ariel López V., José Luis Gaitán y el Capitán Manu.
Y por supuesto, mesas con fanzines, revistas y libros a muy buenos precios. Y muy buena onda.
Bueno, nada más. Me voy para el evento. Y ni bien termina Dibujados, arranca la cuenta regresiva rumbo a Lobos...

viernes, 23 de marzo de 2012

23/ 03: WALT DISNEY TREASURY: DONALD DUCK Vol.1

Mucho más reconocido fuera de los EEUU que en su propio país, el maestro Don Rosa pasó a la historia por haber emprendido –él solito- la renovación y recuperación de los comics de Disney en la segunda mitad de los ´80. Porque, si bien en países como Italia, Brasil y Dinamarca la producción jamás cesó y los comics de patos y ratones siempre estuvieron entre los más vendidos, en el país que los vio nacer la producción se había vuelto tan escasa como estancada y la bola que le daban los fans de la historieta era menos que mínima. Todo esto cambió en 1987, cuando Don Rosa empezó a colaborar en las revistas de la editorial Gladstone (que en esa época publicaba los comics de Disney en EEUU), y a aplicar una fórmula infalible: recuperar la magia de las historias de Carl Barks, el Patriarca de los Patos. Este libro recopila en orden cronológico las primeras 13 historietas de Donald realizadas por Rosa, al principio como autor integral y para el final, en colaboración con guionistas alemanes.
El Donald de las primeras historietas es insufrible: competitivo, envidioso, irascible, miserable, tramposo, mentiroso... un tipo absolutamente despreciable. Pero claro, después aparece en escena Uncle Scrooge, y al lado de su tío, Donald es el más altruista y solidario de los héroes. Lo más interesante es que Rosa ensaya (aunque sea tímidamente) la explicación para el carácter de mierda del pato: está sin laburo, podrido de contar las monedas para bancar los gastos suyos y de los tres sobrinos. No es un argumento que se esgrimiera habitualmente en las historietas infantiles creadas durante los gobiernos de Ronald Reagan y George Bush padre.
Para su octava historieta, Rosa se decide a retomar la senda que lo llevó a publicar profesionalmente en los comics de Disney: como en su primer trabajo (Son of the Sun, una historia de Uncle Scrooge, Donald y los sobrinos que es secuela a uno de los clásicos de Barks), el autor se tira de cabeza en las gigantescas huellas de su maestro y recrea aquella cautivante dinámica entre el elenco básico de las grandes aventuras firmadas en los ´50 por el Patriarca de los Patos. The Crocodile Collector es (como Son of the Sun) un clásico instantáneo y Rosa junta coraje para emprender una historia más extensa (28 páginas) titulada Return to Plain Awful, otra secuela en la que retoma una de las grandes historias de Barks. Return to Plain Awful es, sin dudas, lo mejor que tiene para ofrecernos este libro. Acá el dibujo es perfecto y el balance entre acción y humor está tan logrado como en los mejores trabajos de Barks o de Hergé. Y por supuesto, la caracterización de los patos está logradísima.
Después, Rosa se va de Gladstone porque la editorial se niega a devolverle sus originales, y recala en Oberon, una editorial alemana que generaba material propio de Disney para ese país y que le ofrecía mejores condiciones de trabajo. El material que Rosa produce para Oberon (que es poquito, porque se queda ahí poco tiempo) también se publica en EEUU, y son historias más tranqui, mucho menos ambiciosas, más cortas y con mucho más énfasis en la comedia que en la aventura. Este libro ofrece tres, de las cuales la mejor es la última.
Al igual que Barks, Rosa se siente cómodo con una narrativa sumamente clásica y controlada (la página dividida en cuatro tiras, casi siempre de dos viñetas), de una claridad cristalina y con logros asombrosos en la composición de las viñetas. El grafismo de Rosa se asemeja al de Barks, pero hasta ahí nomás: el trazo del alumno tiene una oscuridad que el del maestro no tenía. Esas rayitas obsesivas y meticulosas tipo Robert Crumb con las que Rosa enfatiza los efectos de iluminación, o las emociones más extremas de los personajes, combinadas con un entintado más power, más denso, aportan un look más extraño, menos “cute”, casi un coqueteo con el peligro.
Si lo único que conocías de Don Rosa era su fundamental The Life & Times of Scrooge McDuck, este libro te da la oportunidad de ir un cachito más atrás y redescubrir otros clásicos. Re-da para pedirse también el Vol.2.

jueves, 22 de marzo de 2012

22/ 03: LOLITA HR Vol.1

Pintó un experimento raro, pero salió bien.
Una guionista francesa y un dibujante español presentaron un proyecto para una serie de álbumes al típico estilo europeo. La respuesta de la editorial fue “No, la verdad es que lo que estamos buscando es una serie para publicar en blanco y negro y en tomos chiquitos de muchas páginas, tipo manga”. Los autores, en vez de decir “Nah, me estás jodiendo, andá a cagar”, dijeron “Uh, qué grosso! Bueno, la adaptamos y la hacemos en esa onda”.
Y así surgió esta atractiva bizarreada llamada Lolita H.R. (siglas de Human Resistance), un “euro-manga” que nos lleva a un futuro no tan lejano pero bastante distópico, donde hay un extraño virus, un gobernante despótico, robots manipulados por el gobernante mala onda, y una resistencia humana todavía no muy organizada pero que tiene como cara visible a una (y acá viene un tópico clásico del manga, tanto del bueno como del que da náuseas) adolescente que canta rock.
Esta primera parte gira mucho en torno a Lolita, la rock star rebelde y conflictiva, que cautiva con su voz, baja línea con sus letras y estremece a propios y ajenos con las cifras de venta de sus álbumes. ¿Quién es Lolita? ¿De qué juega? ¿Por qué es un ícono cuya popularidad supera ampliamente a la de los cantantes robots? Y lo más importante: ¿a qué intereses responde? A estos enigmas le dedica casi todo el tomo la guionista Delphine Rieu y la verdad es que todo tiene bastante más sustancia de la que podría parecer a simple vista.
También está bastante trabajado el tema de esta sociedad distópica, con mucho énfasis en la vida de los pobre tipos y minas que, infectados con el extraño virus marabú, se ven marginados del resto de los habitantes y forzados a (sobre) vivir en zonas especiales, donde no sobra absolutamente nada. A través del personaje de Medhi, quien seguramente se va a convertir en protagonista del siguiente tramo, Rieu nos mete a fondo en este ghetto y logra escenas que –además de aportar intriga a la trama- nos dejan pensando y nos conmueven.
La narrativa de Lolita H.R. tiene poco que ver con la del manga, sobre todo porque pasan muchas más cosas que en el tankoubon promedio. Son 176 páginas de historieta en las que pasa lo que normalmente sucedería en... dos tomos de una típica serie de álbumes franceses, de 48 ó 56 páginas llenas de viñetas microscópicas. Hay mucha acción, muchas escenas tranqui, largas secuencias que la guionista usa para establecer el universo en el que sucede la historia, bastante desarrollo para los personajes que componen el entorno de Lolita (principalmente Iris y Ethan) y bastantes pistas acerca de quiénes son los villanos y cuál es su plan.
Todo esto representa un gigantesco desafío para Javier Rodríguez, aquel gran dibujante que en los ´90 contara la historia de Love Gun, una historia también ambientada en el futuro, con una minita como protagonista y repleta de acción, comedia y machaca. Después de eso, Rodríguez se dedicó a asistir o a colorear a sus amigos que estaban a full laburando para EEUU (Germán García, Javier Pulido, Marcos Martín) y medio que desapareció del mapa. Con Lolita HR lo redescubrimos afiladísimo, mucho más sólido que en los ´90, con un gran manejo de climas, escenarios, planos muy variados, rostros muy expresivos y un trabajo monumental con las tramas mecánicas. Te guste o no el manga, acá vas a vibrar de la mano de un dibujante de gran plasticidad, gran sutileza y gran sintonía con lo que le pide la guionista.
En suma, un muy buen primer tomo para esta serie, cuyo devenir resulta ágil, dinámico y muy ganchero, a pesar de la gran complejidad que –felizmente- muestra la trama. Tengo por ahí el Vol.2 para entrarle pronto.

