el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 31 de diciembre de 2011

31/ 12: TERCERA TEMPORADA


Junate esta:
Jason Aaron, Rafael Albuquerque, Quique Alcatena, Mike Allred, John Arcudi, David B., Alessandro Barbucci, Ricardo Barreiro, Baru, Benjamin, Berliac, Jordi Bernet, Simon Bisley, Francois Boucq, Enrique Breccia, Miguel Brieva, Nicolás Brondo, Ed Brubaker, Kurt Busiek, Mike Carey, John Cassaday, Serge Clerc, Richard Corben, Andy Diggle, Warren Ellis, Garth Ennis, Juan Ferreyra, Manel Fontdevilla, Gallardo y Mediavilla, Keith Giffen, Carlos Giménez, Juan Giménez, Grondona White, Emmanuel Guibert, Marc Hempel, Jonathan Hickman, Hiroshi Hirata, Bryan Hitch, Stuart Immonen, Alejandro Jodorowsky, Michael Kaluta, Jack Kirby, Joe Kubert, Laerte, Horacio Lalia, Roger Langridge, Stan Lee, Ted McKeever, Kevin Maguire, Cacho Mandrafina, Enrico Marini, Jiro Matsumoto, Lorenzo Mattotti, Carlos Meglia, Mike Mignola, Peter Milligan, Alan Moore, Muñoz y Sampayo, Steve Niles, Carlos Pacheco, Rubén Pellejero, Renzo Podestá, Alberto Ponticelli, Don Rosa, Greg Rucka, Richard Sala, Hiroaki Samura, Bill Sienkiewicz, Peter Snejberg, Scott Snyder, Goran Sudzuka, Jiro Taniguchi, Ben Templesmith, Jill Thompson, Carlos Trillo, Lewis Trondheim, Alejo Valdearena, Lucas Varela, Mark Waid, Matt Wagner, Mike Wieringo, Joss Whedon, Bill Willingham, Brian Wood.
¿Qué es eso? Algunos de los nombres que me hacen decir “wow!” cuando repaso los lomitos de los libros que tengo sin leer. ¿Me puedo ir al mazo con toda esa merca para leer y reseñar? Y, no. Por eso este blog inicia mañana su tercera temporada, otros 365 días en los que vamos a estar acá, celebrando la magia de la historieta en todas sus variantes.
Aclaro antes de que salte algún salame: este año me dediqué a completar las colecciones de Vertigo que tenía medio abandonadas, o sea que en 2012 el blog va a tener MUCHISIMO material de Vertigo. Eso significa un cachito menos de diversidad, porque para leer más Vertigo voy a tener que leer menos de otras cosas. Es lo que hay. No vale patalear.
Mañana empiezo un nuevo blog diario, llamado Soretes Azules. Es un blog de tributo al glorioso Carlos Trillo en el que a mí me toca coordinar el laburo de un elenco alucinante en el que están Diego Agrimbau, Pablo Túnica, Lucas Varela y Laura Vázquez, más unos cuantos especialistas invitados, tanto de Argentina como del exterior. Sí, leíste bien. Es un blog diario, que va a ofrecer material nuevo TODOS los días de 2012. Veremos si me da el tiempo para postear, además, en este blog y en la Comiqueando Online, donde renovamos la sección de noticias casi todos los días. Si no llego, mala leche. Aparecerá la leyenda “Hoy no hay reseña, volvé mañana” y eso será todo. Trataremos de que eso suceda poco. También habrá vacaciones (como en Agosto de este año que se acaba), aunque no sé si una o más.
A partir de mañana también habrá algunos cambios cosméticos en este blog, alguna boludez nueva en materia de colores, diseños y esas cosas a las que nadie le presta demasiada atención. Así que en esta humilde pero no por eso menos emotiva ceremonia, damos por concluída la segunda temporada del blog y queda oficialmente lanzada la tercera,, que en una de esas es la vencida.
Lo más importante a tener en cuenta es que este blog no tiene la intención de ganar amigos, ni de levantarse minas, ni de vender nada, ni de conseguirle votos a ningún partido político. Por ende, si las opiniones aquí vertidas irritan, molestan o desagradan a alguien, me chupa un huevo, la mitad del otro y el 62% de la poronga. Si juntamos más de 300 seguidores, más de 1000 “me gusta” en Facebook y más de 20.000 visitas en este mes –record absoluto- de Diciembre, no fue precisamente por mantener un espacio ascéptico, conciliador, o en el que se prioriza el cuidado por las formas por sobre lo que se quiere expresar. Sentite cobijado por las banderas de la independencia, la libertad y el derecho a opinar lo que se te cante la chota (o la argolla), porque esas son las banderas que este blog levantó y seguirá levantando.
Mil gracias por el aguante, mis sinceros deseos de un 2012 repleto de historietas y –parafraseando una vez más al Diego- que la sigan narrando.

viernes, 30 de diciembre de 2011

30/ 12: ORANGE SHAFT Vol.1


Terminamos la temporada de reseñas con una nueva incursión en el comic latinoamericano contemporáneo, esta vez en la vecina República Oriental del Uruguay.
Orange Shaft (creado, escrito y dibujado por Roy) es un justiciero urbano de la B Metropolitana, eternamente a la sombra de Batman y los otros grossos. Hasta que un día se pudre: decide mudarse a una ciudad donde nunca haya habido paladines enmascarados, para combatir el crimen sin tanta competencia y –lógicamente- con más reconocimiento. Así cae en Montevideo y de ahí en más, la palabra clave será “cae”. Pobre pibe, no pega una.
La verdad es que Orange Shaft no tiene poderes, apenas una puntería increíble con el arco y las flechas. Pero la rema con actitud: es afroamericano, irascible, funky y fiestero. Roy usa a Orange Shaft para aplicar un recurso que funciona invariablemente bien en el humor costumbrista: ver la realidad a través de los ojos de un alienígena, de un tipo que no caza una, que no maneja en lo más mínimo los códigos de la sociedad en la que se trata de insertar. Orange Shaft no habla ni lee una palabra de castellano y apenas entiende cuando le hablan. Desde su óptica, las costumbres, contradicciones, miserias y prejuicios de los montevideanos adquieren una nueva dimensión, más absurda, más grotesca, más bizarra, con excelentes resultados cómicos.
Y más allá de esa fórmula cuasi-infalible y más vieja que Mirtha Legrand, entra también en la ecuación el talento del autor, no sólo en la construcción del personaje, sino en la mala leche para que este contraste entre un superhéroe yanki y la realidad cotidiana de la capital uruguaya se sostenga y sea atractivo a lo largo de 44 páginas. Para eso hay un par de buenos personajes secundarios, muchas situaciones impredecibles y muy buenos diálogos. Lo más loco es que, a lo largo de toda la obra, Orange Shaft sólo habla en inglés. Y no hay subtítulos. Si no sabés inglés, no entendés ni un sólo diálogo del protagonista. Si sabés inglés, te va a reconfortar descubrir que estos están cuidadísimos, sin ningún error, a años luz de lo que hacen los yankis cuando aparecen personajes que hablan castellano.
Una vez terminada “la novela”, Roy suma una historieta corta en la que Orange Shaft (y todos los demás personajes) hablan en castellano. Está dibujada a propósito en un estilo retro y es una parodia a los comics de superhéroes de los años ´50. Y si bien tiene su bienvenida cuota de mala leche, no es nada que no hayamos visto 100 veces en otras parodias al género. Sumale que el dibujo no tiene onda, y te quedan ocho paginitas que bien podrían no estar.
En las 44 páginas de la historia central, el dibujo de Roy cumple dignamente, sin mayores sobresaltos. No esperes genialidades, porque no las hay, pero tampoco vas a ver errores groseros. Roy se maneja bien en un estilo cercano al cartoon, tiene un muy buen manejo de las expresiones faciales, no pifia en la anatomía y para los fondos recurre a referencias fotográficas que están muy bien laburadas, como para integrarse sin hacer ruido al planteo estético de la obra. Los grises y las texturas digitales están aplicadas con criterio por Bea (novia y asistente de Roy) y no sé quién de los dos lo sugirió, pero me pareció brillante la forma en que se nos muestran las canciones que canta o escucha Orange Shaft.
En síntesis, esto no es para nadar de Buenos Aires a Montevideo con tal de conseguirlo, pero está más que bien. Tiene sátira social, acción, algún garchecito, buenos chistes y un personaje al que le sobran onda y carisma como para ganarse una hinchada nutrida, incluso en Montevideo, ciudad a la que Roy y su criatura desnudan y destripan sin piedad. Ojalá salga pronto el Vol.2.

jueves, 29 de diciembre de 2011

29/ 12: CASANOVA: GULA


Hora de reencontrarme con esta adictiva serie de Matt Fraction, repleta de conceptos limados, acción al palo, referencias rockeras y meta-comiqueras, runflas malignas y garches de todos contra todos.
La principal particularidad de este tomo es que el protagonista, Casanova Quinn, casi no aparece. Está, pero no lo vemos. Y todo el foco de la saga está puesto en su hermana melliza, Zephyr Quinn, la perra lasciva y traidora que no tiene reparos en seducir, engañar, torturar o boletear a quien se interponga en sus siempre retorcidos planes. El tono del relato es claramente festivo. Si bien hay momentos dramáticos y heavies, la balanza se inclina irremediablemente hacia la joda, hacia la cosa bizarra, vertiginosa, frenética, en la que todo puede pasar (y de hecho, pasa).
En un comic en el que las lealtades (y hasta las identidades) son tan volátiles, meter muchos personajes puede significar un riesgo importante que –en una de esas- termine por marear o confundir al lector. Fraction asume ese riesgo a lo guapo, con una docena de personajes importantes, entre ellos buenos y malos de distintas organizaciones secretas, gente de otras dimensiones, del futuro, clones, muertos que resucitan, personajes ya presentados en la saga anterior, personajes nuevos... Pero aún así la magnitud del elenco no alcanza a confundir al lector, ya que la entrada y salida de escena de cada uno de estos tipos, minas y bichos está perfectamente justificada y –si hiciera falta- explicada.
Muchos de estos personajes se conocen de antes, y Fraction se luce muchísimo con los flashbacks, que interrumpen la narración “del presente” con muchísimo criterio y sin extenderse más de lo realmente imprescindible. Las relaciones entre estos personajes (viejos rencores, nuevos romances, etc.) están tan bien exploradas que por momentos le disputan el protagonismo a la trama de espionaje, acción y aventuras al límite. A veces fruto de esos romances y a veces meras trampas para engañar boludos, la trama de Gula está salpicada por unas cuantas escenas de sexo bastante zarpadas, muchas más que en cualquier otro comic editado por Marvel (recordemos que la serialización en comic-books corrió por cuenta de Image). Con minas como Zephyr Quinn o Suki Boutique, que le dan a lo que se les ponga adelante sin importar su genitalia, su edad o su alineación “ética”, el descontrol está garantizado y Fraction logra ese equilibro justo, en el que la historia no se basa en los garches, ni estos parecen forzados o traídos de los pelos. No es un comic porno ni erótico, pero si le sacás los garches, no es lo mismo.
El otro elemento muy notable son los conceptos limados que nombraba al principio: Fraction se tira de cabeza desde un piso 14 a una pelopincho con viajes temporales, espaciales y dimensionales, armas, agencias, mutaciones, chiches tecnológicos y hasta neologismos que podrían resultar totalmente descabellados si a) no estuviera todo en función de una historia atractiva y coherente por donde se la mira, y b) no se nos recordara permanentemente que esto es un comic con ínfima pretensión de realismo. Así como está planteado, todo cierra, todo suma, todo ceba más de lo que te descoloca.
La otra particularidad importante de Gula es que en vez de Gabriel Bá el dibujante es Fábio Moon, su hermano gemelo. Fábio es el más sutil de la dupla, el que mira más a Will Eisner que a Mike Mignola y eso se nota, aunque Fábio se esfuerce por no despegarse demasiado de la estética creada por su hermano en la saga anterior. Pobre Fábio, se rompió el culo para que la historieta se viera alucinante, pero se tuvo que fumar a un colorista, Cris Peter, que en el primer tomo dejó todo y en este tiene tiradas a chanta muy, muy evidentes. Lo mejor es dejarse llevar por la excelente narrativa de Fábio y olvidarse –en lo posible- del color, que tira un poquito para atrás. Lo más grosso a nivel visual es la historieta corta de Suki Boutique con la que cierra el tomo. Ahí yo sospecho que metió mano Gabriel Bá (probablemente en el entintado) y el color se parece un poco más al del primer tomo, que estaba mucho mejor.
Detalles mínimos al margen, Gula es una gran historia dentro de esta serie que se va haciendo adicción. Actualmente el sello Icon de Marvel está serializando una nueva saga (Avaritia) y ya cuesta un huevo esperar a que salga el TPB para leerla. Mérito irrefutable del pulpo Fraction y los Gemelos Fantásticos.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

