el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 17 de noviembre de 2011

17/ 11: 24, 31, ETC...


A pesar de su nombre choto, 24, 31, etc... era –a priori- un libro irresistible, porque ofrece cuatro historietas completas de Joaquín Cuevas, uno de los dos o tres autores más importantes del fértil panorama de la historieta boliviana. Cuevas es un clásico de las antologías y tener un libro 100% suyo reviste un enorme atractivo, es casi una obligación moral. El problema es el material que se eligió y cómo está editado.
El libro arranca con una historieta de 24 páginas realizadas en 24 horas y sin guión. Imaginate lo que es eso: bizarreadas sin pies ni cabeza, dibujo sacado con fritas, poquísimos cuadros por página, interrupciones al relato para que el autor aparezca a contarnos lo mucho que le cuesta mantener el ritmo de una página por hora, etc. La idea de hacer un comic de 24 páginas es buenísima. Lo que no está tan bueno es publicar ese comic en un libro, porque es un trabajo que no representa a la obra de Cuevas, no tiene ni por casualidad la calidad de las otras obras del autor. Me acuerdo que hace varios años un grupito de autores yankis (entre los que estaban Scott McCloud y Erik Larsen, entre otros) hicieron el jueguito de las 24 páginas en 24 horas y de ahí salieron algunas cosas más que dignas. De este desafío que superó Cuevas salieron 24 páginas torpes, precarias, con buenos dibujos mal acabados y puestos al voleo, no en función de un relato interesante. Ahí se nos fueron la mitad de las páginas de este tomito...
Otro desafío que afrontó Cuevas fue el de realizar 31 páginas en 31 días, para un blog. Ahí le fue muchísimo mejor. Casi todas las planchas son autoconclusivas y el autor va variando los temas: hay autobiografía (obvio), pero también hay comedias, delirios y bajadas de línea. Gracias al gran aprovechamiento que hace Cuevas del soporte digital, abundan los buenos dibujos, en el estilo más conocido del autor. Acá el problema es la edición: son historietas claramente pensadas para ser publicadas a color y en el traspaso a blanco, negro y grises, pierden buena parte de su encanto. Igual se disfrutan los guiones, que son redonditos e ingeniosos, y los trucos narrativos a los que apela Cuevas para sacar todos los días una página con buen guión, gran dibujo y espectacular color.
Y si lo que más te gusta de Cuevas son los trucos narrativos, lo que viene después te parte la cabeza: es una historieta realizada con la técnica de “lienzo infinito” (esa de la que tanto hablaba McCloud), en la que Joaquín encuentra su mejor forma, donde explotan con más fuerza su habilidad increíble como narrador y su manejo del lenguaje de la historieta. Por supuesto, se disfrutaría mucho más si fuera un desplegable, impreso de un sólo lado, pero bueno, publicada así (como historieta de 9 páginas) también es devastadora.
Esto es, en síntesis, un libro de rarezas, de sobras, de cosas extrañas, que a veces se parecen poco a lo que hace normalmente Joaquín. Y si bien estamos hablando de un referente ineludible de la historieta latinoamericana contemporánea, no me parece acertado que este sea el primer material de Cuevas que se recopila en libro. Me parece que daba para publicar estas cosas mucho más adelante, cuando ya estén editadas todas las obras importantes (y un par menos relevantes) de la carrera de Cuevas. Para empezar, yo hubiera ido a las historietas más conocidas (las de las antologías) y si la mayoría está pensada para color, hay que editarlas a color.

1 comentario:

Luq dijo...

Scott McCloud invitaba en su sitio a hacerlo, y las colgaba. Hasta había una hecha por Gaiman en 24 horas, dibujada por él mismo... que no recuerdo si era una locura o una chotada. Me voy a fijar si sigue ahí.