miércoles, 21 de marzo de 2012

21/ 03: UNKNOWN SOLDIER Vol.4

Ulllltimo tomo de esta gran serie de Vertigo que tuvo la mala suerte de no enganchar a un número razonable de lectores, y terminó cancelada tras apenas 25 episodios. Menos mal que está toda reeditada en libros y que cualquiera puede acceder a ella, por más tarde que se entere de su existencia.
¿Te acordás, allá por los albores del blog, de ese manga llamado Relatos de un Carbonero, que te tiraba toneladas de data sobre el carbón bincho? Bueno, acá Joshua Dysart hace algo parecido, pero con el rifle Avtomat Kalashnikov. El primer episodio del tomo (dibujado como los dioses por el maestro Rick Veitch) se centra en esta popular arma de fuego y nos cuenta su historia, sus pros y sus contras, y hasta por qué es el artefacto que más muertes causa día a día sobre la faz del planeta. Sin dudas, un documento estremecedor y valiosísimo, que trasciende ampliamente los méritos de ser –además- una gran historieta.
Pero lo grosso del tomo es el arco final, el cierre de esta violenta y descarnada anti-epopeya, para la cual Dysart se reúne con el infalible italiano Alberto Ponticelli. Acá pasa todo lo que alguna vez quisiste que pasara: Te enterás de dónde salió Moses Lwanga, cómo se convirtió en la máquina de matar cubierta de vendas, y además se explica perfectamente la relación con el Unknown Soldier anterior, el de aquella famosa miniserie de Garth Ennis de mediados de los ´90. Los dos primeros episodios de esta saga se ocupan mucho de estas revelaciones y de empezar a cerrar las historias de los dos personajes secundarios más importantes: el espía yanki Jack Lee Howl y la doctora Sera Lwanga. Dysart no desaprovecha la ocasión para agregarles onda y complejidad a ambos, en episodios tan humanos, tan redonditos que... no muere nadie! Posta! Hay casi 45 páginas corridas en las que no tenemos chicos, ni adultos, ni siquiera animales cagados a tiros o a cuchillazos!
Por supuesto, la violencia recuperará territorio en el tramo final, cuando el Soldier decida ir de una vez por todas por uno de los grandes responsables de los padeceres de Uganda, el jodido Joseph Kony, líder del Ejército de Resistencia del Señor. Pará: yo también pensé lo que estás pensando vos.... No me digas que un comic que se jacta de ser complejo, realista, testimonial, de exponer desde varios puntos de vista un conflicto profundo, de difícil resolución, va a caer en la pelotudez de dirimir todo con una lucha entre “el bueno” y “el malo”... Y no, quedate tranquilo, que es un amague, nomás. La guerra unipersonal (aunque no por eso menos encarnizada) del Soldier contra estos genocidas es crucial y tiene su efecto, pero tampoco alcanza para cambiar la historia de un país. Al final, todo va a seguir el curso que conoce cualquiera que lea los diarios (no es mi caso, no les creo nada) y el implacable Soldado Desconocido va a terminar... de una manera muy lógica y bastante impredecible, que obviamente no voy a revelar.
A la hora de dibujar este último arco, Ponticelli sigue tan afilado como siempre. No lo incomodan todas esas páginas en las que no hay tiros, ni piñas, ni explosiones, para nada. Ahí también se luce. Sus flashbacks a las hazañas bélicas del viejo Unknown Soldier son tremendamente impactantes y lo que hace en la secuencia final (en realidad, las 10 ó 12 páginas anteriores al epílogo) supera en belleza y en intensidad a todo lo que había hecho en los tomos anteriores, que ya era muy, muy notable.
Magnífico cierre para una colección que será eternamente recordada (aunque sea por un puñadito de hardcore fans) por su valentía, su originalidad, su intransigencia y –sobre todo- por su infrecuente calidad artística. El día que me logre lucir en alguna conversación bajando línea sobre Uganda, los acholi y el Ejército de Resistencia del Señor, voy a acumular más motivos para estarle agradecido a Joshua Dysart por su inolvidable Unknown Soldier. Por ahora, los motivos son estos... y son muchos.

martes, 20 de marzo de 2012

20/ 03: LITTLE NOTHINGS Vol.4

Acá estoy de nuevo, fiel al maestro Lewis Trondheim y su cátedra de Historieta Autobiográfica. Ya pasamos por acá hace un poco más de dos años, cuando comentamos el Vol.3, y la verdad es que todo lo dicho acerca de aquel tomo se aplica también a este, sobre todo a nivel dibujo. Tanto es así que no voy a hablar de la faz gráfica de este tomo.
Pero en cuanto a las mini-historias que narra Trondheim (y que le sucedieron en la vida real durante 2009) hay varias cosas para destacar. En primer lugar, el garrón que se come en República Checa, cuando le detectan unos pólipos en las fosas nasales. “La saga de los pólipos” termina con una intervención quirúrgica, nos muestra a un Trondheim preocupado -por primera vez- por un problema de salud, y tiene un remate brillante en una ilustración con la que cierra el libro.
Lo otro muy destacable de este tomo es que además de viajar a la República Checa, New York, Las Vegas, San Francisco, Montreal, Alemania, Madrid, Angouleme, Córcega y la isla de Mayotte (colonia francesa cerca de las costas de Mozambique), el ídolo visita Buenos Aires, Ushuaia y el glaciar Perito Moreno. Me encantaría decir que las secuencias ambientadas en Argentina son las mejores del tomo, pero la verdad que no... Tiene un par de chistes muy buenos, dibuja unos paisajes alucinantes, pero no mucho más. No sé si no la vivió, o si eligió no reflejarla en las historietas, pero “la argentinidad al palo” brilla por su ausencia.
En realidad, Trondheim mira todo con los mismos ojos de alienígena, de tipo que se acaba de bajar del plato volador, lo cual es un recurso siempre efectivo a la hora del humor. Igual algo más vio en Argentina, ya que –como cuenta en una historieta- llega a evaluar la posibilidad de vivir con su esposa parte del año en Francia y parte del año en Buenos Aires. Al final, se termina asustando por el tema del agujero de ozono y las probabilidades de contraer cáncer de piel. Pero dice la gente que lo recibió en Buenos Aires (yo no tuve la suerte de cruzármelo, lo vi una sóla vez y en San Diego) que hasta llegó a ver departamentos en nuestra ciudad para comprar y fijar domicilio.
Además de todo esto, hay un gag recurrente al que Trondheim vuelve varias veces, al que podríamos llamar “la valija eternamente incompleta”: el tipo está preparando su valija y se jacta de lo bien organizado que está y de cómo esta vez no se olvida de guardar nada de lo que va a necesitar en el viaje. Y después te enterás qué se olvidó esta vez. Si viajás mucho (como me pasó a mí durante parte de 2010 y todo 2011) te vas a sentir muy identificado. A todo esto, entre la operación y todos esos viajes, ¿de dónde saca tiempo esta bestia para dibujar sus historietas? En todo el tomo aparece frente a su tablero en... tres páginas! Si no fuera porque cuando se encuentra con otros dibujantes hablan de pinceles, lápices o historietas, uno podría creer que Trondheim es odontólogo, escribano, o vendedor de seguros. La respuesta es: ya dedicó una obra entera (Mis Circunstancias) a contarnos su vida y su rutina como dibujante y, por suerte, tiene otras cosas más divertidas para contar. Entonces está bien que pase por alto su labor frente al tablero de dibujo.
De nuevo, la enfática recomendación para esta serie (de la cual este es el primer tomo que le hace el aguante al fundamental Vol.1), para los fans de la historieta autobiográfica, o del cada vez más inmenso Trondheim, o del humor costumbrista, repleto de ironías, reflexiones y observaciones de enorme lucidez.