28/ 12: DULLED FEELINGS


¿Ves ese rectangulito celeste en el medio de la portada? Bueno, eso lo agregó el que digitalizó la imagen. En la portada del libro real, en vez de ese rectangulito hay una poronga. Grande. Venosa. Erecta. ¿Qué clase de degenerado se compra un comic en cuya portada hay una especie de Batman sadomaso luciendo su falo erguido frente a dos yiros voluptuosos con látigos y lencería de cuero? Hay que estar muy hecho mierda... o ser muy fan de Igort.
Yo me declaro culpable del segundo crimen, el del fanatismo ciego por este genio italiano, que me llevó a comprarme (gracias a la recomendación de mi amigo el Desgarreitor) la edición yanki de Il Letargo dei Sentimenti, un álbum que recopila dos historias de mediados de los ´80, la época más experimental de la carrera de Igort. Es la etapa en la que Igort militaba en el grupo Valvoline, junto a monstruos como Lorenzo Mattotti, Giorgio Carpinteri, Andrea Pazienza o Charles Burns, y se zarpaba en planteos estéticos muy arriesgados, muy en sintonía con los autores más vanguardistas de la época: los propios Valvoline, Jacques Loustal, Daniel Torres, Beb Deum... Igort abrevó en todos esos estilos muy afectados, muy pendientes del diseño, el color y la forma, muy “modernosos”, muy poco naturales, y los mezcló con sus mambos personales para crear dos historietas de 21 páginas cada una, muy interesantes pero un toquecito crípticas.
La primera, Ishiki no Kashi, se centra en las dudas de Zusho, un ejecutivo japonés que está enamorado de Tsukuma, un joven y apuesto soldado, pero conoce a la bella Naomi y no sabe por cuál de los dos decidirse. En el medio hay una intriga política, una Moscú alucinante, totalmente re-imaginada por Igort, y un par de garches bastante hot, que desafían con éxito a la frialdad que elige el autor para el tono de la historia.
La segunda, Letargija Custv, es la historia de un joven soviético a quien el propio Batman entrena para que se convierta en su representante en Moscú, en un giro que anticipa por muchos años a lo que después vimos en Batman Inc. El atlético Aaron reparte su tiempo entre una fábrica en la que es basureado por su jefe y las patrullas nocturnas en la eterna lucha contra el crimen, hasta que conoce a Olga y Tamara, dos voluptuosas muchachas que se lo llevan a la cama y le hacen vivir momentos de un éxtasis indescriptible. Acá la trama es más compleja: hay espionaje, romance, erotismo, algo de sátira social y machaca de un chabón musculoso encapuchado contra hampones y mafiosos. Por ahí en más páginas, la historia se podría haber desarrollado mejor, e incluso tendrían más sentido esas secuencias breves pero incandescentes en las que Aaron les da murra a las dos minitas. Pero en 21 páginas está todo un poquito apretado, no se llega a discernir bien si Igort quiso contarnos una de superhéroes rusos, o parodiar al género de los justicieros enmascarados, o calentarnos la pava con los tríos entre Aaron, Tamara y Olga, o involucrarnos a pleno en un misterio con espías, doble agentes y traiciones varias.
Y en realidad importa bastante poco, porque desde el primer momento queda clarísimo que la mayor preocupación de Igort estaba puesta en el dibujo, en crear imágenes fuertes, que combinaran impacto, sensualidad, sofisticación, perversión, belleza en su estado más puro. Lo cual, obviamente, logró con creces, motivo por el cual se recontra-justifica conseguir esta oscura joya de los inicios de este ídolo italiano. Un ídolo que hoy dibuja muy, pero muy distinto a lo que pelaba en Il Letargo dei Sentimenti, aunque siempre comprometido con la eficacia narrativa y la exploración de la línea y el color como herramientas para lograr imágenes de notable vuelo plástico. Algún día Sudamérica se hará cargo de lo que significó el grupo Valvoline para la evolución del Noveno Arte allá por los ´80, y yo me dejaré de morfar un “0 comentarios” cada vez que me babeo con Mattotti, Igort y demás...

martes, 27 de diciembre de 2011

27/ 12: DEATH NOTE Vol.9


Otra vez hubo que esperar seis meses para que los amigos de LARP editaran un nuevo tomo de Death Note. La verdad, ya no hay palabras para tanta desidia, tanta inoperancia, tanto “me chupa un huevo la gente que nos compra”. Se merecen que nadie les compre un puto manga, si no fuera porque la calidad de Death Note justifica casi cualquier garrón que haya que comerse...
En este tomo hay de todo. Incluso una escena de acción que dura más de 10 páginas! Tsugumi Ohba y Takeshi Obata matan a un personaje importante, se sacan de encima al último shinigami que había entrado en escena (de hecho sólo vemos a Ryuk quien, una vez más, no hace nada en todo el tomo) y se concentran –básicamente- en lo jodido que es para Light manener ocultas sus dos identidades secretas: la de Kira y la del segundo L, en una cancha bastante embarrada por el accionar de Mello y Near, los dos pibes yankis que quieren lograr lo que el primer L no pudo: terminar para siempre con el reinado de Kira.
Acá ya pasó algo que no está muy enfatizado en los diálogos, pero que es fundamental para el argumento de la saga: ya no es más secreto el hecho de que detrás de Kira hay poderes sobrenaturales que tienen que ver con los cuadernos y los shinigamis. Ya lo saben la cana de Japón, Near, Mello... falta que salga la nota en la revista Genios, nomás. Y eso no está bueno. La gracia de los primeros tomos era ver cómo toda la gilada investigaba los asesinatos de Kira como crímenes comunes, policiales, sin tener la más puta idea de que en realidad la cosa pasaba por estas criaturas del más allá y sus fantásticos poderes. Ahí la ventaja de Light era grossa. Ahora ya tiene que remar un poco más.
En este tomo sufre mucho, pierde mucho y lo acorralan demasiado. Le queda una carta de triunfo, que es la gran aceptación que logra Kira entre la gente común, especialmente en EEUU, que es donde transcurren casi todas las secuencias de este tramo de la serie. Pero justo cuando la juega, se termina el librito y a esperar otros seis meses a ver cómo carajo sigue la historia. Lo más interesante es cómo Ohba se esfuerza por dejarnos bien en claro que, si bien Near y Mello se oponen a Kira y su particular forma de impartir justicia, no son “los buenos”. Son bastante hijos de puta, tan retorcidos como Light o tal vez un poco más. O sea que de las runflas entre estos tres (y hay varias) sólo puede salir uno de ellos con el ojete en llamas, al grito de “Traidores! Me empomaron al primer descuido!”.
Pero la cosa está planteada así, como una competencia entre Mello, Near y L a ver quién captura primero a Kira. Light (que es L y Kira a la vez) sigue siendo el personaje mejor trabajado y desarrollado de la serie (de la historia del manga, me atrevo a decir) y así como en el tomo anterior vimos bastante de los esbirros de Mello, esta vez el guión le da bastante bola a los esbirros de Near. La que pobrecita sigue morfando banco de suplentes a lo pavote es Misa, otrora fundamental para la trama y hoy convertida en la menos importante de los aliados de Light.
Como siempre, el dibujo de Takeshi Obata se pasa de glorioso. Por supuesto estalla en la secuencia de la razzia en la guarida de Mello, pero también sorprende y emociona en las miles de escenas de gente que piensa, habla o teclea en una computadora. En la página 7 del tomo argentino, justo antes de que arranque el episodio 71 de la saga, hay una ilustración de Obata publicada en blanco y negro, pero que se nota que originalmente era a color. Esa página es la fuckin´perfección y –si te gusta el dibujo realista- vale por sí sola lo que te cobren por todo el tomo. Me la imagino a color y me chorrea la masa encefálica por los agujeros de la nariz.
Quiero leer el final de Death Note, pero YA. En 2011 salieron tres tomos, o sea que hay una remota chance de que antes del 31/12/12 esté publicado el final. Pero yo la empecé a leer en Enero de 2010 (¿te acordás?) y me parece una guachada de crueldad inmisericorde hacerme esperar tres años para saber cómo corno termina la saga...

