el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 25 de julio de 2011

25/ 07: TOUTE LA POUSIERE DU CHEMIN


O para decirlo en criollo, “Todo el polvo del camino”, que es como lo tradujo Norma a la hora de publicarlo en nuestro idioma, cosa que se caía de madura sobre todo porque el dibujante es español. Lo de Jaime Martín en este libro es doblemente raro. Primero, porque uno está acostumbrado a verlo trabajar con guiones propios (lo vimos en Marzo con Sangre de Barrio), y segundo porque acá dibuja en un estilo que se parece bastante poco al de sus otras obras. Así como en Sangre de Barrio lo veíamos cebado con Bernet y con dibujantes yankis tipo Jaime Hernández y Charles Burns, acá agarra totalmente para otro lado y se acerca mucho a Rubén Pellejero y a los trabajos más “línea clara” de Emmanuel Guibert. Por supuesto, hay momentos en los que se ve claro al Martín de siempre, pero toda la impronta visual del comic, desde el color hasta la forma en que fluye la acción de una viñeta a la otra nos remite inmediatamente a Pellejero y a Guibert. Lo cual no significa que sea un mal trabajo del español, para nada. Este es un excelente trabajo de Martín, a quien trabajar para Francia no lo asusta, porque en sus historietas “de autor” para El Víbora también tenía muchísmas páginas de 10 viñetas y pocos primeros planos. Acá hay unos cuantos, muchos para un álbum francés, pero tiene que ver con una particularidad de la historia, que es que el protagonista habla muy poco y comunica mucho con la mirada y con las expresiones de su rostro. También es muy notable el trabajo de Martín en materia de documentación histórica (todo transcurre en los EEUU rurales, justo cuando más fuerte pega la Gran Depresión) y sus increíbles logros expresionistas a la hora de aplicar el color digital.
Y mirá vos qué loco: el autor del guión tampoco habla francés. Se trata de Wander Antunes, el guionista brasileño con más presencia en el mercado franco-parlante, donde desembarcó en 2004 en equipo con nuestro Walther Taborda, para más tarde colaborar también con el ídolo mexicano Tony Sandoval. La ambientación de los EEUU rurales no es nueva para Antunes y realmente la maneja de taquito. Acá, al racismo, la hipocresía y la brutalidad habituales le suma la extrema pobreza y los abismos a los que esta empuja a hombres naturalmente honestos, que al grito de “éramos tan pobres” compran la ilusión pelotuda de que cagando al de al lado, por ahí zafan. Tom, el protagonista de la obra, va para el otro lado. Con el alma magullada por miserias y desgracias varias, vaga en busca de un laburo, de alguna forma de subsistencia, pero con dignidad, sin bajarse los lienzos ni traicionar sus principios. Y no va a encontrar un amor que reemplace al que perdió, ni un casa que reemplace a la que le incautaron los banqueros, ni un laburo normal y estable. Pero, después de padecer a lo guanaco a lo largo de 80 páginas, va a recibir de manos de Antunes algo así como un final feliz.
Riquísimo en climas, con diálogos fuertes y silencios conmovedores, con buen equilibrio entre la acción y la pachorra provinciana, lo único que empaña al gran guión de Antunes es que las dos veces que la historia parece empantanarse o llegar a un punto muerto, lo que la vuelve a motorizar son sendas casualidades. No está mal que un guionista recurra a las casualidades (que, como bien postulara Paul Auster, son la prueba irrefutable de que el Universo está escrito en rima), y ambas casualidades disparan a la trama en direcciones grossas, de gran impacto. Pero dos casualidades en una obra de 80 páginas suena a un guión un cachito forzado.
Toute la Poussiere du Chemin quedó cerquita de ser Historieta Perfecta. Es una historia fuerte, comprometida con los valores correctos (la dignidad, la solidaridad, la esperanza, el aguante frente a la adversidad), con personajes muy bien trabajados, con un final redondo e impredecible y llena de momentos violentos, jodidos y también hermosos. Y además dibujada y narrada con sutileza y talento por un Jaime Martín inspiradísimo, lejos de sus trabajos de los ´80 y ´90, pero cerca de la cima de su inmenso potencial artístico. Please, que no la agarre nunca un productor de Hollywood para convertirla en una película con Viggo Mortensen o Christian Bale.

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