lunes, 19 de marzo de 2012

19/ 03: CUESTION DE GENERO

Otra vez me siento a pensar en voz alta y esta vez el tema es la relación entre las mujeres y la historieta. ¿Qué onda? La mitología dice que son dos cosas bastante incompatibles, como ser fan de los derechos humanos y votar al PRO. Pero, ¿es tan así?
Hay una primera distinción y es entre la lectura de comics y la militancia comiquera. Lógicamente, todos conocemos muchas más mujeres que leen comics que militantes comiqueras, de esas que van a las charlas de los historietistas, escriben en los foros, recorren infinitas comiquerías en busca de las revistas (o libros) que les faltan, compran religiosamente la Comiqueando, etc. En lo visible (el ámbito comiquero), hay pocas minas. En lo invisible (la intimidad de cada lector, puertas adentro de su casa), hay bastantes más.
La segunda distinción es una especie de ranking. En todo el mundo, hay muchísimas chicas que leen manga. En Argentina, hasta el shonen tiene mucho público femenino. Yo sospecho que es porque acá no se edita yaoi y los shojos que se editan son desgarradores, pero bueno, son sospechas, nomás. Lo cierto es que el del manga es un sub-palo donde el olor a huevo se siente un poco menos.
Después viene la historieta argentina. De la genialidad de Mafalda a los bofes infumables de la Intervalo, la historieta argentina tuvo, tradicionalmente, una interesante cantidad de lectoras. Hoy lo vemos con Macanudo, por ejemplo, y por supuesto en la historieta infantil, donde la barrera de géneros casi no se nota.
El tercer puesto sería para el comic yanki alternativo. Daniel Clowes, Chris Ware, Craig Thompson, los hermanos Hernández, en menor medida Crumb y Bagge, también tienen su hinchada. Y por supuesto las autoras como Alison Bechdel, Jessica Abel o Julie Doucet, aunque claro, acá ya no estamos hablando de la cajera del supermercado, sino de minitas con un perfil más intelectual, o incluso más freak.
Cuarto puesto para Vertigo, o para cualquier cosa donde meta mano Neil Gaiman, que es otro autor fetiche entre las mujeres. Por supuesto, es más fácil que se copen con Sandman que con Preacher Scalped o Transmetropolitan, pero Vertigo tiene muchas series donde las lectoras pueden sentirse identificadas. Dale Fables o Y, The Last Man a tu chica, a ver qué onda.
Quinto puesto para el comic europeo. En Francia supongo que habrá muchas, pero en Argentina no hay casi fanáticas de Moebius, Pratt, Trondheim, Bernet, Bilal, Marini o Meziéres. Ni siquiera de Astérix, Spirou o Tintin. No pretendo que se hagan fans de Manara, pero es raro que no se enganchen con autores como Paco Roca o Frederik Peeters, por poner apenas dos ejemplos.
Y sexto lugar para el mainstream yanki, o sea, superhéroes y afines. Acá la llegada de las chicas fue tardía y se está dando, pero de a poquito. Por ahora, es difícil enganchar lectoras mujeres en estos festivales de la machaca y la testosterona. Tiene que ver con los contenidos, supongo yo, con cómo están planteados los conflictos, cómo están gráficamente representados hombres y mujeres, cómo tratan los guionistas a estas últimas y con un detalle no menor que es el del elemento fantástico.
Hay excepciones, por supuesto, pero en general, a las mujeres no las ceba mucho lo fantástico. Les tira más lo real, lo verosímil. Entre Persépolis y el Incal, se quedan de una con Persépolis. Les gusta más V for Vendetta que Watchmen, porque “es más realista”. Se emocionan más con la autobiografía o el costumbrismo que con la épica y la grandilocuencia. En realidad, les gusta lo mismo que a nosotros: las historias originales, bien narradas, con conflictos humanos atractivos. Pero miran demasiado la cáscara. Si el conflicto humano atractivo tiene como protagonistas a 25 chicos y chicas del Siglo XXXI con superpoderes, cuerpos perfectos y trajes alucinantes y estridentes pensados para resaltar la perfección de esos cuerpos, ya es más difícil que se enganchen.
Enseguida van a saltar las chicas a contarme que leen a Tolkien, a Rowling o a Lovecraft y que se copan con un montón de obras de géneros fantásticos. Welcome to Freakville. Las chicas que leen este blog están (como dice mi amigo sociólogo) fuera de la media, son casos muy aislados y –lamentablemente- poco representativos. Igual me interesa escucharlas, obvio.
En un próximo post, algunas ideas acerca de qué hacer para que más cromosomas XX pueblen el universo comiquero.