lunes, 26 de diciembre de 2011

26/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, el epílogo


Es así: cuando sos pendejo, no tenés currículum, ni chapa, ni guita para aguantar sin laburar, ni podés bancar tu propio emprendimiento pagando todo con Papi Card, lo más probable es que te empomen. Tal vez por eso yo relaciono esa etapa en Perfil -que a la vista de la mayoría de los lectores era un éxito, un golazo, un hito irrepetible, etc.- con los pijazos que me tuve que comer. Que me sirvieron para aprender un montón de cosas y bla-bla-bla. Pero dolieron.
Y aprovecho este último post para repasar otras experiencias más agradables que tuve trabajando como traductor. En paralelo con el primer año de Perfil, trabajé también en la revista Cóctel, un proyecto que se veía bien y terminó siendo una pirateada de un editor que ahora se las da de serio, pero en los ´90 no tenía ningún reparo en publicar cualquier cosa sin pagarle a los autores. Ahí traduje un tramo extenso de Xenon, un manga de Masaomi Kanzaki, obviamente de la edición yanki. Y toda la primera saga de Sin City, el clásico de Frank Miller. Me pagaron decentemente y tuve total libertad para que los personajes se trataran de vos y hablaran como a mí se me cantara. Lástima que Kanzaki y Miller nunca vieron un mango...
Muchos años más tarde, en 2004, yo trabajaba como coordinador editorial en la extinta Thalos, y me contraté a mí mismo para traducir Hellboy: Seed of Destruction. Por supuesto, me pagué bien y me di total libertad para entrarle a los diálogos de John Byrne y Mike Mignola. Me encantó hacerlo, lo disfruté a pleno.
En 2006, mi hermano Diego quedó al frente de la segunda Biblioteca Clarín de la Historieta y yo colaboré con él con algunos textos y unas cuantas traducciones. Estas últimas fueron a parar a los libros de Tarzan, el Hombre Araña y la Liga de la Justicia (me quedé con la leche de mojar alguna en el de X-Men, que es el mejor tomo de la colección). En todas las traducciones los personajes se tenían que tratar de tú, aunque usaran coloquialismos porteños.
Con Tarzan me aburrí bastante: casi todo estaba escrito en neutro, pero por lo menos lo dibujaba Joe Kubert. Para el tomo de Spider-Man traduje cinco episodios, aunque hubo tres (la primera aparición y la saguita con el Green Goblin) en las que se optó por retocar unas traducciones que llegaron de España en lugar de usar las que entregué yo (que igual me las pagaron). Por suerte se publicó mi versión de mi historieta de Spider-Man favorita de todos los tiempos, la de el n°20 de Peter Parker, escrita por Paul Jenkins y dibujada por Mark Buckingham. Y al traducir esas historietas de Stan Lee aprendí muchísimo acerca de la forma de escribir del viejito, me cerraron un montón de cosas que antes no tenía muy claras acerca de su estilo, de por qué tuvo la llegada que tuvo, etc.
Para el tomo de la Liga (cuya inmunda portada reproduzco en el post) traduje todo menos la primera aparición y el n°200, donde me limité a corregir detalles sobre una traducción de mi hermano. Ahí también tuve la oportunidad de -15 años después- retocar y corregir mi propia traducción del n°1 de Justice League que había hecho para Perfil! Eso fue un flash(back) absoluto. La ordalía de ese tomo fueron los dos episodios de Crisis en Tierra-1/ Crisis en Tierra-2, una historieta tan, pero tan mal escrita que me revolvió las tripas. ¿Qué leían los guionistas y coordinadores de DC en 1963, digo yo? ¿Cómo no se daban cuenta de que esas historietas ya en esa época atrasaban 15 años? Después se preguntan por qué Marvel los pasó por encima...
También en esa colección se dio una bizarreada irrepetible: para el tomo de Mickey y Donald nos mandaron las historietas... en italiano! Con ayuda de coleccionistas amigos, pudimos encontrar casi todo el material en inglés y mi hermano usó esas ediciones para traducir. Pero hubo un par que no las tenía nadie... y las tuvimos que traducir del italiano, nomás! Contra reloj y sin saber una goma! Fue un delirio, nos reímos mucho.
El resto de mi laburo como traductor fue invisible. Traduje un montón de historietas a otros idiomas para editores o autores que las querían colocar en otros mercados, y toneladas de guiones que los editores yankis les mandaban a los dibujantes argentinos para que estos interpretaran. Esos fueron laburos de perfil recontra-bajo, pensados para que los leyeran una o dos personas. Nada que ver con la sobre-exposición que me diera en los ´90 aparecer como traductor en las mega-populares historietas que editaba Perfil.
Fin. Mañana vuelven las reseñas!

domingo, 25 de diciembre de 2011

25/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte IX


A lo largo de esos años de trabajo en Perfil, nos acostumbramos a comernos pijazos, pero no vidrio. Los colaboradores estables sabíamos perfectamente que la editorial estaba en falta con nosotros, porque según el Estatuto de Prensa, cuando alguien cumple 24 colaboraciones consecutivas en un medio gráfico, la empresa está obligada a incorporar a ese colaborador a la nómina oficial de empleados, con sueldo en blanco, aguinaldo, vacaciones, aportes jubilatorios y toda la fanfarria. Por supuesto, a mediados de 1993, cuando los que estábamos desde el principio cumplimos las 24 colaboraciones, nadie en Perfil se hizo cargo y seguimos presentando factura para cobrar, como cualquier salame que recíen empieza. Ninguno armó kilombo, pero todos pensamos “Lo caro que les va a salir esto el día que nos rajen...”
Y bueno, en Abril del ´95, con la confirmación de que la línea de comics se iba a la B, llegó la hora de mandar el telegrama de “me considero despedido y quiero cobrar la indemnización”, cosa que hicimos sólo tres de “los de siempre”: Muñones, Rafa de la Iglesia y yo. Muñones recomendó a un abogado del cual su madre era secretaria, y ahí fuimos. El tipo nos transmitió confianza y se movió rápido. Conocía personalmente a la abogada de Perfil, manejaba buena data y nos dio instrucciones precisas de qué pruebas convenía presentar en cada uno de los casos. Para los primeros días de Mayo los juicios ya estaban en Tribunales. Y mirá qué mala leche: mi juicio cae –por sorteo- en el juzgado de la Dra. Zapatero de Ruckauf. Diez días después, el marido de la jueza, Carlos Ruckauf, es elegido vicepresidente de la nación y la mina –lógicamente- renuncia al cargo de jueza. El único acto de transparencia institucional en 10 años de menemismo, me lo vengo a fumar justo yo. El juzgado estuvo acéfalo durante MESES (más de un año, quizás dos) hasta que apareció otro juez (o jueza, no recuerdo). Lo cierto es que mientras Muñones ya había ganado y cobrado su juicio, yo todavía no había tenido una puta audiencia.
Nunca supe por qué no iniciaron juicio los otros letristas (Andrés Páez y Mariano Navarro), ni por qué Rafa no lo ganó. Pero el juicio de Muñones (que reclamaba menos guita que yo) le había costado una fortunita a Perfil y aún así, la abogada no aceptaba ningún arreglo extra-judicial, porque “no es política de la empresa”. La mina era una cincuentona aguerrida, que a la primera que tuvo me dijo “Vos sabés que por iniciarnos juicio estás en una lista negra y no vas a poder trabajar nunca más en la editorial, no?”. No me acuerdo qué le respondí, pero lo que pensé para mis adentros seguro empezaba con la palabra “chupame”. Y era posta, eh? En el 2004 alguien me llamó de Perfil para ofrecerme un laburo y yo le dije “Primero fijate si no estoy en la lista negra”. Efectivamente estaba, y el que me ofreció el laburo me volvió a llamar para agradecerme por haberle evitado un papelón con sus jefes.
Finalmente, en algún momento empezaron las audiencias (esa fue la última vez que vi a Osvaldo Tangir), fui con el abogado, escuché a los testigos de Perfil mentir descaradamente, esperé con abnegada paciencia y cinco años después de iniciar el juicio, en Mayo de 2000, logré cobrar esa famosa indemnización. Casi hasta el último centavo que había reclamado. Le pagué su porcentaje al cuervo y di por cerrado el capítulo de mi vida laboral que hoy se hace público a través de este blog.
No se me ocurren muchas moralejas, sinceramente. El garrón del cierre de la línea de comics fue muy heavy, pero la bronca se licuó a lo largo de todos esos años que tardé en cobrar el juicio. Y quedaron (además de los mangos de la indemnización y una pila de revistas) un montón de buenos recuerdos, que no son precisamente los que compartimos en estos posts. Pero están y siguen vivos, incluso en los comentarios que vos dejaste acá, en el blog.
Mañana, el epílogo. Y el martes vuelven las reseñas.

sábado, 24 de diciembre de 2011

24/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte VIII


1994 fue un gran año para Perfil, pero nuestros jefes percibían (con distinto grado de razón) dos amenazas jodidas en el horizonte. Una era la improbable chance de que Pavón o Columba (no recuerdo) se pusieran las pilas y le dieran empuje a la línea argentina de Marvel. En estos comics trabajaban básicamente los mismos colaboradores de Perfil, más algún traductor nuevo, ya que yo jugaba para un sólo equipo. O sea que “en la vereda de enfrente” se manejaba muchísima información acerca de lo que pasaba en Perfil. Si se vendía bien, si se vendía mal, si se imprimía en Chile, si se negociaba tal o cual cosa con DC... todo era un permanente “lleva y trae” que –por muchísimos motivos- no amenazaba el liderazgo de Perfil, pero enrarecía un poco el clima de laburo.
La otra amenaza era más palpable: durante el ´94 se activó en serio el circuito de comiquerías, por lo menos en Buenos Aires, y se multiplicó brutalmente la cantidad de ediciones españolas de DC que llegaron a Argentina. Ante eso, en vez de “asustarse”, Perfil tenía dos opciones más lógicas: 1) desembarcar con sus comics en este nuevo circuito, cosa que nunca habían querido hacer por acuerdos semi-mafiosos con los distribuidores del circuito de kioscos; y 2) trabar por vía judicial el ingreso de cualquier publicación en nuestro idioma que usufructuara las licencias contratadas por la editorial (Batman, Superman, etc.). Pero no. Se asustaron e hicieron esta lectura errónea: le estamos dando ventajas a este nuevo circuito porque nosotros publicamos material de los ´80 y las comiquerías traen de España y EEUU el material más reciente. De pronto, la solución mágica para “ganarle” a las comiquerías era publicar material mucho más nuevo, con nueve o diez meses de delay respecto de EEUU (que es lo que hacía Forum com Marvel, por ejemplo).
En Enero de 1995 se firmó un contrato sumamente ambicioso con los representantes de Warner: Zero Hour en tomo único, Wonder Woman, Outsiders y revistas dobles y quincenales para Superman y Batman. Más la continuidad de Las Aventuras de Batman, que era el título más taquillero de la línea. Esto significaba el fin de ambas Ligas y de Flash, pero también una ampliación grossa de la línea y la posibilidad de trabajar un formato con el que nosotros rompíamos las bolas desde el principio: los números de 48 páginas. Y por supuesto, el atractivo (a mi juicio endeble) de llevar a los kioscos historietas que en España todavía no se habían editado, y a un precio infinitamente más accesible que el material que importaban las comiquerías. La calidad de las historietas era –a grandes rasgos- de mediocre para abajo, pero comercialmente podía funcionar.
Y así empezó una maratón de varios meses de hiper-producción, de sacar con fritas toneladas de traducciones. Hasta que a principios de Abril, Osvaldo Tangir me dice “Aflojemos un cachito el ritmo. Tomate una semanita de descanso y yo te aviso para cuándo necesito los próximos números de cada revista”. Pasa la semanita, llamo por teléfono y Osvaldo me dice “Sigue todo parado, bancá que yo te aviso cuándo retomamos”. Al resto de los colaboradores les había pasado lo mismo. Se acercaba el día en que Hora Cero iba a impactar en los kioscos y de pronto, la nada, el silencio. En la revista de Superman, en vez de la trilogía de Supergirl y los genocidas de Krypton, sale un unitario que iba después. ¿Qué carajo pasaba? Nadie sabía nada, o por lo menos a nosotros nadie nos decía nada. Por suerte no hubo problemas para cobrar: yo llegué a cobrar por la trilogía de Supergirl, varios números de Las Aventuras de Batman, todo Hora Cero y los dos primeros números dobles de Superman y Batman, todo material que quedó inédito. Pero lo importante era saber si la cosa seguía o no y en Perfil se hacían olímpicamente los boludos.
El dato llegó por el lado menos predecible: el ejecutivo de International Licensing (la empresa que representaba a la Warner en Argentina) que habitualmente negociaba los contratos con Héctor Chevalier, y que además había trabado amistad con Rafa de la Iglesia. “Mañana me reúno con Chevalier”, habilita este muchacho, un día a fines de Abril. Y al día siguiente, de la misma oficina nos llega la confirmación que no queríamos escuchar: “Muchachos, Chevalier canceló el contrato. Se quedaron sin laburo”. Ahora sí, siamo fuori. ¿Qué pasó ahí? Nunca lo sabremos. Se dio esa bizarreada extraña, ese bache cuasi-imposible de la lógica que hace –por ejemplo- que Macri se presente a elecciones y las gane. Y lo peor de todo: no nos enteramos por nuestros jefes de Perfil, sino por terceros. Si era por Perfil, nosotros todavía estábamos esperando el llamado de Tangir para saber cuándo retomábamos el ritmo de las entregas. ESE es el pijazo que más me dolió. Incluso más que quedarme sin laburo.
Mañana, las consecuencias.