domingo, 18 de marzo de 2012

18/ 03: STRANGE TALES Vol.2

Felizmente, cada tanto Marvel se acuerda de que, además de facturar fortunas con los crossovers y las sagas grandilocuentes, hay que hacerle –aunque sea un ratito- algún mimo al lector que no entra en la drogadicción demente de los 16 números anuales de Avengers o sus infinitos spin-offs. La fórmula ya demostró que funciona: traés grossos autores del palo indie, tipos con otra estética, otra mirada sobre los héroes y villanos de Marvel, y los dejás hacer lo que se les cante. Bueno, tampoco lo que se les cante... Digamos que, mientras no haya garches, el resto está casi todo permitido.
Abrimos con ocho maravillosas páginas del genio brazuca Rafael Grampá. El guión no es “oooohhh!”, pero el dibujo te devasta las retinas. El infaltable Gene Luen Yang hace un hermoso aporte con una historia protagonizada por... el hijo de Leapfrog! Más tercerón, imposible. La primera pifia llega con Frank Santoro y una historia del Silver Surfer que no va a ningún lado y encima está mal dibujada.
Kate Beaton aporta varias historietas a la antología: la mejor dibujada es la de Kraven y Spider-Man y la más graciosa, la de Rogue. Atenti a esta chica, que tiene un estilo muy interesante. Otra chica en ascenso, la canadiense Jillian Tamaki, lima con una historieta de Dazzler que no termina de cerrar. Shannon Wheeler (autor de Too Much Coffee Man) la rompe con una del Red Skull, repleta de ironía. A Kevin Huizenga se le ocurre una buena idea que por ahí funcionaba mejor en dos páginas (no en cuatro) y el maestro Jeff Lemire experimenta con el color en una breve pero intensa historia de Man-Thing. Lo de Dash Shaw, pobre, no tiene pies ni cabeza. Posta, si no tenía ganas de dibujar, hubiera dicho “paso” y nos ahorrábamos un disgusto. Otro de los que estuvo en el Vol.1, el glorioso Jhonen Vasquez, se despacha con una de Wolverine, muy bien dibujada pero no tan graciosa como la del tomo anterior.
Beto Hernández nos obsequia seis deliciosas páginas de Iron Man, muy bien coloreadas por Jim Campbell. Y su hermano Jaime aporta una de las mejores historietas del tomo, la del Space Phantom pajero en la playa de las superheroínas. Jeffrey Brown se mete con los X-Men en una historia apenas graciosa, y luego un extraño pero interesante australiano llamado Sheldon Vella reversiona por completo a Ghost Rider. Linda la de Spider-Man de Paul Maybury (otro que no conocía y me gustó), aburrida la de Colossus de Paul Hornschemeier. Alucinante la de Thor del maestro Tony Millionaire y bastante fea la de Wolverine de David Heatley.
Hay mucho más, pero se me acaba el espacio: quiero destacar a Farel Darlymple (que rara vez falla) con su historia de Spidey y el Silver Surfer, la grotesca bizarreada de Jon Vermilyea y la muy amena aventura de Thor de Terry Moore (Strangers in Paradise). También están Dean Haspiel, Ty Templeton, el legendario Harvey Pekar (en la última historieta antes de su muerte), Alex Robinson (Box Office Poison), el alucinante brazuca Eduardo Medeiros (cada día mejor) y otro pibe al que no conocía, Toby Cypress, un excelente dibujante que deja ver la sana influencia del inimitable Kyle Baker.
Pero el que realmente me voló la peluca, el que hizo que mi mandíbula impactara varias veces contra el piso, el que me obligó a cerrar el libro y dedicarme a otra cosa varias horas para dejar en claro que había un antes y un después de su historieta, fue James Stokoe, la bessstia asesina de Orc Stain, que acá dibuja unos skrulls brillantes, un Silver Surfer magnífico y el mejor Galactus que vi en mi puta vida. Posta, me hizo olvidar al de Moebius. No te digo que esas cuatro páginas valen lo que te pidan por el libro, pero sin duda la pongo allá arriba, entre lo MUY indispensable.
Y bueno, mientras ninguno de los próceres del indie sienta que está traicionando sus convicciones por publicar cuatro o seis paginitas bajo el logo de Marvel, este extraño y atractivo crossover entre dos formas distintas de pensar la historieta pueden llegar a convertirse en una sana costumbre, en un oasis, en un punto de encuentro, o de reconciliación, entre los personajes más taquilleros del mainstream y los autores que normalmente no se ponen ni mamados la camiseta de lo que el Comics Journal denominó acertadamente “corporate comics”. Ojalá pronto haya más Strange Tales.

sábado, 17 de marzo de 2012

17/ 03: LA INVENCION DE LA SALCHICHA AL CURRY

Ooootra vez una con nazis... Creo que ya hubo más historietas con nazis reseñadas en este blog que soldados en las tropas del Tercer Reich. Es increíble, realmente, cómo europeos, yankis, japoneses y hasta sudamericanos vuelven una y otra vez sobre el tema de la Segunda Guerra Mundial, las tropelías imperiales y genocidas de Hitler y demás. Esta historieta (que en realidad es una adaptación de una novela de Uwe Timm) por lo menos no cae en el lugar común de relatarnos las hazañas bélicas de los aliados o denunciar las atrocidades perpetradas por el Führer y sus traviesos muchachos. Pero eso no es lo único que la hace interesante.
La historia está narrada en primera persona por un curioso muchacho (tal vez el propio Uwe Timm) que, como se nota que está bastante al pedo, se dedica a comprobar si realmente Lena Brücker, a quien conoció en su Hamburgo natal, fue la inventora de la salchicha al curry. A lo largo de los años, el protagonista vuelve varias veces a Hamburgo, a recavar información y sobre todo a conversar con la señora Brücker, cuya historia le resulta fascinante. Timm nos cuenta lo mínimo indispensable acerca de este muchacho (sobre el final ya un señor grande) y al hacerlo deriva el verdadero protagonismo en el personaje de Lena Brücker, que está mucho más trabajado y mucho más pensado para despertar la empatía del lector.
A lo largo de las charlas, la señora Brücker revela el origen de la salchicha al curry, un evento decididamente menor, aunque muy bien integrado a un contexto mayor (y más interesante) como es el de la reconstrucción de Hamburgo, una ciudad en la que la caída del Tercer Reich se vive con particular dramatismo, ya que fue asolada por bombardeos y prácticamente devastada por las fuerzas aliadas. Terminado el conflicto, habrá que convertir esas ruinas en una ciudad de verdad y volverla a poner en marcha, ahora sin un montón de hombres que fueron al frente y no volvieron.
Como complemento, hay una historia de amor que protagoniza la señora Brücker con un joven soldado alemán que deserta de las filas del ejército de Hitler poco antes de la muerte de este último, cuando Alemania está siendo sopapeada por tierra, mar y aire. Lena y Bremer pasan juntos ese crucial Abril de 1945, y la verdad que ese tramo de la novela (el principio) es muy atractivo, pero conecta poco con el tema de la salchicha al curry. Este es el tramo donde Timm se acuerda de hablar un poquito de los nazis y de cómo trataban ya no a “las razas inferiores”, sino a su propia gente.
La transformación de esta novela en una novela gráfica es responsabilidad de la alemana Isabel Kreitz, hasta ahora bastante desconocida fuera de su país. Kreitz trabaja con una narrativa muy clásica: todas las páginas están divididas en cuatro tiras de viñetas excepto una, que tiene una viñeta grande que ocupa media página. Las transiciones de tiempo y lugar son muchas, pero todas se entienden perfectamente. La historieta prácticamente no tiene acción (lo más parecido es un bombardeo sobre Hamburgo visto desde la gente en las calles) y se basa muchísimo en los diálogos a puertas cerradas. Para que eso no se haga un embole, Kreitz recurre a una amplia variedad de enfoques, con alguna que otra angulación un poquito más arriesgada, pero siempre muy prolija. En cuanto al estilo gráfico, visto de lejos La Invención... podría parecer un comic de Horacio Altuna, por algunos truquitos de composición y por cómo está usado el claroscuro. Pero cuando las mirás más en detalle, las viñetas de Isabel Kreitz te remiten enseguida a una mezcla bizarra pero efectiva entre Guy Davis y Nacho Noé. El plumín, que cobra mucho protagonismo porque a Kreitz le encantan los detalles en rostros, ropas y fondos, es re-Guy Davis y las expresiones faciales (que también tienen mucho peso porque –repito- el comic está muy jugado a los diálogos) son re-Noé.
Amor y morfi, nostalgia y coraje, mezclados en una novela donde se encuentran la Historia grossa, la de los libros y los documentales, con la historia chiquita, la de una mina apasionada, ingeniosa, incansable y valiente, capaz de gritarle en la cara a un milico “¡Todos los que llevan uniforme son unos cerdos!” y de alegrarle la vida al barrio con sus salchichas al curry. No es una joya definitiva, pero recontra-vale la pena.

viernes, 16 de marzo de 2012

16/ 03: MADAME XANADU Vol.3

Mirámelo a Matt Wagner, qué vanguardista... Para este tomo abandona la ambientación que maneja de taquito (la New York de fines de los años ´30) y nos sitúa en 1957, ese fascinante período de la historia yanki, en el que el Sueño Americano estuvo a punto de hacerse realidad, de no haber sido por... un montón de contradicciones que estaban latentes, barridas abajo de la alfombra y que iban a hacer eclosión después de la muerte de JFK. La trama en sí se nutre de este contexto histórico un poquito menos de lo que debería, pero los detalles (que suelen enriquecer bastante a las tramas mayores) están y están muy bien puestos.
Como en el tomo anterior, Wagner elige narrar en paralelo una segunda historia, esta vez intercalada en el medio del tomo a modo de un extenso flashback, ambientado a lo largo de los años de juventud de Nimue (que así se llama Madame Xanadu) y su hermana Morgaine Le Fey, la villana de este arco. La mocedad de las chicas coincide con la llegada del homo magi a Europa, las conquistas del Imperio Romano y la época en la que las criaturas mágicas y los hombres coexistieron armónicamente, una época marcada por el legendario hechicero Merlín y el no menos legendario Rey Arturo. El flashback no sólo hace más sustancioso el pasado de las protagonistas al mostrarnos cómo la hoy irredimible, perversa y corrupta Morgana empezó su tránsito por la senda del mal ante la impotencia y la frustración de Nimue. Además provee muy buenas secuencias con tonalidades muy variadas: guerras, travesuras infantiles, masacres sanguinarias, sexo y debates profundos entre las chicas acerca de cómo usar sus fantásticos dones en un mundo donde el lugar de la magia está puesto en crisis.
Ya te recontra-spoilié quién es la responsable del bolonki que Madame Xanadu debe confrontar en 1957. Lo que no te dije es cómo le gana, y mucho menos gracias a la ayuda de quién. El co-protagonista de la historia que transcurre en los ´50 es el taciturno detective John Jones, un extraño policía que se hace invisible, levita, lanza rayos ópticos y se caga en las patas cuando algo se prende fuego. Wagner no lo nombra nunca con su alias más conocido, ni con su nombre original, así que yo tampoco lo voy a hacer, pero bueno, ya están todas las pistas para que el que entiende de qué estamos hablando saque sus conclusiones. Hoy, apenas dos años después del momento en que se publicaron estos comics, eso que hizo Wagner no se podría hacer en ningún comic de Vertigo, ya que estos no conservan ni el más tenue lazo con la continuidad (vieja, nueva, cualquiera) del Universo DC.
En cuanto al dibujo, en los flashbacks al pasado tenemos a Joëlle Jones, la muy competente dibujante de Token, una gran novelita gráfica que DC editó en su malogrado sello Minx. Y en el resto del tomo tenemos de regreso a Amy Reeder, la principiante que dejó al mundo boquiabierto con su labor en el primer tomo. Acá vemos a Reeder experimentar mucho más con la narrativa, pero sin repetir los truquitos clásicos de Matt Wagner. También la vemos optar por una estética más realista, más cercana a la del típico comic americano y no tan cercana a la de ciertos mangakas cuyas influencias se notaban más en el primer tomo. El guión, si bien no salta por 1000 años de historia como en el Vol.1, es muy, muy exigente para con quien tiene la tarea de ilustrarlo y Reeder sale más que airosa del desafío. En las portadas la vemos hacer gala de un dibujo sofisticado, glamoroso, rico en detalles preciosistas, pero adentro Reeder se pone el overol y se mata en cada escena para lograr imágenes fuertes, impactantes, coherentes con el misterio truculento y la acción furibunda que propone el guión.
En resumen, un muy buen arco argumental, bellamente ilustrado, para una serie que no termino de entender cómo no duró mucho más de lo que duró. Me queda por leer el cuarto y último tomo, que será reseñado a la brevedad.

jueves, 15 de marzo de 2012

15/ 03: LA PAREJITA Vol.3

El día que se inventó la pareja monogámica (heterosexual o no, es lo mismo), el Infierno abrió una sucursal en cada hogar. No hace falta tener la mala leche ni el talento que tiene Manel Fontdevila para mofarse durante décadas enteras de los pobres pibes (y minas) que conviven con sus parejas. Sobre este tema se ha escrito mucho: desde los mejores poetas de nuestra lengua (con Joaquín Sabina a la cabeza) hasta stand-up comedians con menos gracia que un desalojo, todos le han dedicado su párrafo a los sinsabores de la pareja monogámica que convive bajo un mismo techo, comiéndose garrones uno atrás del otro, sin parar, como si fueran papafritas Lays. Los platos sucios, la bolsa de residuos eternamente instalada en el palier, la peli de Julia Roberts que está a la misma hora que la final de la Champions League, el cumpleaños de la Tía Pocha en Rafael Calzada, la birrita con los amigos que se estiró hasta las tres de la matina, la factura impaga del gas, la factura genocida del teléfono... y eso siempre y cuando no haya hijos de por medio. Con hijos todo esto se potencia hasta el infinito y más allá.
Supongamos que se compruebe científicamente la existencia del amor (cosa bastante improbable): ¿alcanza para justificar semejantes tormentos? ¿Da para elegir día a día quedarse ahí, resistiendo, comiéndose una vez más y ad infinitum los mismos garrones que ayer y anteayer y la semana pasada? Yo soy de los que creen que, si sentís cosas copadas por una persona, no podés ser tan hijo de puta de pedirle que conviva con vos. ¿Y Fontdevila? No estoy tan seguro... No sé si entre tanta sátira despiadada no se le escapa un dejo de ternura. Por ahí, con tantos años de escribir y dibujar las desventuras conyugales de Emilia y Mauricio, se ablandó y terminó por dejarse conmover ante tanto remar de atrás para que la cosa se haga soportable.
Y eso que acá llevaba apenas 200 planchas de su historieta semanal. Me imagino que ahora (con Emilia y Mauricio ya padres) ya les tendrá la suficiente lástima como para tratarlos mejor. Acá, más allá de ese tenue haz de ternura, Fontdevila está muy afilado, dispuesto a no dejar pasar una sóla situación potencialmente graciosa para reirse de estos pobres pibes y de la sociedad chota e injusta en la que les toca vivir. El tema del capitalismo salvaje y la forma en que deforma y pervierte los valores básicos del ser humano también se cuela a menudo en la tira y contamina (o en realidad, termina de explicar) a la comedia costumbrista. El gran Manel (la bestia mide más de dos metros y debe pesar cerca de 130 kilos) demuestra ser un especialista en ambas lides, la de la sátira social y la de la comedia. Para descollar en esta última, combina perfectamente los dos elementos fundamentales: constante renovación de las situaciones y minuciosa (y excelente) construcción de los personajes. Y a diferencia de las grandes sitcoms yankis, se zarpa a full a la hora de incorporar la temática sexual al oprobioso panorama de la vida en pareja de los protagonistas.
A nivel gráfico, Fontdevila es el más consumado heredero de lo que se conoce como la Escuela Bruguera. Por supuesto, está claro que leyó otras cosas (Yves Chaland, Peter Bagge, Albert Uderzo), pero no necesita homenajear intencionalmente a las historietas de Ibáñez, Vázquez o Escobar (cosa que hace como los dioses en la entrega 173 de la serie) para demostrar que es su mejor alumno y su más legítimo hijo bastardo. Y eso sin hablar de su trabajo con el color, que es realmente maravilloso, casi siempre muy sutil y cada tanto (cuando el guión lo requiere) absolutamente estridente y brutal.
Injustamente desconocida en Argentina, La Parejita es una de las mejores comedias costumbristas de la historia del comic, un feliz antídoto contra los tumores malignos que te salen en el alma cuando compartís casa con la persona con la que alguna vez te emocionó compartir cama.

miércoles, 14 de marzo de 2012

14/ 03: MOEBIUS, GENIO ETERNO (parte 5)

Ultimo tramo de este repaso por la vida y la obra del grande entre los grandes, el dibujante que nos detonó las retinas y las neuronas a varias generaciones de lectores y revolucionó varias veces al comic europeo.