viernes, 23 de diciembre de 2011

23/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte VII


Para mediados de 1992, cuando las publicaciones estaban por cumplir un año, ya estaba muy claro que teníamos un éxito entre manos. Así es como para mediados del ´93, la línea se había duplicado: en vez de cuatro títulos había seis, más miniseries (Invasión), especiales (los primeros Grandes Historias) y hasta un libro de chotocientas mil páginas (La Muerte de Superman). Los que además de trabajar ahí adentro teníamos trato con los fans, con los comiqueros, o simplemente nos tomábamos el laburo de leer las cartas de los lectores, estimábamos que el mercado argentino, así como estaba, bancaba unos 15 títulos de DC por mes.
Los lectores presionaban permanentemente para que se ampliara la cantidad de títulos, tal vez para zafar de los precios asesinos que en aquella época cobraban por el material español las poquísimas comiquerías que existían en el país. Alguna vez Perfil contrató a una persona para que leyera TODAS las cartas de los lectores (varias miles) y tabulara los pedidos de nuevos títulos. Ganaron por afano los Teen Titans, con Wonder Woman y Green Lantern también muy bien rankeados. DC presionaba, pero más sutilmente, a través de la empresa que representaba a la Warner en Argentina, creo que se llamaba International Licensing, o algo así. De hecho, la idea de que había que publicar La Muerte de Superman apenas 9 meses después que en EEUU, vino de DC. Pero en general se limitaban a tirar el dato de que allá, en el Norte, además de Superman y Batman los títulos que hacían furor eran Robin y Lobo. Acá apenas se publicó un one-shot de Lobo y Robin, pobre, apareció poco y nada.
¿Cuál era el verdadero motivo por el cual Perfil no expandía su línea de títulos? No sé, pero yo tenía esta teoría: Los colaboradores (traductor, articulista y letristas) cobrábamos por trabajo entregado. O sea que en 1993, con el doble de series en curso, cobrábamos el doble que en 1991 (más algún aumentito que nos dieron una vez, sin que lo pidiéramos). Pero el coordinador de las series (Osvaldo Tangir) y el diagramador (Jorge Benedetti) cobraban un sueldo fijo, como cualquier empleado de la editorial. O sea que en 1993 laburaban el doble que en 1991... por la misma guita! Por ahí me equivoco, pero yo creo que el verdadero filtro, el verdadero impedimento para sumar más colecciones, era que Osvaldo y Jorge no querían laburar EL TRIPLE por la misma guita. Y me parece absolutamente entendible. Para los que hacíamos las traducciones y redactábamos los artículos, más títulos era más guita. Para ellos no, y eso era bastante injusto. Acá el pijazo era para Osvaldo y Jorge, y por supuesto para los lectores, que se quedaron con la leche de leer un montón de material que Perfil pudo haber editado, pero decidió no hacerlo.
Hablando de los artículos, ¿te acordás de Weirdo y Rascomix? Eran dos identidades ficticias creadas por Rafa de la Iglesia para los correos de Perfil. En 1994, cuando empezamos a planificar la Comiqueando, Rafa era parte del staff y dábamos por hecho que él (o algún otro) iba a escribir en la nueva revista con los nombres de Weirdo y Rascomix. En algún momento se lo comentamos a Tangir, y al tiempito nos tira una bomba atómica: “Muchachos, lo de usar las identidades de Weirdo y Rascomix para Comiqueando va para atrás. Acá me dicen que esos personajes son propiedad de Perfil y que sólo se pueden usar en nuestras revistas”. Ah, bueno... Nos vacunaron, mal. Por supuesto, Rafa nunca había firmado ninguna cesión de derechos ni nada que le otorgara a Perfil el control sobre esas creaciones. Pero decidimos no pelearla y, con el pijazo adentro, metimos en la Comiqueando a “Alejandro Tancredi” (el pseudónimo con el que escribía Rafa en los comics de Marvel, de Pavón o Columba, no recuerdo bien) y resucitamos al Dr. Müle, un personaje que había creado mi hermano Diego para la revista El Tajo. Como ínfima “represalia”, Rafa dejó de escribir la sección Charlas en el Parque para los comics de Perfil y la retomó en Comiqueando.
Mañana, más pijazos en torno al cierre de la línea DC/ Perfil.

jueves, 22 de diciembre de 2011

22/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte VI


Lo de hoy no es exactamente un pijazo, ni una de esas situaciones en las que uno terminó indignado, humillado o devastado. Pero le debía a un lector la explicación de por qué Booster Gold se convirtió en Astro Dorado, así que vamo´en esa.
Booster Gold es un nombre MUY difícil de traducir porque parte de un error, de un accidente. Recordemos el origen del personaje: Michael Carter jugaba al futbol americano en el Siglo XXV y era el ídolo de su equipo. Le decían “Booster” (“incrementador”) porque cada vez que entraba, incrementaba la cantidad de goles que marcaba su equipo. En todos lados se lo conocía como Booster Carter. Cuando llega al Siglo XX, se decide a actuar como superhéroe. Elige el nombre Gold Star, para acompañar a la estrella dorada que tiene en su pecho. En su primera aparición en 1985, salva a Ronald Reagan de... unos alienígenas, creo. El viejito choto le dice “Pibe, te debo la vida. ¿Cómo te llamás?”. Y Michael, acostumbrado a que le digan Booster, dice –Booster... eh... Gold Star!. El viejito choto entiende todo por la mitad y dice “Ah, Booster Gold! Bueno, mil gracias Booster Gold! Fuerte ese aplauso para Booster Gold, el nuevo superhéroe!”. Por supuesto, esto sucede bajo la mirada de una plétora de periodistas y todos escuchan lo que dice Reagan, o sea que en todos los medios la noticia es “Booster Gold le salvó la vida al presidente”. Y bueno, ya fue –pensó Michael- Si en todos lados me mandaron “Booster Gold”, me llamo Booster Gold y a la mierda...
O sea que es un nombre que nace mal parido. En Brasil le mandaron Gladiador Dourado, en México fue Explosivo Dorado y a mí se me ocurrió Astro Dorado, por tres motivos: 1) era la estrella de su equipo, o sea que tranquilamente en el Siglo XXV lo podrían haber apodado “el Astro” Carter; 2) Astro Dorado sería una traducción más que digna de Gold Star; y 3) cuando le dijeran –para verduguearlo- “Buster” en vez de Booster, yo le podía mandar “Trasto” en vez de Astro y quedaría bastante gracioso.
Y aprovecho que tengo espacio (y que estamos hablando de un personaje de la Liga de la Justicia) para narrar una de las victorias conseguidas entre tantas derrotas. Desde que se firmó el contrato para el segundo año de la Liga, Rafa de la Iglesia y yo empezamos a bajar línea con el tema de la Liga Europa. –Loco, mirá que para el número 25 de la América hay que empalmar con la Europa... –Mirá que una de las consecuencias más grossas de Invasión es la formación de la JLE... –Mirá que para el número 31 de la América viene un crossover de dos números con la Europa y si los salteamos nos van eviscerar... Y así durante meses, pero nadie confirmaba nada, ni por sí ni por no. Al argumento de “tener dos títulos de la Liga puede hacer que se dividan los lectores y que cada uno venda menos”, nosotros retrucábamos “Y bueno, saquemos un sólo título de 48 páginas, con América y Europa juntas, así de paso podemos meter cada tanto un anual o un especial sin cortarlo por la mitad”.
En un punto (principios de 1993), nos enteramos –creo que por Osvaldo Tangir- que se estaba negociando un contrato nuevo, complementario al de los cuatro títulos básicos, que contemplaba algunos especiales, la serie regular de Las Aventuras de Batman, La Muerte de Superman y la miniserie Invasión. Eso implicaba un laburo inmenso, en el que iban a necesitar que nosotros estuviéramos afiladísimos, en un ritmo de producción mega-intenso y sin margen de error. Entonces nos plantamos (alguna vez tenía que suceder) y dijimos “Si no agregan la Liga Europa, nos vamos a la mierda”. Y milagrosamente funcionó. En Junio de 1993 empezó a salir la JLE y haciendo un poquito de magia logramos que ambas series llegaran juntas al punto en el que se tenían que cruzar, el recordado Imperativo Teasdale. Fue un crossover lindo, prolijito, no como pasó con Invasión, que el crossover de la Liga se publicó como siete meses antes de la miniserie.
Supongo que para Perfil no habrá sido un gran negocio editar la Liga Europa, que nunca estuvo entre los títulos más vendidos. Pero para los fans (entre los que me incluyo) era importante ver cómo esa serie gloriosa se desdoblaba en dos series gloriosas... y bueno, finalmente y después de mucho sufrir y putear, se pudo hacer.
Mañana, más pijazos.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