7) LOS AÑOS MAS RECIENTES (2001-2011)
El nuevo siglo encuentra a un Jean Giraud ya sesentón, con ganas de cambiar de ritmo y trabajar sólo por placer. Uno de estos placeres es Icarus (realizada entre 1997 y 2000 y lanzada en 2001), una saga de ciencia-ficción que Moebius escribe para que la dibuje su autor japonés favorito: el glorioso Jiro Taniguchi. El resultado son 250 páginas inolvidables.
Mientras tanto, el maestro escribe y dibuja los cierres definitivos de dos ciclos exitosos. El de Mister Blueberry (que Giraud continuó pese a la oposición de los herederos de Charlier, disconformes con el giro que fue cobrando la saga), llega a su fin con OK Corral (2003) y Dust (2005), pero en 2007 agrega un nuevo tomo fuera de colección, titulado Apaches. Y la saga de Edena termina en 2001 con un último tomo titulado Sra y un libro de historias cortas, Les Reparateurs (también de 2001) que combina historias inéditas con otras ya publicadas en otros libros.
La suerte se puso de su lado también en materia de proyectos fílmicos. En 2003 el canal de TV France 2 estrenó los 14 episodios de Arzak Rhapsody, una serie animada escrita, dibujada y realizada po Moebius, co-producida por el canal, Wolfland Pictures y Carrére Group. Bruno Devoldére le dio voz al personaje.
En 2004 se estrenó finalmente Blueberry: La Experiencia Secreta, una co-producción entre Francia, México y el Reino Unido, dirigida por Jan Kounen, escrita por Matt Alexander y Gérard Brach y con un elenco encabezado por Vincent Cassel (como Mike Blueberry), Michael Madsen y Juliette Lewis.
En 2005 se estrenó Thru the Moebius Strip, un largometraje animado de 80 minutos, escrito por Jim Cox y Paul Gertz, y coordinado por Frank Foster, prestigioso realizador del documental The Story of Computer Graphics, al frente de un equipo de 200 artistas y con mucha participación de Moebius en la concepción y la pre-producción de la película.
También en 2005, la editorial Dargaud lanzó un video que consiste en una entrevista filmada, en la que Jean “Moebius” Giraud ponía la cara y la palabra en un completo repaso por su ilustre trayectoria, un poco para desmentir los rumores de que estaba gravemente enfermo.
Ya desde 1999, Isabelle y Jean habían puesto en marcha Stardom, una galería de arte especializada en litografías, cuadros y demás obras con el sello de Moebius. A partir de 2004 empiezan a editar también libros, con la serie cuasi-autobiográfica Inside Moebius, que acumula seis tomos (tres en la edición española). En 2008, Stardom edita el álbum Le Chasseur Déprime, que marca el regreso del Major Grubert, y luego cambia su nombre por el de Moebius Productions.
Bajo este sello salen un nuevo álbum de la saga de Grubert, Le Major (2011), un álbum de ilustraciones y dibujos titulado Le Faune de Mars (La Fauna de Marte, 2011) y Zaza et Moeb aiment Cherbourg (2011, última obra de Moebius que funciona como catálogo a una exposición y contiene dibujos, bocetos y poemas ilustrados). Un año antes, en 2010, Moebius Productions edita el impactante regreso de Arzak, con Destination Tassili. Se trata de un álbum muy raro, en blanco y negro, con los textos a los costados de las ilustraciones y tiene dos ediciones, una muy lujosa y limitada, en formato gigante. Ese mismo año, Moebius reformula esa historia y la convierte en el imponente Arzak: L´Arpenteur (El Vigilante, en castellano), ahora a color, con diálogos y con una trama más compleja, pensada para detonar una trilogía que, lamentablemente, no llegó a completarse.
Finalmente, el 10 de Marzo de 2012, el genio eterno nos dejó para irse a recorrer otros planos post-terrenales, a llenar con su magia otras galaxias de las que sólo él podía imaginar. Hasta siempre, maestro.

martes, 13 de marzo de 2012

13/ 03: MOEBIUS, GENIO ETERNO (parte 4)

Nos acercamos al final de esta serie de artículos que repasan la vida y la obra del colosal Moebius. Para ilustrar este post, la versión del ídolo de Tetsuo, uno de los personajes de Akira, de su amigo Katsuhiro Otomo, con quien amagó varias veces con realizar un proyecto de animación.