21/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte V


Sigo con lo de las traducciones y recuerdo otra derrota, la que coseché gracias a Hawkman. La orden de arriba fue mantener “Hombre Halcón”, traducción heredada de las revistas de Novaro y los dibujos animados de los ´60 y ´70. Yo obviamente no estaba de acuerdo. Cualquier salame con un mínimo manejo del inglés sabe que un hawk es un gavilán, no un halcón. Y un halcón es un falcon, no un hawk. Pero me tuve que fumar “Hombre Halcón”, nomás.
Y el mismo criterio pelotudo de traducir mal porque los mexicanos habían impuesto el nombre vino con Green Lantern. –Maestro, “lantern” no es “linterna”, es “farol”. –Me chupa un huevo. Ponele Linterna Verde. –Pero “linterna” en inglés es “flashlight” (en EEUU), o “torch” (en Gran Bretaña”)... –Me chupa un huevo. –Pero lo que usan los personajes para cargar el anillito es un farol verde, incluso en el escudito del pecho tienen un farol verde... –Me chupa un huevo. No le pongas “Farol Verde” porque te rajo en el acto. Y así quedó, mal traducido, pero con el nombre que todo el mundo conoce y usa. Esa era obvia que la perdía, fue una batalla que libré sólo para hinchar las pelotas, para decir “no adoptemos ciegamente lo que viene impuesto por el uso o por la tradición, porque muchas veces es cualquiera”.
Y ahora que veo esa portada de Superman y Green Lantern (cuya versión argentina no encontré en la web) digo: La visitadísima concha de sus madres! Hicimos un papelón cósmico y nos comimos containers llenos de puteadas en el ´92, cuando nos salteamos no sé cuántos números de la Liga porque supuestamente los crossovers de Millennium no se iban a entender... y dos años después, en la revista de Superman metemos no uno, sino CUATRO crossovers de Millennium! Tenemos menos coherencia que la UCR. Pero bueno, esa ya era la época en la que los colaboradores/ asesores nos poníamos más en putas y apretábamos más para que no se saltearan episodios al voleo, sobre todo en Superman, donde había plots de largo aliento, que avanzaban en todos los números de todas las series, incluso cuando venían estos crossovers grandilocuentes y fumancheros.
¿Qué habría hecho yo? Arrancar con tres series: Batman (con Año Uno, Las 10 Noches de la Bestia y Una Muerte en la Familia, en ese orden), Superman (con Man of Steel en números de a dos episodios, y a partir del cuarto número doble, con las dos series centrales, Superman y Adventures) y Legends. Así, el sexto número de Superman, el que vendría con los crossovers de Legends, hubiese salido a la par del final de la miniserie. Y una vez terminada Legends, reemplazarla por dos series nuevas: Flash y Liga de la Justicia, que obviamente empiezan ahí. De hecho la tercera serie podría haberse llamado Universo DC Presenta, arrancar con Legends y a partir del séptimo número pasar a llamarse Universo DC Presenta Flash, como para gambetear el despelote que conté el otro día y que terminó con la “creación” de Flushman.
¿Y hubieras publicado Crisis? No, la verdad que no. Crisis tiene poquísimo (por no decir nada) que ver con ese DCU que arranca en Legends. De última, una vez que vimos que vendimos fantastillones con el libro de la Muerte de Superman, con chotocientas mil páginas y totalmente desenganchado de las historias que se editaban en las series mensuales, ahí me habría jugado a publicar Crisis en ese mismo formato, toda de un saque, también con muchos textos complementarios y toda la parafernalia. Pero no de entrada, porque al lector nuevo, que no sabe una goma de Universo DC, lo confunde más de lo que aclara.
Millennium tampoco la habría publicado, simplemente por lo chota que es. Habría encargado una serie de notas que explicaran todo lo que pasó, como para que –a la hora de fumarse los crossovers- el lector tuviera mínima idea de qué carajo eran los Manhunters, los Guardianes y toda esa gilada. Pero los ocho numeritos de Millennium no, ni drogado.
Y por supuesto, Invasión sí, porque es importante para Flash y para la Liga y además está bastante buena. De hecho, Invasión era un gran punto para darle un cierre a la serie de Superman (en el n° 450 de Adventures) y pegar un salto grosso hasta la época post-Doomsday, como para evitar muchos números medio pelo, sin autores importantes (fuera de algún arquito con George Pérez) ni sagas demasiado relevantes. O no... por ahí daba para seguir mansitos, capítulo a capítulo, sin saltearse nada.
Mañana... Astro Dorado!

martes, 20 de diciembre de 2011

20/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte IV


Retomo la saga de Perfil para dar cuenta de algunos de los pijazos que me comí como traductor. El más grosso fue un día, muy al principio de esta historia, antes de que se publicaran las revistas, cuando uno de los coordinadores (creo que fue Osvaldo Tangir, pero no estoy seguro) me dijo “Acordate que los personajes se tienen que tratar siempre de tú”.
-¿Cómo de tú? Eso me hace mierda el verosímil! Yo tenía todas las traducciones estructuradas a partir de la analogía entre las grandes ciudades de la Costa Este de EEUU y Buenos Aires...
-Sí, lo de la analogía me parece perfecto. Pero esto se va a distribuir también en Chile, Bolivia y regiones de Argentina donde no se usa el “vos”.
La concha de la lora... Todavía no empecé a laburar y ya estoy otra vez al borde de la renuncia. Y bueno, di pelea hasta donde pude y cuando vi que tenía menos chances que Nik de publicar en la Fierro, me comí el pijazo y entregué cientos de traducciones en las que los personajes se trataban de tú. Como le metía informalismos porteños, terminó por ser una mezcla medio bizarra. A veces aparecían frases tipo “tú eres un gil de lechería”, o “tienes que zafar de este garrón”, y cosas así, en ese estilo híbrido, indefinido, que no se entendía en Chile ni en Bolivia y sonaba para el orto en Buenos Aires.
Con los nombres de los personajes, en la gran mayoría de los casos me dieron total libertad para hacer lo que se me cantara. A veces no, y los pijazos no fueron muchos, pero sí dolorosos. El peor fue, lejos, el del Joker. Recordemos que lo primero que publicó Perfil fue la adaptación de la primera peli de Batman de Tim Burton, en la que al Joker le decían Guasón, como en la serie de Adam West de los ´60. Serie hiper-masiva: Guasón, peli hiper-masiva: Guasón, primer comic de Perfil: Guasón. Imaginate la cara de Tangir cuando le dije “Guasón es una cagada, ¿le puedo poner Bufón?”.
No, ni a palos. Igual banco a muerte a Bufón. Bufón capta los dos sentidos de Joker. Bufón es un yosapa, un salame que hace chistes, y Bufón es (como el Rey, la Reina y la Sota) un personaje medieval de los que ilustran los naipes, con los que tantas veces joden los guionistas en los comics donde aparece el Joker. Acá a ese naipe le decimos “comodín”, pero el personaje que lo ilustra es claramente un bufón, el bufón de la corte real a la que aluden los naipes de las barajas francesa y española. Algún día voy a traducir un comic donde aparezca el Joker y le voy a poner Bufón. Posta.
Y antes de cambiar de tema, una reivindicación para la serie sesentosa de Adam West: Gatúbela, maravilloso nombre castellano para Catwoman, mil veces mejor que “Mujer Gato”. “Acertijo” es una traducción casi tan mala como “Guasón”, porque no capta los dos sentidos de la palabra “Riddler”. Que podría ser, por un lado, “acertijeador”, o “acertijero” (ambas suenan horrendas), y por el otro “acribillador”, que deja MUY afuera el otro sentido, el de los acertijos. Como en los comics que compró Perfil el personaje casi no aparece, le dejé “Acertijo” y a comerla. No daba para librar una batalla por semejante boludez.
La tilinguería de respetar malas traducciones heredadas de otras versiones llegó al cénit con The Killing Joke. Mi jefe la había leído en la edición española de Zinco y en todo momento, se refería a la saga como “La Broma Asesina”. –No me gusta. –decía yo- Para mí la traducción correcta es “El Chiste Mortal”. Por la famosa frase argenta “escuchá este chiste, que es mortal”. Seguro que Alan Moore pensó en eso, no en una broma que sale a boletear gente. De hecho, en el guión es MUY importante un chiste, y no una broma. Pero perdí por goleada: Osvaldo Tangir consultó con el resto del staff y todos coincidieron en que convenía más mantener el título de la edición española, que ya sonaba fuerte entre muchos fans. La tirada de la edición argentina fue superior a la cantidad de ejemplares de publicaciones de Zinco importadas durante todo ese año (1993, creo), pero aún así había que hacerle el fan service al grupúsculo que conocía la edición gallega y la asociaba con una historieta prestigiosa, aunque ese grupúsculo fuera precisamente el menos propenso a comprar la edición nacional. Igual fue tan, pero tan grosso cobrar por traducir The Killing Joke, que por mí le podrían haber puesto “Racing es de la B”, o “La vieja de Accorsi cabecea ombligos en los baños de Constitución” y yo igual feliz de la vida...

lunes, 19 de diciembre de 2011

19/ 12: JACK KIRBY´S OMAC


Este libro me provocó sensaciones encontradas, como cuando tenés hambre y –al mismo tiempo- ganas de cagar. Por ahí porque esperaba mucho, de tanto que reivindican a OMAC genios vanguardistas como Paul Pope, Grant Morrison y algún otro. Lo cierto es que, si bien no puedo calificar a estas historietas de bosta hecha por kilo, tampoco puedo decir que me hayan gustado.
Hay muchos problemas y uno es que, durante su etapa en DC, Kirby estaba obligado por contrato a entregar 15 páginas por semana. El Rey escribía y dibujaba y más o menos se bancaba ese ritmo demencial, sólo opacado por las proezas de Osamu Tezuka y sus infinitos asistentes. El libro muestra varias páginas a lápiz de Kirby y la verdad es que el tipo conservaba casi intacto el power que lo mega-consagró en los ´60. Pero a veces, el que no aguantaba el ritmo era el entintador, Bruce Berry, y se ve claramente cómo este pobre pibe le estropea algunas viñetas al Rey, en las que se nota demasiado el apuro, cuando no la impericia. El resultado son unas cuantas páginas bastante por debajo del nivel que uno esperaba de una bestia salvaje como Kirby.
Ojo, hay un montón de dibujos fastuosos. Unas splash y unas doble splash para enmarcar y colgar en el Louvre (bueno, mejor en el MOMA). Pero también hay otros donde el cansancio de dibujante y entintador se cobran un precio bastante alto.
Igual el principal problema es que a Kirby lo dejaron escribir. Esto está definitivamente mal escrito, y como Kirby era su propio coordinador, nadie le decía nada (fuera de “Maestro, invente otra serie para mañana porque esta no vende una chota y la acabamos de cancelar”). El personaje de OMAC es chatísimo: un tipo sin onda, sin personalidad, sin vida privada, que no se cuestiona nada. Un cana tuneado, el miembro más pulenta de una agencia “de paz global” que cada vez que OMAC está en problemas manda a sus tropas a reprimir al villano de turno. Que por otra parte son siempre distintos villanos y bien podrían ser uno sólo, porque ninguno tiene personalidad ni motivaciones mínimamente exploradas. Los guiones son apenas una excusa para que rápidamente estalle la acción, que es donde Kirby se luce a full, y la verdad es que el resto tiene poco sustento.
Lo más choto son los diálogos. Cuanto más leés al Kirby “solista”, más reivindicás a Stan Lee. Los diálogos de Kirby son torpes, obvios, inverosímiles. Los bloques de texto a veces se limitan a un “Then...”, o un “Suddenly...”. Eso ya atrasaba muchos años en 1974. No jodamos: en 1974 ya existían el Deadman de Neal Adams, el Swamp Thing de Wein y Wrightson, Green Lantern/ Green Arrow... y eso sin salir del mainstream, porque también existían Robert Crumb, Richard Corben... muchísimas instancias de superación de esta fórmula clásica y predecible, que se podría sintetizar como “El Bueno descubre el plan del Malo, lo enfrenta, al principio pierde, después algo le habilita más poder y al final gana”.
Y lo más interesante son las ideas, los conceptos extremos, casi delirantes que pela Kirby. Creo que eso es lo que ceba a Morrison, por ejemplo. Cada bomba, cada rayo, cada máquina que hacía aparecer Kirby era novedosa, rara, impredecible, amenazante, familiar y original a la vez. Concedo que en los ´70 no era fácil generar una atrás de otra todas esas ideas bizarras, que le sacan excelente jugo al contexto de ciencia-ficción de la saga. Hoy, en cambio, me parece que cualquier salame que haya consumido bastante Cartoon Network de pendejo y bastante marihuana de adolescente puede limar al nivel de Kirby sin mayores inconvenientes.
Puteame de arriba a abajo si querés, pero de todo lo que hizo Kirby en DC yo rescato apenas a Kamandi y algunos numeritos de Demon. Lo del Cuarto Mundo se pasaba de pretencioso y OMAC parte de bases tan endebles que –predeciblemente- en los ocho numeritos que se llegan a publicar, no llega a ningún lado. Aguante el OMAC de John Byrne, que ese sí es papa MUY fina.