6) LOS AÑOS DE DIVERSIFICACION (1990-2000)
Tras su larga estadía en su país natal, Moebius refuerza sus lazos con el mercado francés. Allí inicia la tercera parte de la saga de Edena, La Diosa, que -ante el éxito de Los Jardines...- se publica enseguida, en 1990. Ese mismo año dibuja Le Secret d' Aurelys, tercera parte de la saga de Altor.
Su tributo a Jean-Michel Charlier consiste en reactivar la saga de Blueberry, ahora con Jean Giraud como guionista y grandes dibujantes invitados. El nuevo ciclo se titula Marshall Blueberry y arranca en 1991 con el álbum Sur Ordre de Washington, dibujado por el exitosísimo William Vance (XIII). El segundo álbum, Mission Sherman (de 1994), sería el último de Vance, quien no terminó en buenos términos con el guionista.
Como si esto fuera poco, Giraud decide recuperar a Jim Cutlass, el carismático protagonista de Mississipi River, para el álbum L'Homme de la Nouvelle Orléans (1991), dibujado por Christian Rossi. El éxito le sonríe y Cutlass vuelve en 1993 y en 1995 con otros dos álbumes, en los que la dupla Giraud-Rossi se afianza cada vez más. El último arco importante de la saga, Tonnerre au Sud, deja abiertas varias puntas, retomadas por los autores en un puñado de historias cortas (publicadas en la revista A Suivre, en 1997), que nunca aparecieron en formato álbum.
En 1992, la editorial Humanoides Associés vuelve a cambiar de dueños, y esta vez hay presupuesto para encarar un relanzamiento en serio. Alexandro Jodorowsky, el primer convocado por la editorial, intenta convencer a Moebius de realizar juntos una especie de secuela del Incal, protagonizada por el Metabarón. Pero Moebius prefiere hacer algo nuevo, y La Casta de los Metabarones termina por convertirse en la obra más grossa del argentino Juan Giménez. El chileno y el francés, en cambio, unen fuerzas para una trilogía alucinante, una mezcla entre comedia costumbrista, thriller psicológico, aventura de tiros y kilombo, y fumadura metafísica (no exenta de certeros dardos hacia las religiones “clásicas”), llamada El Corazón Coronado. El primer álbum de la saga (La Loca de Sacre-Coeur) sale en 1992 y el último (El Loco de la Sorbona) recién en 1998.
En el medio, Jodorowsky y Moebius realizan una historieta experimental, siniestra y erótica a la vez, muy oscura para las revistas de historieta porno y muy porno para las revistas de historieta adulta. Garras de Angel (tal el título de la obra) es, sin embargo, una cátedra de dibujo de Moebius.
Otros proyectos que retrasan el final de El Corazón... son Little Nemo (dos álbumes en los que Moebius y el dibujante Marchand reversionan al clásico de McCay), Stel (cuarta entrega de la saga de Edena, escrita y dibujada por el creador en 1994), dos álbumes de Blueberry (Mister Blueberry y Ombres sur Tombstone) que Giraud escribe y dibuja entre el ‘95 y el ‘97, y como si esto fuera poco, el regreso del Mayor Grubert, en L'Homme du Ciguri (1995), cuya escasa repercusión dejó trunco un proyecto de continuación.
Otro proyecto que queda trunco en esta época es Starwatcher, un largometraje animado, íntegramente creado por Moebius, que pudo haber sido la primera película animada 100% por computadoras, un título que luego ostentaría Toy Story. También en medio de todo esto, Giraud se divorcia de su esposa Claudine y comienza una relación con la arquitecta Isabelle Champeval (hermana de Claire Champeval, destacada colorista de varias de sus obras) con quien ya tiene dos hijos.
Finalmente, en 2000, Jodorowsky convence a Moebius de colaborar con él en una secuela del Incal, y así nace Le Nouveau Rêve (el Nuevo Sueño), pero Moebius no se copa con la onda “esquizofrenomística” del guión y ni bien termina el álbum, abandona la saga. Once años más tarde, Después del Incal se convertiría en Final Incal, dibujado por José Ladronn. También de 2000 data Frontiére Sanglante, el cierre del ciclo de Marshall Blueberry que (tras su pelea con Vance), Giraud le confía al dibujante Michel Rouge.
La segunda mitad de los ‘90 no fue buena para Moebius en términos de aceptación de su obra por parte del mercado americano. Tras aquel alud de álbumes que llevaron su firma en los últimos años de la década anterior, su relación con Marvel terminó con la publicación de Stel, en 1994. Moebius eligió entonces a Dark Horse como editorial para sus trabajos y tras un par de proyectos de poco éxito, terminó recalando en la pequeña editorial Caliber, que no supo o no pudo apuntalar su material en un mercado en incesante retracción. Tal vez cansado de los malos negocios de los editores, o de la indiferencia de Hollywood, o viendo la que se venía con George W. Bush en la Casa Blanca, a fines de 2000 Moebius vendió su hermosa casa frente a las playas californianas, y se volvió a París junto a Isabelle y sus hijos. Era el fin de una era.

lunes, 12 de marzo de 2012

12/ 03: MOEBIUS, GENIO ETERNO (parte 3)

Ya sé que no es lo más representativo de la carrera del ídolo, pero habiendo tantos fans de Marvel como hay en este blog, me jugaba la vida si no ilustraba este post con una imagen del Silver Surfer...
5) LOS AÑOS DE EXPLORACION (1984-1989)
Ahora muy cerquita de Hollywood, Moebius intensifica su colaboración con distintas producciones fílmicas, mientras su esposa, Claudine, capitanea varios proyectos para llevar al cine la obra de su marido, ninguno de los cuales parece llegar a buen puerto. La financiación para Internal Transfer no aparece, y el proyecto queda trunco en 1985.
Ese mismo año, Moebius viaja a Tokio, a trabajar en el guión, los fondos y el vestuario del ambicioso proyecto de largometraje animado basado en Little Nemo in Slumberland, el clásico de Winsor McCay. También participa en los films Willow (producido por George Lucas), en Masters of the Universe (la de He-Man!) y The Abyss (de James Cameron). Ya en los ‘90, hace su aporte (junto a su amigo de toda la vida, Jean-Claude Mezieres, el dibujante de Valerian) en la película The Fifth Element, de su compatriota Luc Besson.
Pero volvamos a la historieta. Siempre en 1985, Moebius realiza una adaptación de Rebelión en la Granja, la novela de Orwell, inédita en castellano, mientras termina la cuarta entrega de la saga del Incal, iniciada en Tahiti. Ese año termina con el mayor reconocimiento al que un artista puede aspirar: el presidente de Francia, Francois Mitterand lo condecora Caballero de las Artes y las Letras.
En el ‘86 vuelve a escribir guiones para otro dibujante: esta vez se trata de Marc Bati, un joven con un estilo sorprendentemente similar al de Moebius (un clon, bah), con el que encara una serie destinada al público infanto-juvenil. Se trata de la saga de Altor (o la saga del Mundo Cristal, como se la conoce en EEUU), compuesta de seis volúmenes (el último data de 1999), de los cuales Moebius dibujó sólo el tercero, Le secret d' Aurelys, en 1990.
Mientras tanto, Starwatcher, la compañía dirigida por Claudine Giraud, consigue un contrato espectacular con la editorial Marvel que, desde su sello Epic, comienza a reeditar en 1987 toda la obra de Moebius (incluyendo a varios de los mejores álbumes de Blueberry) en lujosas novelas gráficas, supervisadas por el autor y por el matrimonio integrado por Randy y Jean-Marc Lofficier -ella americana, él francés- que logran una equilibrada síntesis entre la sensibilidad de Moebius y los requerimientos del mercado americano. La conjunción entre Moebius y Marvel se produce justo en el momento de mayor madurez, experimentación y renovación del comic norteamericano y da como resultado tres obras de gran importancia que se publican antes en EEUU que en Francia, todas entre 1987 y 1988.
La primera es, ni más ni menos, La Quinta Escencia, o sea, el final de la saga del Incal. Debido a su extensión, fue dividida en dos partes (La Galaxia que Sueña y Planeta Difool) para su edición en Europa, pero Epic/ Marvel la publicó en un único tomo. Esta es la obra de Moebius en la que más se siente la influencia del comic americano sobre el genio francés. La puesta en página, el ritmo narrativo, la violencia, la grandilocuencia... todo remite a un estilo mucho más yanki que todo lo que Moebius había hecho antes.
La segunda obra que debuta en EEUU es Los Jardines de Edena, un álbum que retoma a dos personajes (Stel y Atan) que habían protagonizado en 1984 el álbum Sur L’Etoile, realizado por Moebius por encargo de la firma automotriz Citroen, y algunos conceptos ya insinuados en varias historias cortas (las del período 1982-84, con los cristales, las estrellas y las ondas de paz y amor) inspiradas en las enseñanzas de Appel-Guéry. A partir de Los Jardines..., se empieza a hablar de “la saga de Edena”, ya que este álbum abre muchísimas puntas argumentales (entre ellas, algunas que intersectan con la saga de Grubert), que Moebius irá explorando en sucesivas entregas.
Finalmente, en Noviembre del ‘88 se publica Silver Surfer: Parable, escrita por Stan Lee y dibujada por Moebius. Después de muchos años de producción tan espaciada como intrascendente, el legendario guionista pela una historia que supera ampliamente las expectativas y que le hace justicia a un trabajo muy logrado por parte de Moebius. Sin embargo, Marvel comete el error de publicar Parable en un formato económico, muy precario, en el que el dibujo y el color no llegan a lucirse. Por suerte, el éxito justifica una rápida reedición, en un formato más acorde a la jerarquía de la obra.
Y 1989 es otro año de importantes cambios para Moebius. Terminada la saga del Incal, se vuelca a un nuevo álbum de Blueberry (Arizona Love), sin saber que será el último que escriba su viejo amigo Charlier, quien muere el 9 de Julio de ese año. Giraud pasa buena parte de 1989 en Francia, donde su obra es sujeto de una ambiciosa retrospectiva en el prestigioso Centre Pompidou. Allí, Moebius termina de desvincularse de la editorial Humanoides Associés (que cambia varias veces de dueños) y entabla una fructífera relación con la editorial Casterman, que se inicia con la publicación en Francia de Les Jardins d’ Edena. Con el dolor por la muerte de Charlier y muchos nuevos proyectos bajo el brazo, Moebius regresa a Los Angeles.