domingo, 18 de diciembre de 2011

18/ 12: CRASH! Vol.13


Esta es una verdadera rareza. Durante varios años, en Bolivia se editó la revista-libro Crash!, que generalmente reunía trabajos de un montón de autores bolivianos, más algún invitado especial, que generalmente era un autor europeo o latinoamericano que había asistido o estaba por asistir al festival Viñetas con Altura. Pero en algún momento de 2006 salió este extraño tomo en el que el coordinador habitual de Crash! (el maestro Frank Arbelo) cedió su lugar a otra bestia del comic contemporáneo, el español Miguel Brieva, para realizar un número de la antología íntegramente compuesto por material de autores españoles, clásicos y modernos. Brieva seleccionó a un grupo de sus colegas y todos aportaron material ya publicado previamente en España, pero que no se conocía en Latinoamérica. Veamos con qué nos encontramos.
Abre la antología Darío Adanti, más argentino que el dulce de leche, pero residente hace muchos años en la Madre Patria. Adanti aporta una historieta de seis páginas y una de dos, ambas brillantes. La más larga tiene grandes chances de ser la mejor de todo el tomo.
El bizarro Paco Alcázar aporta un puñado de historietas muy breves, de las cuales la mejor, Destruir es Fácil, parece escrita por Gustavo Sala. Lástima que se nota demasiado que fue pensada para publicarse a color, si no también subía al podio.
Lo de Juan Berrio es elegante, pero también bastante frío. La primera historia naufraga en el mar de la intrascendencia y la segunda hace gala de un excelente manejo de un recurso muy original para narrar varios cachitos de historia en paralelo.
El propio Miguel Brieva aporta dos historias de cuatro páginas, ambas excelentes. La primera, Ultimas Noticias de Animalandia, es sencillamente genial y le disputa el primer puesto a la de Adanti, sin ninguna duda. Además el dibujo es perfecto, incluso cuando opta por una grilla de cuatro tiras de viñetas, con cuadritos muy chiquitos. Impecable.
El maestro Carlos Giménez, prócer indiscutido del comic español, también tiene dos historietas de cuatro páginas, pero ya las vimos en otra antología del madrileño, reseñada este año en el blog. Creo que fue en Sabor a Menta. Figurita repetida, pero finoli.
Le sigue otro monstruo que trabaja profesionalmente desde los ´80, pero al que nunca se le dio el reconocimiento que se merece. Keko (que de él se trata) se despacha con una de 8 páginas absolutamente brillante. Otra joya para el podio, de una.
Linhart era el único que no me tenía entre sus fans. Lo que mandó para Crash! me pareció visualmente atractivo (aunque muy derivado del estilo de Charles Burns), si bien los guiones me convencieron hasta por ahí nomás.
Otro clásico fundamental es Max, que acá aporta tres historias cortas de su personaje Bardín el Superrealista, una creación de gran vuelo poético, de mucha libertad, pero muy propenso a la fumanchereada que no se termina de entender. De todos modos, las historietas tienen textos exquisitos y unas imágenes devastadoras.
Miguel B. Nuñez también mete dos historias de cuatro páginas, muy jugadas a los guiones, que son inquietantes, sórdidos y repletos de buenos diálogos. En ambos casos los planteos son un poco ambiciosos para cuatro páginas, pero a Nuñez le queda muy bien el yeite de meter miles de viñetas en cada página, con lo cual pilotea muy decorosamente el poco espacio que tiene para desarrollar las historias.
Me entero gracias a los textos de esta antología que el alucinante Santiago Sequeiros nació en Buenos Aires. No da para considerarlo argentino, porque creo que vivió casi toda su vida en España y toda su obra se gestó allá. Acá, fiel a su costumbre, pela una historieta que se pasa de críptica, con unos dibujos de la reputísima madre, en un estilo que parece combinar a Miguel Gallardo con José Muñoz.
Y cierra Fermín Solís, un Dupuy + Berberian de la B Metropolitana que no dibuja bien, no cuenta nada interesante y no ofrece nada memorable, ni impactante, ni novedoso. No es irredimible, pero se nota que este laburo lo encaró con poquísimas pilas.
El promedio le da muy positivo a Brieva, que supo rescatar muy buen material de los autores españoles actuales y armar una mezcla que funciona tanto para darlos a conocer en un continente donde casi no se los edita, como para que el lector habitual de la Crash! acceda a una cantidad más que digna de buenas historietas. A mí, que soy hardcore fan de la historieta española, me sorprendió poco pero me gustó muchísimo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

17/ 12: OCEAN


No se le puede negar a Warren Ellis que tuvo una buena idea para esta saga. Una raza humanoide flota dentro de sarcófagos en el inmenso océano cubierto de hielo que es Europa, la luna de Júpiter. Están ahí hace mil millones de años luego de haber convertido en un cinturón de asteroides al planeta que estaba entre Júpiter y Marte, haber hecho inhabitable al planeta rojo y haber sembrado las semillas de la vida en el planeta Tierra. Estos seres no están muertos, sino en una profunda animación suspendida y se están por despertar. No sólo ellos: también sus armas, que son las que hicieron añicos a un planeta y dejaron al otro rojo y yermo. Mal y tarde, los terrícolas, que ya dominaron técnicas avanzadas de exploración y viajes interplanetarios, se avivan de esto y tienen que decidir qué hacer. No todos, claro. Toda la tensión y la responsabilidad recae en un grupito de cinco personas, lideradas por Nathan Kane, un Inspector de Armas de las Naciones Unidas, muy parecido a la Brujita Verón. La respuesta al dilema que pela Ellis es totalmente impredecible y cierra por todos lados.
Hasta ahí, todo bien. El tema es que con eso no llenamos ni a palos 160 páginas. Ahí al guionista se le ocurre agregar un conflicto dentro del conflicto. Además de la base de exploración de Europa en la que trabajan “los buenos”, hay dando vueltas una base de una mega-corporación terrestre, con tecnología aún más avanzada, y con planes un poco menos altruistas que los de las Naciones Unidas. “La Corpo” se llama DOORS y es una especie de parodia de Microsoft, muy ácida y filosa. Y es un obstáculo, una molestia, una amenaza permanente para la labor del equipo que responde a Kane. Podría tranquilamente no estar, pero Ellis le saca buen provecho. Una raza de asesinos planetarios dormidos hace millones de años no siempre proveen el desafío suficiente como para que los buenos vivan situaciones al límite en seis episodios de una saga, y bueno, ahí queda copado que entren en juego unos “malos” tan activos como los buenos, pero con intereses encontrados.
La base de los buenos en la órbita de Europa se llama Cold Harbor y define mucho el tono de la obra. En Ocean, todo es muy frío. Hay acción, hay algunos chistes muy buenos, hay una mecánica que jode todo el tiempo con lo alzada que está, pero el ritmo del relato es pachorro, el protocolo tiene bastante peso y todo tiende a los climas fríos, al cálculo, la investigación científica, la contemplación, la decodificación de señales y lenguajes... todas cosas que dejan poco margen para la emoción, los sentimientos y ni hablar de las pasiones. Los malos son tan fríos que Ellis los plantea prácticamente como androides, semi-humanos controlados por una computadora central que piensa por ellos. La ciencia-ficción muchas veces adolesce de una cierta frialdad, con lo tecnológico siempre por encima de lo humano, y la verdad es que Ocean no es para nada la excepción. Esto está a años luz de Transmetropolitan, donde la ambientación futurista tiene mucho peso, pero la historia que quiere contar Ellis no renuncia ni una viñeta a lo visceral, a lo quintaescencialmente humano.
Buena parte de esta sensación gélida la transmite el dibujo de Chris Sprouse, una vez más demasiado prolijo para ser real. Sprouse es muy, muy bueno, pero tiene la sangre a temperaturas bajo cero. Su dibujo se excede en la profilaxis, en la ascepsia, en esa línea limpita, correcta, esos fondos en los que imperan el orden y la austeridad. Resuelve bien las escenas de acción, pero mezquina las líneas cinéticas, los efectos para crear impacto, como si estuviera mal meter escenas de acción, como si hubiera que disimular la machaca. Eso, sumado a la repetición de la grilla widescreen (la página dividida en tres, cuatro o cinco tiras horizontales de una sóla viñeta cada una), da por resultado un comic que se ve demasiado lindo, que gana el partido pero no transpira la camiseta, un comic pecho frío, bah. Me imagino este mismo guión dibujado por Howard Chaykin o por Paul Gulacy y me aparecen en la mente escenas con más onda, más fuertes a la hora de shockear al lector, más comprometidas, en un punto.
De todos modos, lo importante es que la historia está buena, funciona, no defrauda y no termina como creés que va a terminar. Si sos fan de la ciencia-ficción clásica, tecno, tipo la Star Trek de los ´60, esto va en esa línea pero es mejor. Se podría haber contado en menos páginas (como lo hizo Ellis en Ministry of Space, su otra gran saga de sci-fi) pero realmente está muy bien escrita, con lo cual la estirada no se se hace densa ni contraproducente. Ahora que viene el calor, se impone un comic helado. Y Ocean se parece más a Freddo que a esas heladerías crotas en las que el kilo vale diez pesitos.

jueves, 15 de diciembre de 2011

16/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte III


En los meses posteriores a esa reunión con Chevalier, mi contacto con Perfil fue mínimo. Una vez alguien me llamó para decirme “Hay un nuevo coordinador, Alejandro Algo (no me acuerdo el apellido). Fui, lo conocí, todo bien, dale, hablamos, te llamo, si querés andá arrancando con los primeros números de Batman o de Superman, dale, copado, nos vemos. A las pocas semanas, alguien me avisa que Alejandro Algo renunció y pusieron a otro coordinador, Jorge Algo (creo), y el mismo speech. Y de nuevo, unas semanas más tarde Jorge Algo era historia antigua.
Llega Julio y yo me voy por primera vez a la convención de San Diego (esa en la que le tiré los galgos a J.M. DeMatteis). El día que vuelvo a Buenos Aires me llama por teléfono Muñones: -Che, apareció un coordinador nuevo en Perfil que te quiere conocer urgente. Voy a la redacción y efectivamente, me presentan a Osvaldo Tangir. –La buena noticia –dice Osvaldo- es que esto se activó y tiene fecha de salida. La mala es que estamos apretadísimos con los tiempos y necesitamos un montón de traducciones para ayer.
Por algún motivo extraño, le creí. No me pareció el típico chanta que había venido a calentar ese sillón un par de semanas. Dejé uno de mis dos laburos (en el Centro Cultural Recoleta, donde en siete meses no había logrado cobrar un mango) y me aboqué a sacar con fritas los primeros números de las cuatro míticas colecciones. Uno de esos días previos a la salida de las revistas, cuando voy a entregar traducciones, Osvaldo me dice “Ponete con Rafa a pensar nombres para la revista de Flash, porque no se puede llamar Flash”. –Nah, me estás jodiendo. –No, ya nos amenazaron de Editorial Sarmiento. Si le ponemos Flash, nos comemos un juicio.
Los jóvenes seguramente no la recordarán, pero la revista Flash de Editorial Sarmiento era un pasquín abyecto, repleto de chimentos de la farándula, horóscopos truchos y dietas imposibles. –La concha de la lora- dijimos nosotros. –No nos sale una. Y bueno, presentamos una lista de unos 15 nombres alternativos. Algunos eran Las Nuevas Aventuras de Flash, Universo DC Presenta: Flash, El Nuevo Flash, El Rayo, El Relampago y los demás no me los acuerdo.
Imaginate mi cara cuando me muestran las pruebas de imprenta de la tapa del primer número, con un logo impactante que decía FLUSHMAN. ¿Flushman?! ¿Qué carajo es eso? ¿A quién se le ocurrió esa boludez? ¿Para qué nos consultaron? ¿Para que nos pidieron que sugiriéramos todos esos nombres si después le iban a cumplir el capricho a algún pelotudo? ¿Cómo nadie sabe que “flush” en inglés es apretar el botón del inodoro para que se vayan las heces? La respuesta fue “A alguien de arriba se le ocurrió ese título e insistió con que flush suena parecido a flash”.
Yo me la quería cortar. Mi nombre aparecía como “traductor” y estaba seguro de que los lectores me iban a responsabilizar a mí de ese moco patético, me iban a venir a buscar con las antorchas y esos tenedores gigantes con los que los aldeanos perseguían a Frankenstein. Amenacé con renunciar, obvio, pero era joven, necesitaba la plata. Y hasta el último puto número de la revista, cada vez que otro personaje mencionaba a Flash en los diálogos, yo le dejaba “Flash”. Y si el letrista no se avivaba y lo cambiaba por “Flushman”, en las historietas a Wally le decían Flash. Tangir me re-puteaba por esto, pero en secreto bancaba mi actitud de no escribir la palabra “Flushman”. De hecho, él mismo escribió un articulito (no sé si antes o después de que los lectores nos tiraran misiles de lava radioactiva mezclada con diarrea de Darkseid) donde aclaraba que no había sido yo el que le había cambiado el nombre al personaje. Un fenómeno, Osvaldo.
Y bueno, con el tiempo el público medio se acostumbró, las ventas (que empezaron flojas) subieron, y aún hoy, 20 años después, hay gente que me sigue preguntando quién carajo y cómo mierda llegó a una solución tan chota para un problema tan sencillo. Yo sigo respondiendo “ni idea”. Por lo menos hoy ya no sufro al escuchar que un chico chiquito se refiere al personaje como "Flushman", algo que en los ´90 me atormentaba más que María Julia Alsogaray rifando las empresas del Estado.
Y hablando de políticos mentirosos, al mejor estilo político en campaña prometí que estos posts iban a tener continuará diario, pero no lo voy a poder cumplir. Sábado, domingo, lunes y quizás también martes, tendremos reseñas. Y recién después retomamos “la saga de Perfil”. Es lo que hay.

15/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte II


Retomo donde dejé ayer: Abril de 1991, reunión con Héctor Chevalier, superior inmediato de un jefe que acababa de renunciar y todavía no tenía sucesor.
Enorme redacción, llena de escritorios, pero vacía, hora del crepúsculo. Chevalier me manifiesta su intención de mantener el equipo que estaba formando Hugo García: Pablo “Muñones” Muñoz como letrista, Rafa de la Iglesia en correos y artículos y yo en traducciones. Me dice que lo que le falta es orientación para armar las publicaciones y me blanquea qué es exactamente lo que está negociando con los representantes de Warner en Argentina.
-12 números de Flash, del 1 al 12. –Okey, le digo yo. Era una buena serie, despareja hasta la etapa de William Messner-Loebs y espectacular de ahí en más. Además Canal 13 pasaba la serie con actores, así que todo bien.
-De Batman, como es más caro, compramos sólo 8 números, dos miniseries: Las 10 Noches de la Bestia y Una Muerte en la Familia. Largamos con esa, que va a ser un bombazo. –No, maestro- digo yo- En Las 10 Noches... Robin está vivo. No se puede publicar eso DESPUES de la saga en la que muere Robin. –Ahhhhh –cae Chevalier- Tenés razón... Bueno, las mandamos al revés, primero la de Las Noches de la Bestia y después la de la Muerte de Robin.
-Con la Liga de la Justicia tenemos un problema, que son estos números que enganchan con un evento... –Millennium. –Sí, eso. Esos dos números no los vamos a publicar, porque no se van a entender, me parece. -¿Por qué? Se puede aclarar a qué otras historietas se está haciendo referencia, y el que quiere que las busque... –No, mucho kilombo. Las volamos y listo. Y por ahí, ya que estamos volamos las dos siguientes, porque seguro hacen muchas menciones a lo de Millennium y no se va a entender... Además después viene otro número que es la mitad de una historia, y tampoco da. Es más sencillo eliminar todos esos números y saltar directo al 14, donde parece que empieza una historia nueva...
Imaginate mi cara. Estábamos hablando de la sacrosanta Liga de Giffen y DeMatteis, de un número que se entiende perfecto (el 9), uno que se entiende poco y se podría haber omitido, si no fuera porque el back-up es importante (el 10) y dos números fundamentales como el 11 y el 12, donde se resuelve todo el plot de Maxwell Lord, que se venía arrastrando desde el inicio. El del Suicide Squad... está bien, si no querés no lo publiques. No es taaan trágico. Pero los números 9, 11 y 12 no se podían omitir bajo ningún concepto.
-Y Superman... –retoma Chevalier- El muchacho que vende las licencias de DC me dice que es muy complicado, que son varias series simultáneas, con historias que continúan de un título a otro. Yo le pedí que me consiguiera miniseries, historias cerradas. Y me dio Man of Steel, y dos de tres capítulos: una en el Infierno y una con Batman, que va a ser otro bombazo. Son historias de este año, o del año pasado.
Ahí me cae la ficha a mí, me avivo de qué sagas estaba hablando Chevalier. –No! Es un delirio! Esos capítulos van 100 capítulos después de Man of Steel y no se entienden sin haber leído lo anterior! El que te dijo que eran historias cerradas te mintió descaradamente! Nos vamos a hacer mierda contra un poste!
-Y bueno, eso es lo que tenemos. Vamos a remarla con lo que hay, y si nos va bien, el año que viene compraremos más material y lo elegiremos mejor.
El tipo me agradeció la data que le tiré, me dio una palmadita en la espalda y me dijo “Tranquilo, que ni bien haya coordinador y luz verde para arrancar, te llamamos”. Yo estaba como si Racing hubiera perdido contra Independiente un partido de la Promoción, con gol en offside, con la mano y en el minuto 93. La puta madre –pensaba- Una vez que me dan un laburo como la gente y ya desde antes de empezar viene todo mega-mal parido. Me quedaba la tranquilidad de haber convencido al jefe de que publicara la saga de la KGBestia antes que la de la Muerte de Robin. Pero era una victoria pírrica.
Y baratísima, comparada con la próxima derrota, que queda para mañana.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

14/ 12: PIJAZOS DE PERFIL, parte I


Tanta manija me dieron con el tema Perfil, que al final van a ser varios posts, no uno sólo, como para repasar todas mis desventuras en aquella editorial. Y con continuará diario, no salteadito entre reseñas.
A ver... que no se malinterprete: yo, dentro de todo, le estoy agradecido a Editorial Perfil por esos cinco años en los que me dio laburo de traductor. No tanto a la editorial en sí, que siempre me trató tirando a mal, sino a los distintos coordinadores del área Proyectos Especiales con los que me tocó trabajar y muy especialmente al maestro Osvaldo Tangir, que además de bancarme en más de una transgresión, me enseñó un montón de cosas que me hicieron mejor periodista, mejor escritor y mejor persona. Antes de que Hugo García me llevara a Perfil, yo era un oscuro escriba de la Skorpio y la Comic Magazine (revistas de las que también guardo buenos recuerdos). A lo largo de esos cinco años en Perfil, me hice muy conocido (para bien o para mal) en el ámbito del comic, y me queda claro que laburando en cualquier otro medio, hubiese requerido el doble de años para generar algo así como un reconocimiento, un apoyo popular que fue lo que hizo posible –entre otras cosas- que en 1994 saliera la Comiqueando.
Pero –te soy sincero- con mis ingenuos 22 añitos (23 cuando se empezaron a publicar las cuatro series más conocidas de DC/ Perfil) nunca imaginé que por laburar ahí me iba a comer tantos pijazos. En cinco años me comí más pijazos que muchas chicas de Vivid en toda su carrera. Algunos afectaron al fan de DC, otros al traductor y otros al laburante, así, en general.
El primero llegó temprano. En algún momento de 1990, Hugo García me dice “Te necesito para que me traduzcas al castellano los comics de Batman y los Outsiders”. -¿Outsiders?- le digo yo. -¿Le van a dejar el nombre en inglés?. –Sí –dice Hugo- para ahorrarnos kilombos. Si no se entiende, mala leche. Necesito los dos primeros números para ayer. Ooookey. Me rompí las pestañas y entregué los dos primeros números en fecha. ¿Y el tercero? –No- me dice Hugo. –Conseguimos que nos mandaran los guiones traducidos de México. No sé cómo los de DC tenían una copia y nos los mandaron. Pero vamos con esa traducción, no da para pagar otra teniendo esta.
-Siamo fuori della copa, é una giornatta trisitíssima- pensé yo. Así me agradecen estos turros por haber sacado en tiempo y forma el laburo urgente de los primeros números... Igual les cobré caro: cuando Hugo me pidió que le recomendara a un letrista (trabajaba en editoriales desde que tenía memoria pero no conocía a ninguno), yo, ingenuo y copado como era hace 20 años, le recomendé a Pablo Muñoz, que era compañero mío en Skorpio. El apodo “Muñones” nació a raíz de esas letras de Batman y los Outsiders, un espanto abominable, sólo atribuible a alguien que tuviera los dedos cortados por la mitad.
A los poquitos meses, otro llamado de Hugo: Che, uno de los comics de Outsiders viene con un back-up, y las traducciones que tenemos son de la historieta de adelante. ¿Me traducís el back-up?. –Y bueno, dale- dije yo, que andaba muy corto de guita. Y esa agachada de cabeza garpó. Ahí es cuando Hugo me dice que están negociando un contrato por cuatro títulos, que los va a coordinar él y que me quiere de traductor fijo para toda la línea, forever and ever. –Joya- dije yo. –Avisame cuándo arrancamos, así cuelgo algún otro laburo para agarrar este. Esto fue a fines de 1990.
El siguiente llamado de Hugo fue tipo Abril de 1991: -Me cambian de sector, no voy a seguir en la línea de comics. Venite a la editorial a conocer a mi jefe, así ya te tiene en cuenta cuando se sepa cuándo y con qué coordinador se reactiva el proyecto ese del que te hablé. Ahí conocí a Héctor Chevalier, el Jefe del sector Proyectos Especiales (que eran básicamente las revistas de crucigramas, la Playboy y los comics), el típico garrrca de saco y corbata con apariencia de tipo simpático. Tuvimos una conversación tan bizarra que me extrañó mucho que, cuando finalmente se designó a quien sucedería a Hugo como coordinador, me volvieran a llamar.
Pero eso queda para mañana.