domingo, 11 de marzo de 2012

11/ 03: MOEBIUS, GENIO ETERNO (parte 2)

Hoy recorremos los años más intensos en la carrera del ídolo. Para ilustrar el post, una foto tomada por mi hermano Diego en 1997, cuando le tocó presenciar uno de los cruciales encuentros entre Moebius y Alexandro Jodorowsky. Yo tuve la suerte de conocerlos a los dos, pero por separado. Nunca contemplé tanta grossitud junta en un sólo lugar.

4) LOS AÑOS DE EXPLOSION (1975-1983)
Para este momento, el comic para adultos, o comic “de autor” es un virus que se expande de modo imparable por toda Europa y son pocos los que dudan en señalar a Moebius como uno de los líderes de esta revolución. Moebius responde con un acto de valentía digno de admiración: junto a sus colegas Farkas, Philippe Druillet y Jean-Pierre Dionnet, dejan la comodidad de Pilote y en 1975 fundan su propia editorial, Les Humanoides Associés, para lanzar de inmediato la revista que se pondrá decididamente al frente de este proceso de experimentación, renovación y expansión del comic europeo: Metal Hurlant.
Lejos de cualquier tipo de censura o condicionamiento editorial, Metal Hurlant se convierte en una laboratorio de experimentación que -durante un tiempo- arroja resultados notables. Moebius es, claramente, la estrella de la revista, y en el n°1 presenta a dos de sus máximas creaciones: Arzak (el humanoide de piel amarilla que surca los cielos a lomo de una especie de pterodáctilo, en una serie de maravillosas historias sin textos) y el inefable Mayor Grubert, el protagonista de la obra más ambiciosa, caótica, compleja e impredecible de Moebius. La saga de Grubert merecería un articulo aparte para intentar apenas una explicación de sus conceptos más básicos. Que alcance con dejar en claro que se compone de tres arcos “oficiales”: Major Fatal, Le Garage Hermétique, y L'Homme du Ciguri (la última, ya en la década del ‘90), más un puñado de historias breves y The Elsewhere Prince, un spin-off en colaboración con otros autores.
La saga de Grubert explota con El Garaje Hermético, una serie que Moebius iba improvisando mes a mes durante años, y que originalmente parecía caprichosa e inconexa. Con las sucesivas reediciones, el autor introdujo muchísimos cambios (de hecho, en las últimas versiones, el Garaje ya no es de Jerry Cornelius, sino de Lewis Carnillian) en diálogos y textos, que facilitan la comprensión de la compleja trama que -bien leída- tiene mucho más sentido del que uno cree.
El enorme éxito de todo lo que hacía Moebius en Metal Hurlant lo convirtió en un ícono de la cultura francesa y para 1980, Moebius ya era más mainstream, más conocido y más exitoso que Jean Giraud. Todas sus obras, desde Frank et Jeremie hasta los unitarios más descolgados y zarpados, fueron reeditadas en libros. Pero el verdadero estallido de Moebius se produce cuando une fuerzas con otro genio multifacético: Alexandro Jodorowsky.
La historia del encuentro entre ambos también se origina en 1975, cuando Moebius se incorpora como diseñador al proyecto de llevar al cine nada menos que Dune, la clásica novela de Frank Herbert, en un film que sería dirigido por el excéntrico escritor y cineasta chileno. Finalmente el proyecto no prospera, pero de la relación entre ambos surge Les Yeux du Chat, una breve historieta de 1978 con la que Jodorowsky debuta como guionista de comics y, tres años después, en las páginas de Metal Hurlant, se desencadena El Incal Negro, la primera parte de la fascinante saga del Incal. Algún día nos dedicaremos a fondo a analizar esta obra clave del comic europeo, pero por ahora nos limitamos a enumerar los seis episodios fundamentales de la epopeya de John Difool: L' Incal Noir (1981), L'Incal Lumière (1982), Ce qui est en bas (1983), Ce qui est en haut (1985), La Cinquième Essence 1 (1988) y La Cinquième Essence 2 (1988).
Tras el fracaso del proyecto Dune, a Moebius le toca meter mano en un éxito. En 1977 es convocado para trabajar en los diseños del film Alien, de Ridley Scott, en el que también trabaja H.R. Giger. En 1978 trabaja en los story-boards del notable largometraje animado Les Maîtres du Temps, de René Laloux, que se estrena finalmente en 1982. Y en 1979 se produce el reencuentro con Jean-Michel Charlier, con quien relanza a Blueberry (con el álbum La Longue Marche) y crea un nuevo western, Mississipi River, editado por Humanoides Associés. Blueberry y Mississipi River devuelven a Giraud algo de la repercusión perdida tras el estallido de Moebius y demuestran que tantos años de ciencia-ficción limada no deterioraron en absoluto el dominio superlativo del autor en el género de los cowboys.
También en esta época Giraud conoce a Jean-Paul Appel-Guéry, el líder de una comuna new-age llamada Iso-Zen, quien lo estimula a replantear su vida y su obra. En busca de una mayor espiritualidad, Moebius crea en 1979 la space-opera Tueur de Monde, pero el público rechaza las “ondas de paz y amor” y la obra pasa desapercibida. Moebius, mientras tanto, vuelca algunas de las enseñanzas de Appel-Guéry en varias historias cortas, entre las que se destaca Edena (1982). Es la época en que las historias del autor no tienen el más mínimo grado de violencia, se llenan de estrellas y cristales (el cristal en Moebius es un fetiche recurrente, casi como el espejo y el ajedrez en Borges) y muchas aparecen firmadas por “Jean Gir”.
Entre 1980 y 1982, Moebius trabaja para la película Tron, de la Disney, en la que aporta diseños y story-boards. En uno de los tantos viajes a Los Angeles traba amistad con el animador Arnie Wong y juntos comienzan a imaginar un largometraje animado, Internal Transfer, en cuyo guión colaboran la periodista Paula Salomon y el propio Appel-Guéry, cuya filosofía es parte central de la trama de la película. Por supuesto, acá también hay muchos cristales.
En 1983 Moebius, un poco cansado de tanto trabajo y tanta exposición, desarma su estudio en París y se traslada junto a su familia a Tahiti, al mejor estilo Paul Gauguin. Pero pronto se aburre, y en 1984 vuelve a mudarse, esta vez a las afueras de Los Angeles.