martes, 13 de diciembre de 2011

13/ 12: BLOG! HISTORIETA PATAGONICA Vol.2


Segundo tomo de esta antología editada por la Duendes que tiene por objeto recopilar en libro algunos de los mejores trabajos que suben día a día al blog de Historieta Patagónica.
Esta vez, primó un criterio a mi jucio más acertado que en el Vol.1: no hay cachitos de historietas. hay muchas historietas cortas, pero completas. Alguna es un prólogo a otra cosa, pero casi todas se desarrollan y terminan en las páginas que aparecen en este libro.
Como pasa muchas veces, el tema de las poquitas páginas afecta mucho menos a los autores que van para el lado del humor. Y la verdad es que entre chistes de una única viñeta y breves historietas cómicas, el librito saca la diferencia. Entre los más destacados están el siempre críptico (pero virtuoso) Taro, el gran Claudio Kappel, Toto, un Tom inspiradísimo, con muchos logros en la narrativa, Tavo, el Rey Arlequín, el prócer Alfredo Grondona White (con una historieta republicada), el glorioso Elenio Pico (radicado hace muchos años en España) y el cada vez más enorme Edmunds, de quien me gustaría tener un libro solista. También hay dibujos sueltos, muy variados, que van desde el maestro Osvaldo Laino hasta chicos que recién empiezan y muestran un nivel bastante precario.
Y después están las historietas de corte más “serio”, entre las cuales se repite bastante la combinación Buen Dibujo + Guión Flojo, o su inversa, Buen Guión + Dibujo Flojo. El Cuidador, por ejemplo, tiene un guión aceptable y un dibujo menos que flojo. La del Clan Nahualli (¿qué les pasó a estos muchachos, que pintaban tan bien?) es floja por donde se la mire: guión y dibujo. Por ahí la salvaba el color, pero acá está editada en blanco y negro y tira mucho para atrás. La de Javier Gallo es una buena idea, bien desarrollada, pero al dibujo le falta bastante. Lo mismo se aplica a la de Guillermo Ortiz, un tipo con muchos trabajos mejores que este. Lo de Fer Gris va para el lado contrario: los dibujos son excelentes y lo que tiene para contar es intrascendente. Lo de Edu Molina, brillantemente dibujado, tampoco se entiende. ¿Son chistes? ¿Son publicidades de biciicletas disfrazadas de comics? Ni idea... Daniel Mendoza es un dibujante interesante, con cositas para mejorar, pero por la buena senda. Necesita urgente un guionista que le haga la segunda. Lassie es otro guión de Pablo Barbieri (autor de El Cuidador) que no encontró un dibujante que le hiciera justicia. Bien dibujado, zafaba. Así, no. Hasta el mismísimo Alejandro Aguado, coordinador de la antología y del blog, tuvo mala suerte: se dibuja la vida en una historieta que naufraga por culpa de un guión muy apretado, mucho más ambicioso de lo que se puede contar en tres páginas.
Y por suerte hay un puñado de historietas que arman el combo Buen Dibujo + Buen Guión. La de Ricardo Ferrari y Diego Aballay (dupla ya muy aceitada, que rara vez falla), la perturbadora y maligna Angelitos (del gran Chelo Candia), la de José Massaroli (donde el guión, sin ser maravilloso, cumple decorosamente) y mi favorita del tomo, Residuos Circulares, cuatro bellísimas páginas escritas por Matías Santellán (hijo del recordado Eduardo) y dibuajdas por el cada vez más maravilloso Serafín, sin dudas un genio al que la gente de La Duendes hizo aparecer frotando lámparas herrumbrosas en alguna caverna de la Patagonia. Quiero YA una novela gráfica a todo color dibujada por Serafín, con guión de Santellán, o de quien él quiera.
El resto es bastante olvidable, así que no lo voy a analizar en detalle. La conclusión es que hay unas cuantas cosas lindas para leer, otras que sólo da para mirar y otras muy, muy logradas en todos los aspectos. Más prolija, más regular, menos errática en el rubro humorístico que en el dramático, estamos ante una antología que se anima a combinar maestros de épocas pasadas, jóvenes promesas a futuro y grossos del aquí y ahora que no son los obvios. No está mal.

lunes, 12 de diciembre de 2011

12/ 12: GROO: DEATH & TAXES


Parece una joda, pero el año que viene Groo cumple 30 años! Tres décadas de excelencia pura, en las que el guerrero subnormal repartió espadazos por cinco editoriales distintas y Sergio Aragonés cosechó toneladas de premios a ambos lados del Atlántico. No es poco para una serie que empezó como una parodia de Conan...
Y lo otro que parece una joda son las propias historietas de Groo. Uno hojea el libro, ve los dibujos, y enseguida supone que va a leer una historieta cómica, que se va a cagar de risa un rato. Es así, por supuesto. Con este tomo (que recopila una saga de 2002 que yo nunca había leído) me reí mucho y en voz alta (en un bondi, encima). Death & Taxes tiene momentos muy, pero muy cómicos, orquestados con un timing y unos diálogos brillantes. Pero detrás de esa apariencia ingenua, el humor con el que nos convidan Aragonés y su eterno cómplice Mark Evanier es más negro que el ojete de Mike Tyson. Cuando te querés dar cuenta, te estás riendo de los pobres tipos que van a morir en una guerra absurda mientras los ricos y poderosos se llenan aún más los bolsillos.
Death & Taxes, en los papeles, responde la pregunta “¿qué pasa si Groo jura no volver a matar y cumple con su juramento?”. Obviamente la respuesta es graciosísima. Groo sin matar sería algo así como Macri sin mentir, algo a esta altura impensable. Pero eso es el plot, la consigna que guía la trama. El tema del que habla la historia es la guerra: cómo se financia, qué efectos tiene, a quiénes beneficia. Y da la casualidad de que esto se escribió a fines de 2001, justo cuando el “ataque terrorista” a las Torres Gemelas le dio al borracho-genocida-retrasado mental de George W. Bush la perfecta excusa para llevar adelante una nueva guerra, en la que miles de chicos murieron y en la que unos pocos avechuchos la levantaron en pala.
O sea que el atractivo es doble: hay una historia divertidísima de Groo, que sabés que va a terminar muy mal, y hay una bajada de línea inteligente, atrevida, punzante, que nos invita a reflexionar acerca de uno de los temas candentes de nuestros días. La última vez que visitamos a Groo (Octubre de 2010) nos encontramos con un manual que nos explicaba las crisis cíclicas del capitalismo, en Hell on Earth el tema es el medio ambiente y acá, los mecanismos económicos y financieros de la guerra. Parece una joda (repito mil veces) pero una historieta humorística de ambientación fantástica puede tocar esos temas y además lo puede hacer con altura, con clase, y sin resignar su comicidad.
Con casi 30 años a sus espaldas, el equipo de Groo está aceitadísimo: Evanier, además de asistir a Aragonés en el armado de los guiones, la descose en los diálogos. Tom Luth se luce a la hora de colorear los complejísimos y laburadísimos dibujos de Sergio, y el sensei Stan Sakai (al que conocimos este año en Mendoza) rotula todo a mano con una calidad con la que sueñan varios de los rotulistas digitales.
Por supuesto, por encima de todos está la sombra del Más Grande, de un Sergio Aragonés gigantesco que domina el dibujo humorístico con una solvencia cada día más impresionante. Lo más impactante son los detalles: esas escenas con cientos de soldados, cada uno con su uniforme, sus armas, sus cascos y escudos llenos de dibujitos, calaveritas, joyas incrustadas, detalles microscópicos que Sergio conserva y cuida viñeta a viñeta y que podrían tranquilamente no estar. Hace ya muchos años que el estilo de Aragonés no cambia, ni evoluciona, pero es que ya no hay nada por mejorar. Ya el universo de Groo es eso, se ve así y está perfecto. Así lo queremos, así lo sentimos, así nos parece creíble.
Death & Taxes no es Historieta Perfecta por un sólo motivo: si nunca antes leiste comics de Groo, no entendés un par de cosas importantes en la trama. Pero para los fans del errante, esta es una saga absolutamente imprescindible, gloriosa de punta a punta.

domingo, 11 de diciembre de 2011

11/ 12: PEPLUM


Esta es una obra de Blutch muy poquito anterior a Blotch, aquella maravilla de fines de los ´90 que visitáramos allá por Febrero de este año.
El dibujo está a ese mismo e inverosímil nivel. La magia que hace Blutch con la pluma no se puede siquiera describir. Esto hay que verlo para creerlo. Blutch combina el festival del cross-hatching y los sombreados finitos, elegantes, las texturas sutiles por un lado; y por el otro un claroscuro radical, jugadísimo, tipo David B., con imágenes que parecen grabados, más que dibujos. El combo produce alucinaciones, te deja idiota (o más idiota, en mi caso). El décimo capítulo, que está narrado prácticamente sin textos, tiene momentos que recuerdan además al Enrique Breccia más experimental, el de las historias cortas de principios de los ´70. Todo está obscenamente bien dibujado, con un expresionismo al límite, un balance perfecto entre negros y blancos, unos efectos gloriosos de raspado sobre las masas negras y un cuidado pasmoso en la ambientación histórica y en las expresiones faciales. Si comprás historietas por el dibujo, Peplum tiene que estar HOY en tu biblioteca, porque de verdad, es majestuoso.
Ahora, si lo tuyo son los guiones, esta es una obra de la que se puede prescindir. No es que estemos ante un bofe irredimible ni mucho menos. Pero el guión tiene puntos flojos, básicamente en su estructura dramática, que parece ir medio a la deriva, o conformarse con generar cada x páginas momentos impactantes, tensos, que después se resuelven medio así nomás. Tiene varios puntos a favor, también, como la construcción del personaje central. Tiene mucha acción, intensa, dura, inquietante. Tiene varios garches, tanto heterosexuales como homosexuales, todos muy cuidados, sin margen para la pornografía ni para el grotesco. Tiene algunos diálogos bellísimos, conmovedores. Y de nuevo, un gran esfuerzo por reproducir una época histórica (la del Imperio Romano bajo Julio César) con fidelidad y con habilidad para sacarle buen provecho.
Con todo eso a favor, esta historia de obsesión, de identidades usurpadas y amores traicionados, no llega a sostenerse con firmeza a lo largo de sus 112 páginas. Le sobran varias escenas intrascendentes y algunos personajes menores, abusa un poco de las casualidades y llega a un epílogo muy, muy notable, pero después de dar mil vueltas y unos cuantos saltos al vacío. Por momentos Blutch juega a la epopeya, por momentos a meterse a full en la psiquis del protagonista, por momentos sale a shockear, a impactar con la crueldad y la violencia de algunas escenas, y si bien cosecha algunos aciertos, en el resultado global apenas araña el empate.
Desempata el dibujo y ahí sí, Blutch te agujerea la red más veces de las humanamente concebibles. Si no te ahuyenta un guión que se queda a mitad de camino, el banquete que se van a hacer tus retinas con Peplum va a ser memorable.